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Mientras tanto#5cosas por las que ha merecido la pena estar vivo esta semana...

#5cosas por las que ha merecido la pena estar vivo esta semana (76)

Sestear absorto y pálido   el blog de Jose de Montfort

1.

El tema «Los chicos no lloran», de Frank Gálvez.

 

2.

La obra de Suzanne Valadon «Joy of life» (1911).

 

3.

El reportaje periodístico de Noah Fischer en formato de diario comiquero dando cuenta de su visita a la Biennal de Venecia. Aquí.

 

 

4.

El artículo de Raquel C. Pico para Yorokubu «Montar una librería en un pueblo pequeño: así son las librerías rurales». Aquí.

Un extracto:

«¿Qué amante de los libros no ha sentido en algún momento la tentación de dejarlo todo e irse a montar una librería? Es casi una fantasía recurrente entre las personas lectoras, porque, en el fondo, nos imaginamos que montar una librería implica pasarse el día leyendo todos los libros que ahora no nos da tiempo a leer (una amiga cuya familia sí tenía una librería me ha explicado muchas veces que la fantasía y la realidad no van exactamente de la mano).

Además, y quizás esto es un añadido posmundo pandémico, habrá quien a esa fantasía libresca sume la de irse a vivir al medio del campo, a un lugar tranquilo y ser como la protagonista de alguna peli de tarde que no solo tiene un trabajo fantástico, sino que lo deja todo por algún lugar rural e idílico y gana 100% en calidad de vida.

«¡A tope con las pelis de tarde!», me respondía con humor Paula Vázquez, la fundadora de A Libraría de Proencia, el proyecto de una librería rural en la Ribeira Sacra, la primera vez que hablamos sobre su idea y sobre cómo desde fuera todo parece fantásticamente pelitardiense. Vázquez ha abierto ya desde Proendos, una parroquia en la parte ourensana de la Ribeira de solo 192 habitantes, una librería online, que está llamada a convertirse en una librería física en una de las casas ahora deshabitadas de la aldea. De hecho, la casa es ya suya y ahora deben empezar a diseñar el proyecto para rehabilitarla. «Lo ideal sería poder empezar a finales de año», asegura su responsable.

Vázquez pensó en un primer momento en montar un foodtruck, pero una conversación con la bibliotecaria de Sober, Julia, se dio cuenta de que lo que faltaba en la zona era una librería. Sus amigos, por cierto, le dicen que su idea librera les recuerda a la de la protagonista de La librería, de Penelope Fitzgerald.

A Libraría de Proencia es una propuesta llamativa y sorprendente, esto último, al menos, para los urbanitas. Porque, aunque las listas de librerías —solo hay que seguir, por ejemplo, el tour de presentación de un libro famoso para verlo— suelen estar dominadas por espacios en los grandes centros urbanos, también hay librerías en muchos otros lugares: las librerías rurales están en localidades con muchos menos habitantes y son igualmente numerosas.

Las cuentas de CEGAL apuntan, en su estadística más reciente, que repartidas por toda España hay 3.208 librerías independientes, lo que da una cuenta de 6,8 establecimientos por cada 100.000 habitantes.»

 

5.

 

© John D. and Catherine T. MacArthur Foundation

El poema «Porque es verano» de Ocean Vuong (en traducción de Elisa Díaz Castelo).

Dice así:

«te vas en bici hasta el parque amoratado
por las 9pm en los arces relucen bolsas de plástico
deshechas por los días el maizal
recién arrasado y mentiste
sobre a dónde vas se supone
que saldrías con una mujer a la que no le encuentras
un nombre pero él te espera
en el campo de béisbol detrás del banco
salpicado con cigarros Newport condones rotos
él te espera con manos pegajosas y menta
en el aliento un corte de cabello barato
y los levis de su hermana
un tufo a orina se levanta del pasto húmedo
después de todo es junio y eres joven
hasta septiembre él se ve distinto
al de la foto pero no importa
porque besaste a tu madre
en la mejilla antes de venir
hasta acá porque la rendija oscura de la bragueta es suficiente
para hablar a través del cierre un grito delgado
donde plantas tu boca
para escuchar el sonido de pájaros
que golpean el agua el chasquido elástico
de las pretinas cuatro manos apresurándose
en docenas: un enjambre de deseo que vistes
como velo de novia pero no
lo mereces: el chico y
su soledad el chico que te encuentra
hermoso sólo porque no eres
un espejo porque no tienes
suficientes rostros para abandonar has venido
tan lejos para ser nadie y es junio
hasta mañana eres joven hasta que una canción pop
suene en el cuarto de un chico muerto el agua filtrándose
de cada esquina del verano y tú quieres
decirle está bien que la noche también sea una tumba
de la que logramos salir pero él ya se está arreglando
la camisa el maizal una crueldad que apesta
a estiércol te untas el cuello con
lápiz labial te vistes con manos temblorosas
dices gracias gracias gracias
porque todavía no sabes para qué sirve
perdóname porque eso es lo que dices
cuando un extraño emerge del verano
y te ofrece una hora más de vida.»

 

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