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Voces de la Tierra.

Sea Sheferd Internacional y todas sus delegaciones como la de Uruguay, lo componen hombres y mujeres valientes que han alzado su voz y su puño en la causa permanente por la salvaguardia de los mares, que surcan los océanos protegiendo a sus habitantes, denunciando las malas prácticas que los humanos realizan contra el mar, defendiendo a las ballenas y cetáceos en general ante la caza indiscriminada y sin sentido que algunos países como Japón han emprendido a pesar de estar protegidos internacionalmente. Desde este humilde blog,  mi admiración y respeto a todos los miembros que componen Sea Sheferd.

Esta Organización defensora de nuestros mares lleva ya varios años celebrando un con curso de micro relatos, mini cuentos, poesía y fotografía en defensa de los ecosistemas de la Tierra. Diego Proverbio, que es Director de Sea Sheferd en Uruguay ha coordinado de una forma excelente más de 250 trabajos presentados de 19 países. Una inmensidad de obras, pensamientos que enriquecen  la sabiduría del ser humano en defensa de lo vivo. Es por ello que desde este pequeño rincón de las reflexiones de un simio, quiero resaltar su labor y su dedicación altruista.

Como ya prometí a algunos de mis seguidores en las redes, ofrezco para conocimiento mi humilde participación en este segundo concurso que se desarrolló íntegramente en medio de una pandemia donde el dolor sufrido por los miles de fallecidos y por el agobio de estar encerrados en nuestros domicilios, hizo que haya sido muy especial y donde sin duda se ha reflejado en los sentimientos de todos los participantes directa o indirectamente afectados por la sensibilidad del momento.

No debemos olvidar nunca que todo está encadenado en esa llamada “cadena de la vida”. Romper sus eslabones y no repararlos, es un crimen que debemos evitar para el disfrute de nuestros hijos y de las generaciones futuras.

 

FOTOGRAFÍA MENCIÓN DE HONOR

POR LA VIDA

 

He querido que los protagonistas de mi obra fotográfica, sean los más pequeños y muchas veces los más ignorados pero que sin ellos el mundo no sería mundo y el hombre no habría existido.

La polinización del reino vegetal la hacen estas miles de especies de pequeños seres que  distribuyen el polen por la tierra, sembrando vida, creando sinergias amigables con las flores, colaborando, dándose mutuo apoyo de subsistencia. Sin el reino vegetal, el reino animal no existiría y sin la polinización ambos habrían desaparecido y el oxígeno en la Tierra sería un recuerdo del pasado. Es por ello, que les debemos a todos los seres diminutos que por el campo se extienden en miles de especies, nuestra propia existencia.

Siempre han pintado dentro de nuestras sociedades a los insectos como seres aborrecibles que nos pueden picar, que son feos de aspecto, son tan pequeños que nunca hemos reparado en su vida, en su colorido, en su empatía, en la necesidad de su trabajo cotidiano para la conservación de todos los ecosistemas. Cuando paseamos por el campo no miramos al suelo para evitar pisarlos ni tampoco nos entretenemos en observarlos. Pero sin ellos la vida no existiría.

 

MICRO RELATO MENCIÓN DE HONOR

 A TI TIERRA

 Siento la Natura unirse dentro de mí, formar un muro, una muralla callada activa y altiva, con palabras guardianes de sus puertas, de la esperanza, de lo bello y la vida, de esos versos que colorean mi existencia y que buscan respuestas entre las ramas de los árboles y el cantar de lo vivo.

El bosque me envuelve, me transporta a la esencia de mi ser, me transmite sabiduría y me lleva de la mano al mundo mágico de su universo, de su paciencia, de la sabía del saber, de las hojas que cuentan mil historias y de cómo sin moverse, sus raíces son esenciales para sostener  la vida en la Tierra.

Es necesario hacer las paces con la naturaleza y envolvernos en sus redes sin mirar atrás. Tomar el rumbo del que nunca debimos salir  y caminar por el sendero de la vida hacia la luz de la verdad.

 

MINI CUENTO MENCIÓN DE HONOR

Esclavos del siglo XXI

 Abrió sus ojos tristes, secos, sin lágrimas, con escozor en su retina y con restos de tierra seca en su piel, sediento de hambre, volviendo a la realidad de un sueño perdido, de una esperanza ahogada. Esclavo de unos hombres criminales que le hacían trabajar de luz a luz sin descanso y con un kalashnikob apuntándole en la cabeza. Tenía diez años. Soñaba con ser niño y poder abrazar a sus padres asesinados hace  años delante de sus ya inexistentes ojos a la vida.

Sentía frío y sus delgados brazos dolorosos no le dejaban descansar. De pronto una vez más irrumpió en su celda  un hombre pegando culatazos con su arma para que se levantara de inmediato.

Cómo un autómata sin nada que esperar, se puso en pié, calzó unas sandalias rotas y atadas a los pies con una cuerda, salió aún siendo de noche y le obligaron a montar en una camioneta que les esperaba con un rugido ensordecedor  y olor a gasoil quemado.

Al llegar, cogió un pico y se dirigió hacía un agujero para buscar el preciado mineral coltán imprescindible para que otros niños de otros países pudieran ser felices con sus móviles.

La huida

De pequeña fue una niña feliz. Vivía en un mundo mágico, donde cualquier acontecimiento, era una alegría y una fiesta en las calles donde vivía. Pero un día, todo cambió. Hombres, mujeres  y niños eran asesinados por francotiradores, por de la deflagración de bombas inteligentes y de racimo. Esos días donde las risas se escuchaban en cada rincón, habían cesado.

Una mañana, sus padres recogieron todas sus pertenencias y huyeron de algo que no comprendía. Pasó verdaderos suplicios y llantos, injusticias y abusos, en un peregrinar hacía ningún lado, pues todas las fronteras estaban cerradas. Conoció el hambre y el frio, la maldad y la miseria. En una de las tantas aglomeraciones perdió a sus padres y sin saber cómo, se encontró embarcada en una patera  que hacía aguas, rumbo decían al país de las mil maravillas.

Pero el destino hizo que la barca se hundiera y ese mundo feliz se convirtiera en el peor de los infiernos. Lo último que vio fueron cuerpos flotando en la inmensidad del mar, gritos de lamento y angustia, de temor y muerte.

Perdiendo sus fuerzas se dejó llevar plácidamente a las profundidades de un mundo perdido, de una huida sin fin.

Ilusión perdida

                  Diez de la mañana en Duma (Siria). Khaled de quince años salió a la calle con su inseparable balón. Quería ser un gran futbolista. A veces absorto en sus pensamientos se imaginaba saliendo al campo junto con su equipo y miles de espectadores aplaudiendo. Pero después miraba a su alrededor y solo veía escombros, casas derruidas y como sonido en ese silencio de muerte, explosiones lejanas.

Tenía su balón, único juguete con el que dormía todas las noches entre el polvo de ladrillos caídos, en un colchón en el suelo y unas paredes agrietadas por las bombas.

Cuando chutaba el balón, se olvidaba de las gentes que había visto morir en sus calles. Ese día era especial y lo sabía. Lanzó el balón hacia arriba y mientras corría para cogerlo vio que también caía un objeto acompañado de un sonido que muchas veces había escuchado. No le dio tiempo a correr. A la vez que el balón tocaba el suelo, un proyectil químico lo hacía también junto a él.

Se olvidó del campo, de su pelota, comenzó a sudar, cayó al suelo y sus ojos se fueron cerrando. Sueños perdidos  que volaron al verdadero universo de la verdad.

 

POESÍA MENCIÓN ESPECIAL

TUS OJOS…TU PERDÓN

Tus ojos me miran

con la luz de la mañana,

tristes, cansados……

Tu angustia

se clava en mi corazón.

Mis lágrimas se hunden

buscando una razón

a tanto sufrimiento

sangre y dolor.

Miro a tus ojos

y moribundo

me das el perdón,

te abrazo

me siento culpable

de tanta ambición.

Y por ello grito

con todo mi ardor:

¡Basta ya de tanta aflicción

en seres vivos como yo!.

 

Estas fueron mis obras presentadas y las menciones obtenidas. Pero sin duda, lo escrito por todos los participantes al concurso, han sido verdaderas llamadas a la defensa de la vida, de nuestra Tierra, al amor de los seres vivos y al compromiso del ser humano en la conservación de esta frágil morada.

 

 

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