Unas escaleras plegables en el centro del escenario.
Una MUJER subida a media altura de la escalera. Mirando hacia arriba, pero quieta.
MUJER De acuerdo… 364… bien… Tres cientos… sesenta… y cuatro… días… y entonces… [retrocede un par de peldaños] bajo, bajo, bajo, bajo, bajo… hasta el fin del mundo. Justo hasta el principio. Y más allá porque cuando has estado tan arriba… el descenso parece más fuerte que nunca… tal vez lo sea porque ya sabes qué te espera. Conoces perfectamente cada saliente, cada pequeña espina de ese camino tortuoso… y no lo quieres volver a subir. No importa lo tentador que sea el objetivo, lo grande que sea la recompensa que te espera en la cima, el dolor que te produce saber qué te espera por el camino siempre es mayor, más doloroso y fuerte. Sí… culpo al conocimiento. Bendita ignorancia. ¡Bendita ignorancia! [Pausa] Sí. Benditos sean los ignorantes porque ellos serán libres, no van a sufrir este terrible dolor. Benditos sean los ignorantes porque ellos van a poder alcanzar la felicidad que el resto de la humanidad solo podemos soñar. Benditos sean ellos [cambio de actitud] los malditos cabrones hijos de puta retrasados porque ellos pueden ser felices mientras que nosotros tenemos que ser…¡Esto! Esta sombra inútil de nosotros mismos atrapados en tierra de nadie peleándonos para llegar a fin de mes.
Porque este es el problema… sí, no os equivoquéis: este ES el problema. A fin de cuentas, todo termina en esto: no podemos llegar a fin de mes… o a duras penas… esto es lo único que importa hoy en día… incapaces de cazar para sobrevivir, de conrear nuestra propia comida, necesitamos pagar por ello pero también necesitamos pagar nuestro alquiler, nuestra ropa, nuestro transporte, nuestra televisión… y es por eso por lo que nosotros… [con gran dificultad empieza a subir los peldaños] decidimos… seguir… luchar… contra este… terrible… dolor… una y otra vez… [se detiene]. ¡para llegar a fin de mes! Solo para eso: Llegar. A. Fin. De. Mes. ¿Pero qué quiere decir esto?
¿Cómo llegamos a fin de mes? El mes no es ningún espacio físico al que podamos llegar. Final de mes. Como si fuera nuestra meta. Nuestro límite. Nuestro objetivo final. Nuestro destino último… nuestra… muerte… [pausa] mierda… [baja tres peldaños] cuando mi marido murió… ellos me dijeron… me dijeron que estaría bien. Que era solo cuestión de tiempo antes de poder seguir con mi vida… ¡y no me tiréis de la lengua sobre lo que pienso sobre seguir con la vida! No. Mejor no entrar en ese tema… [baja dos peldaños más] Enfermé. Me echaron del trabajo para evitar tenerme que pagar la baja por enfermedad. Sí. Es ilegal. Sí. Lo sé. Sí. No se puede echar a nadie que esté de baja. Y yo lo estaba. Estaba deprimida. Deprimida diagnosticada. ¡Incluso tenía una tarjeta con una foto mía que demostraba mi condición! Me la dieron la segunda vez que tuvieron que internarme en ese manicomio. No estaba fingiendo ninguna enfermedad para escaquearme del trabajo. No me podían echar. “¡No me pueden echar, señor!” les dije. “Mi marido acaba de morir… me he quedado sola… necesito este trabajo… por favor”. Pero las empresas españolas eran máquinas despiadadas y crueles de hacer dinero por aquel entonces. Probablemente todavía lo siguen siendo. No lo sé. No lo quiero saber. Nunca he regresado. Demasiados recuerdos. Demasiado dolor. España es un charco de sangre, sudores y lágrimas para mí. No, nunca voy a regresar allí. Ni tan siquiera después de muerta… ¡así que no os atreváis a llevarme allí! ¡No os atreváis a llevar mi asqueroso y putrefacto cadáver de vuelta a ese país enfermizo! Os lo pido. Por favor. Tiradme al cubo de la basura, al contenedor de lo orgánico, venga, seamos ecológicos; incineradme y esparcid mis cenizas en el lavabo. No me importa. Pero no me llevéis de vuelta a España [baja tres peldaños] España… España es Juan y nuestras tardes en el mar. Es la brisa suave de un atardecer de verano acariciándonos los cuerpos. Es emborracharse en una terraza con amigos. Es conducir un coche viejo hasta el monte y joder en medio del bosque frente a un fuego de campo. España es tener veinte años y ser joven y sentirse joven, fuerte, poderoso, imparable, inmortal, capaz de hacer todo lo que quieras y no tener miedo de probarlo todo. Es andar por la vida ligero sin el sobrepeso de toda una vida a tus espaldas. España es esta etapa de la vida que ya nunca va a regresar por mucho que lo intente… [pausa] España es pena. Es nuestra vida perdida para siempre. Nuestra juventud. Nuestras esperanzas. Nuestros deseos. Nuestros sueños… todo enterrado junto a Juan en un feo, húmedo y frío cementerio de piedra. ¡Todos sabéis de lo que os hablo! Conocéis los cementerios españoles. Feos y tristes por los que nadie pasea… [pausa] España es Juan tumbado en la maldita cama del hospital durante semanas y los malditos doctores utilizándolo como un conejillo de indias, probando toda clase de medicamentos con él, sin tener la menor idea de lo que hacían… [pausa. Sube tres peldaños] Pero me fui.
Empaqueté lo poco que tenía en una pequeña maleta y cogí un avión. Viajé por toda Europa. Dormí con desconocidos a cambio de dinero. Sí. No me da miedo reconocerlo. Viví en las calles también. Me golpearon. Me violaron… pero finalmente me estaba alejando de mi pasado. Y eso era lo único que importaba. Nunca es fácil empezar de cero. Encontré un trabajo [un peldaño hacia arriba]. Encontré una habitación en un piso compartido. [Otro peldaño hacia arriba] Sobreviví. [Otro peldaño hacia arriba]. Invisible para el mundo que me rodeaba. Sobreviví. Me convertí en otro extranjero más en una tierra inhóspita. Me convertí en uno de los millones de inmigrantes haciendo el trabajo sucio que los locales no quieren hacer. Y no os enfadéis conmigo porque todos sabemos que esto es así: yo era la cosa invisible que limpiaba vuestros lavabos vomitivos en las estaciones de tren; yo era la entidad invisible que barría las calles llenas de mierda por la mañana antes que os levantarais; yo era el objeto inanimado fregando los vómitos de los pubs; yo era la sombra en el fondo de la cocina nauseabunda de vuestros bares de comida rápida preferidos, frotando cazuelas, lavando los platos y rebozando las hamburguesas… y las cosas parecían estar mejorando… [sube un peldaño] hasta que llega el diez de abril [baja diez peldaños rápidamente]. Cada año.
Inevitablemente. El diez de abril llega y caigo [baja algunos peldaños]. Los aniversarios no son siempre un motivo de alegría. Los aniversarios nos pueden traer recuerdos que luchamos para esconder bajo la piel durante todo el año. ¡Esto son 365 días! ¡365! Y todo por nada porque entonces [baja un peldaño] llega el 10 de abril y me derrumba… da igual lo alto que haya llegado… [baja hasta el suelo], me lanza de golpe al fondo del pozo sin fondo en que se ha convertido mi vida… y entonces…
Entonces… solo quiero desaparecer. Regresar a la matriz de mi madre y soñar que nunca he salido de ella. Que nunca he vivido mi vida. Mi amor. Mis pérdidas. Este es el único sueño que me queda: no haber nacido nunca…
Telón