Otro editor, Yiu Man, de 73 años, ultimaba la publicación de El Padrino Xi Jinping, un libro crítico escrito por el disidente Yu Jie. Pero no pudo publicarlo porque fue condenado a 10 años de prisión. ¿Su crimen? El Gobierno lo acusó de haber llevado unos bidones de pintura industrial desde Hong Kong a Shenzhen sin pagar aranceles. Naturalmente, la represión a los editores hace que los libros críticos desaparezcan y sus autores se exilien, se escondan o dejen de escribir.
Moisés Naím en El País.
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La forma de contar las cosas puede ser demasiado limpia en EE.UU.; si escuchas a un político, tienen un principio y un final redondo. Ahora hay una nueva convención, un nuevo tic verbal de los políticos que terminan todas sus frases con la coletilla “yendo hacia delante”, sin importar lo que hayan dicho antes. Es una falsa conclusión, un final que añade un giro positivo. Y otros términos como “narrativa” o “lectura” han rebasado el ámbito académico y se aplican a todo tipo de cosas.
Entrevista de Andrea Aguilar a Eric Jarosinski.
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Un escritor es un tipo que se quita los guantes, dobla la bufanda, menciona la nieve, nombra la guerra, se frota las manos, mueve el cuello, cuelga el abrigo y va más allá y se atreve a todo. Si no se atreve a todo, no será jamás un escritor.
(…)
Sólo sé que escribir es hacerse pasar por otro. O hacerse pasar por uno mismo, que es otra forma de hacerse pasar por otro.
Entrevista de Anna María Iglesia a Enrique Vila-Matas.
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[Hemingway] En la escuela “fue siempre agresivo y competitivo, haciendo lo que quería. Una chica de la clase lo describe como: excepcionalmente guapo, ojos marrones y metro ochenta. Egoísta, dogmático y odioso, pero con una gran personalidad”. Después de la escuela empezó de periodista en el Kansas City Star, cuyo libro de estilo le enseñó la forma de escritura que mantendría toda la vida: frases cortas, párrafos cortos, lenguaje vigoroso: buscando autenticidad, selección, compresión, precisión, claridad e inmediatez. “Fueron las mejores reglas que aprendí para escribir. Nunca las he olvidado”.
Luis Racionero en Cultura/s.
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Mi idea es que una frase es un espacio entre dos puntos y a la vez es una responsabilidad. Hay que ocupar ese espacio de forma responsable. Yo solo abro una frase si tengo algo que decir y si es así intento decirlo lo más rápidamente posible y callarme. Si digo algo en 20 palabras y consigo dejarlas en 10, mejor. Si logras la misma idea en menos espacio la frase adquiere una potencia que permite la interpretación, permite respetar al lector como persona inteligente, que imagina y construye su propio mundo. La lectura no consiste solo en leer un texto, sino en levantar la cabeza, ahí empieza realmente buena parte de la creación. Si el libro es muy exhaustivo, didáctico, explicativo, no queda nada para el lector. Pero si una frase tiene una intensidad que nos hace levantar la cabeza, empieza algo que te lleva a imaginar, a asociar. La potencia de la frase depende de concentrar lo esencial.
Entrevista de Berna González Harbour a Gonçalo M. Tavares en Babelia.
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Yo creo que todo se juega en la distancia con aquello que se cuenta y me parece que los textos menos interesantes son los textos en los que hay una distancia muy corta entre el narrador y lo que se narra y se produce así una especie de miopía por acercamiento. Me parece que uno empieza a escribir y a ser mejor autor cuando uno pone distancia entre lo que está viendo y uno mismo; creo que hay una distancia óptima donde se juega también muchísima de la forma.
Entrevista de Anna María Iglesia a Leila Guerriero en Nueva Revista.
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No creo que nadie hubiese creído que alguien iba a escribir libros como los míos hasta que yo lo hice. Se lo digo siempre a mis alumnos: “Si no encontráis el libro que queréis leer, escribidlo. No penséis que os está prohibido porque no es convencional”. (…) Debes escribir el libro primero, y después descubrir si hay lectores o no. Esto no puede anticiparse.
Entrevista de Marc Bassets a Marilynne Robinson en El País Semanal.
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One of the means to assure such things is constant rereading. I reread from the top—or some similar landmark if the work is long—whenever I take a significant break from writing, and that doesn’t just mean overnight but includes eating lunch, going to the bathroom, answering the phone and searching for elusive facts.
Luc Sante sobre cómo editarse a uno mismo.
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Salvo que sea un pavo real, ningún escritor lúcido termina un libro creyendo que alcanzó por completo el objetivo deseado. También son respetables los libros incompletos, pero por lo general no son como el autor los había pensado. Está lleno de buenos libros en los que, aunque no suele saberse, el autor buscó un efecto concreto y no lo logró, quizás buscó una cima y se quedó en el camino. Todos esos desafíos no superados articulan una especie de callada derrota íntima, de fracaso interno que sólo puede conocer el autor y que no suele aflorar nunca fuera de su área de secreto.
Enrique Vila-Matas en El País.
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“Es posible que en cualquier literatura, pero especialmente en la española, escribir bien en prosa sea más difícil que escribir bien en verso”.
Observaba esto José María Valverde en su espléndida monografía sobre Antonio Machado, de 1975, donde justifica la particular dificultad que en España tiene escribir bien en prosa recordando cómo, desentendiéndose de la herencia de Cervantes, prosperó en el país una lengua literaria formalizada y barroca, inepta para el fluido intercambio de las ideas, cada vez más alejada del “habla real, cotidiana”. Una lengua que cuando buscó la autenticidad la confundió con el casticismo.
Ignacio Echevarría en El Cultural.
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Powell offered her most important set of literary definitions in 1936: “Satire is people as they are; romanticism, people as they would like to be; realism, people as they seem with their insides left out.”
Thomas Mallon en The New York Times.
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Hace demasiado bochorno. El aire pegajoso y sofocante llena la habitación. Ni siquiera es aire, sino algodón empapado en agua caliente. Insoportable. Es algo que marea, envilece y exaspera. Pican los mosquitos, chillan los monos. El cuerpo, empapado en sudor, se vuelve pegajoso y repugnante al tacto.
Estrellas negras —Ryszard Kapuscinski.
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John Cheever y Raymond Carver no fueron la excepción sino la norma. El alcohol destruyó también las vidas de Ernest Hemingway, William Faulkner, Tennessee Williams, Patricia Highsmith, Truman Capote, Dylan Thomas, Marguerite Duras, John Berryman, Jack London, Raymond Chandler… Cuatro de los seis escritores estadounidenses que han ganado el Nobel de Literatura eran alcohólicos.
Daniel Arjona en El Confidencial.
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Hasta que uno desarrolla una especie de relación profesional con los libros, no descubre lo malos que son la mayoría. En más de nueve de cada diez casos, la única crítica objetivamente honesta sería: «Este libro no vale nada», mientras que la verdadera reacción del crítico probablemente sería: «Este libro no tiene nada que me interese, y no escribiría sobre él si no fuera porque me pagan». Pero el público no pagaría para leer ese tipo de cosas. ¿Por qué debería hacerlo? Lo que quiere es una especie de guía para orientarse entre los libros que le piden que lea, y quiere también algún tipo de valoración. Pero, tan pronto como se mencionan las valoraciones, los criterios se derrumban, porque si uno dice —y prácticamente todos los críticos afirman algo así al menos una vez por semana— que El rey Lear es una buena obra y que Los cuatro hombres justos es un buen thriller, ¿qué significado exacto tiene la palabra «bueno»?
George Orwell en ‘Confesiones de un crítico literario’.
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Long-form writers deal in nuance, the teasing out of contradictions over thousands of words. Ali was the ideal muse. Other fighters were too monstrous (Liston, Tyson) or too vanilla (Patterson, Marciano), at least outwardly. Ali’s blend of the chivalric and the malevolent, charm and braggadocio, made for rich copy. For outsiders to the sport, his racial and religious consciousness, right down to the change of name from Cassius Clay after the first Liston fight, is what makes him interesting. But it is poorly understood. Writers find him magnetic precisely because he was never a saint.
Janan Ganesh en Financial Times.
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Actores de segunda: la campaña de EE.UU. Víctor G. Guerrero (Audio).
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—As a writer or artist, what does it mean to “not allow oneself a style”?
—Well, it’s a photographic equivalent to the “plain style” in English prose. It does not call attention to itself, takes the straightest line from A to B, finds the simplest form, etc. It’s a very tough discipline. Almost no one can keep it up, certainly not me.
Entrevista a Luc Sante.
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“El boxeo es el deporte más literario y Ali es el mejor personaje que un autor pueda encontrar”, explica Davis Miller, autor de Approaching Ali, la última incorporación a la biblioteca de Clay. “Los escritores lo amamos descaradamente, no hay manera de ser objetivo con él. Te enseña su verdadero ser, por extravagante que este sea. No importa qué sandez salga de su boca, sabes que hay algo asombrosamente real en ello. Y en este trabajo, lo normal es que la gente esconda constantemente su verdadero ser. Mailer lo adoraba. Hunter S. Thompson. Joyce Carol Oates. Tom Wolfe. Yo pertenezco a ese linaje, creo que escribo al mismo nivel que esa gente”.
Pablo Guimón en El País.
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—Mi mente está despejada por la mañana.
—Sí, la mía también.
—Y ¿qué hace cuando está bloqueada?
—Estoy bloqueada casi todo el tiempo…
—Me cuesta creerlo… [reímos]
—Sí, de verdad. Supongo que la respuesta solía ser: periodismo. Sales a la calle y vuelves con una historia. Al menos sabes que hay algo ahí fuera.
—Yo leo poesía.
—Es maravilloso, fantástico. Lo probaré. Algo que me parece muy útil es un accidente. ¿Cómo que un accidente? No un accidente importante, sino un pequeño accidente, que es por lo que puedo entender a la gente conmocionada. Es algo totalmente diferente, pero a veces funciona.
Entrevista de Inés Martín Rodrigo a Renata Adler en ABC Cultural.
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—¿Con quién ajusta cuentas?
—Con Jaime Gil de Biedma, por ejemplo. No fuimos muy amigos y su poesía no me agrada del todo, pero era un crítico literario excelente. Su libro El pie de la letra es extraordinario, con gran diferencia de su poesía, tan explícita, tan propensa al “sencillismo”… Eso me interesa muy poco. Tampoco quedan muy bien Baroja, Eugenio d’Ors, Sabato, Leopoldo Panero o Josep Pla… A Pla, sin ir más lejos, lo conocí en una comida en Mallorca, donde cometió todas las groserías que podían molestar a los comensales. Eso no quita que El cuaderno gris sea un libro valioso, por más que me desagraden profundamente la ideología franquista y la actitud misógina de Pla. Sin olvidar, además, que sus ideas sobre la vanguardia eran altamente retrógradas.
Entrevista de Antonio Lucas a José Manuel Caballero Bonald en Letras Libres.