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Historias de vida, 1. No juzgar ni interpretar: Mauren, Rafael, Supermán…

Las dos historias de vida que elaboré aparecen bajo los nombres ficticios de Mauren y Rafael. Ambas me impresionaron, pero sobre todo la de Rafael, que puede resumirse como el doloroso viaje sin retorno de un niño hacia la perversión y el crimen y su desesperado intento por recuperar las nociones del bien y del mal indispensables para vivir en sociedad. El tiempo, paciente tejedor, urde con nuestras vidas tramas sorprendentes de las que somos partícipes, a menudo sin saberlo. Ahora mismo está sucediendo esto. Lo principal es no juzgar ni interpretar, aunque durante la conversación surjan siempre paralelismos con lo que has vivido

Vivir a tumba abierta (fragmentos de diarios)

Nietzsche escribe sobre el origen de la poesía, resaltando su utilidad. “El ritmo produce un deseo insuperable de seguirlo y de acomodarse a sus movimientos; no sólo el paso de los pies lleva el compás, también la misma alma lo sigue – ¡por lo tanto, probablemente también el alma de los dioses!”. Nada más cierto. Los conceptos se fijan mejor en la memoria por el poder de seducción del verso y el ritmo

Desertar

El hambre lo obliga a enderezarse y a engullir sin placer tres galletas militares, las últimas, unas placas marrones y duras, sin duda una mezcla de serrín y pegamento de yegua vieja; por un instante maldice la guerra y a los soldados, tú sigues siendo uno de ellos, aún llevas armas, munición, recuerdos de guerra, podrías esconder el arma y los cartuchos en un rincón y convertirte en un mendigo

Los poetas y la fotografía. Sirvienta o salvadora

Un paso más allá está el uso poemático de la fotografía como símbolo. Es el caso de los versos de Miguel Hernández “se pondrá el tiempo amarillo/ sobre mi fotografía”. Como ya señaló Susan Sontag, la fotografía, además de contenedor de memoria, es ella misma objeto del paso del tiempo, lo que la convierte en un símbolo duplicado de la caducidad de las cosas

‘El marido de la peluquera’: los sueños de la niñez y el tiempo que no se recupera

Lo que no se espera la muerte es que el recuerdo y la memoria se conviertan en sus más nobles antagonistas pues, haciendo uso de ellos, nuestros muertos no sólo resucitan, sino que, por un breve espacio de tiempo, también vuelven a nuestras vidas. Quizá por eso algunos consideren la muerte como un fantoche de poca monta cuyo malogrado intento es aterrar al ser viviente

la nube habitada

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antología de fronterad

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