Adjudicado está. La piazza de Massa Marittima es el ónfalos o epicentro de este viaje. Este lugar condensa los ideales de belleza, equilibrio y armonía que mis nervios y mi mente buscaban desesperadamente antes de venir a Italia. Si pasamos más de dos días sin venir a tomar café o a comer en esta plaza siento que algo muy importante me falta y la verdad es que no me resulta arduo convencer a mi anfitrión de que algo se nos ha perdido en Massa y que es menester dirigirnos allí cuanto antes. Por supuesto, Massa está llena de sorpresas. La primera de todas, que Massa Veternensis, población romana y previamente etrusca identificable con las ruinas de Massa Vecchia, es según las Res Gestae o historias de Amiano Marcelino el lugar de nacimiento de Constancio Galo, sobrino del emperador Constantino y hermanastro de Juliano el Apóstata, otro de los miembros de mi bestiario personal. El epíteto Veternensis parece señalar la existencia de una ciudad etrusca denominada Veternum en las proximidades de Massa; al sureste de la ciudad existen unos restos arqueólogicos en una colina llamada el Poggio di Vetreta. En el siglo X ya se encuentran pruebas documentales de la existencia de Massa en una relación de castillos y granjas vendidas a un clérigo llamado Ropprando por el marqués Lamberto en el año 973 y sucesivamente recomprados por la viuda de Lamberto Ermengarda en el 986 (nótese que los tres nombres son evidentemente longobardos). El florecimiento de la villa comienza con un proceso que ya veremos en otros lugares como Grosseto: el traslado a Massa en el siglo XI de la sede episcopal de Populonia, villa cercana en la costa que había sido saqueada por piratas griegos y destruida por la flota bizantina. La nueva diócesis se extendía también a Piombino y la Isla de Elba. Naturalmente se trajeron a Massa las reliquias del obispo más ilustre de Populonia, San Cerbone, que da nombre a la catedral de Massa Marittima.
“A Populonia in Toscana, san Cerbonio, vescovo, che, come riferisce il papa san Gregorio Magno, durante l’invasione longobarda della regione, si ritirò sull’isola d’Elba, offrendo numerosi esempi della sua virtù”
Supongo que en Populonia aún deben de lamentar la pérdida de la sede episcopal y de los restos de San Cerbone, todo ello en beneficio de Massa Marittima, que de marítima solo tiene la nostalgia, pues está a unos kilómetros de la costa, en un lugar protegido de las razzias de los piratas sarracenos y de los corsarios berberiscos. Ya saben, en la Maremma siempre hay moros y turcos en la costa. Hablaremos en otro pecio de esta cuestión.
Tras desembarazarse del control pisano, Massa fue cayendo gradualmente en la órbita económica, militar y política de Siena y vivió sus años de esplendor durante la época en que fue un comune o municipio libre (1225-1337). Durante ese período, gracias a la explotación minera en las cercanas colinas metalíferas de los yacimientos de cobre y sobre todo de la plata, recurso fundamental para el desarrollo del comercio, Massa experimentó una gran expansión urbana y se construyeron edificios de gran valor arquitectónico, aún hoy visibles y que le dan a la ciudad su encanto único. La plata no solo fue una materia prima muy popular para el comercio con Oriente Medio, sino que permitió a las grandes empresas de banqueros-comerciantes, en su mayoría de Siena, ingresar, mediante acuñación, en el sector monetario y participar en el escenario de las finanzas internacionales. Massa participó junto a Siena y el resto de ciudades en manos del bando gibelino de la Toscana en la batalla de Montaperti (1260) y se uniría a las sucesivas ligas gibelinas (1264, 1276, 1307, 1319) para acabar completamente sometida a Siena en 1337. Durante la dominación sienesa, Massa sufrió la crisis económica generalizada que sumió al sur de la Toscana en la pobreza. El gobierno comunal se degradó en beneficio del gobierno señorial y los campos se empobrecieron y despoblaron. En gran parte de la Maremma las pequeñas propiedades se concentraron en latifundios y las condiciones de vida de los campesinos, sometidos a la institución de la mezzadria o aparcería. Las grandes pestes de 1348 y 1400 solo empeorarían la situación llevando a Massa a una enorme decadencia.
En 1554, en el marco de la guerra entre Florencia y Siena, la fortaleza de Masa (conocida como el Cassero senese) capituló ante el ejército español capitaneado por Carlo Gonzaga. La ciudad, como el resto de la República de Siena acabó incorporada al Gran Ducado de Toscana. Durante el gobierno de los Medici, la suerte de Massa y la Maremma se degradó. De modo que la falta de mantenimiento de las vías fluviales y de los campos circundantes provocó que la malaria volviese a despoblar la ciudad, hasta el extremo de que cuando se extingue la familia Medici en 1737, Massa solo tenía 527 habitantes. Puede que de esa época sea el refrán:
Massa, Massa —
Salute passa.
Durante el siglo XVIII, bajo el gobierno de la dinastía Habsburgo-Lorena, la ciudad volvió a florecer: el 18 de marzo de 1766 el Gran Duque Pietro Leopoldo dividió el estado de Siena en dos provincias. La provincia baja se gobernaba desde Grosseto y a su vez estaba dividida en cuatro capitanías: Grosseto, Arcidosso, Sovana y Massa. En los años entre 1770 y 1790 se recuperaron las zonas de las marismas de Ghirlanda, Venelle, Pozzaione y Arona. Leopoldo II de Habsburgo-Lorena, en el siglo XIX, continuó las obras de mejora ambiental y desarrollo económico de la comarca: se reabrieron las minas de lignito de Montebamboli, y de alumbre de Montioni, que devolvieron a Massa el papel de ciudad minera. El Gran Duque dio un nuevo impulso a la ferrería de Valpiana e hizo de Follonica una ciudad de factorías metalúrgicas. En 1923 la ciudad de Follonica, que siempre ha sido una aldea de Massa Marittima, se convirtió en municipio autónomo. Hoy en día Follonica es la Benidorm de la Maremma. Una visita a aquel lugar me espantó. Sin embargo, la gente que conoce Bernidorm me dice que está rodeada de unos paisajes extraordinarios y que merece la pena una visita. Lo doy por bueno, pues Follonica, que es un horror absoluto, está rodeada del paisaje variadísimo de la Maremma costera y de tierra adentro, con lugares como Massa, Prata, Gavorrano y Tatti. Creo que debería ser menos maximalista y no permitir que los bloques de hormigón me impidan ver el bosque que suele haber detrás.
No hay ciudad italiana que se precie que no tenga una estadía por breve que sea del gran Garibaldi. En efecto, el libertador de los dos mundos recaló en Massa Marittima cuando huía de Roma tras el fracaso de la República Romana. Los hermanos Lapini lo ayudaron a llegar a la Cala Martina, en el golfo de Follonica, desde donde se embarcó el 2 de septiembre de 1849 hacia un lugar mucho más seguro para su integridad física, Porto Venere, en Cinque Terre, entonces perteneciente al Reino de Cerdeña-Piamonte, lugar inolvidable donde estuvimos al principio de este viaje. Sobrevive hoy para poder seguir luchando mañana. Naturalmente, la plaza de Massa solo podía llamarse Piazza Garibaldi. Situada en la parte baja de la ciudad, el terzo di civitavecchia, en el antiguo emplazamiento del foro romano de Massa Veternensis, fue la sede del poder religioso y civil de Massa: la imponente Catedral de San Cerbone (con el cuadro de la Madonna de Duccio Di Buonisegna) y los palazzi del Comune y del Podestà o Palazzo Pretorio. En la plaza está también, en frente del Palazzo comunale, el Palazzo Malfatti, mandado construir por Paganello dei Pannocchieschi para acoger a su segunda esposa, el mejor partido de la Maremma, Margherita Aldobrandeschi de los condes de Sovana. Su desdichado hijo Bindoccio fue ahogado por unos sicarios de los Orsini en 1300 en el cercano vicolo Porte. Sus restos descansan en la cercana Iglesia de San Francisco. El cronista de sociedad llamado Dante Alighieri nos contó en la Commedia vida y milagros de todos estos personajes que vivieron en Massa. Al lado de la Piazza Garibaldi está la única fuente que había en la Edad Media, Le fonti dell’abbondanza, en la que se conservan unos frescos del siglo XIV que se encontraron en 1999 con ocasión de las obras de restauración del edifico. Creo que no tienen parangón: representan el albero dell’abbondanza, del que penden unos frutos fácilmente identificables con penes masculinos. Varias mujeres los cosechan, los guardan en canastos e incluso discuten por ver quién se queda con la parte del león. Parece ocioso señalar que los frescos representan un augurio de prosperidad y fertilidad. Hay que venir a Massa para ver algo tan singular.
Por la via Moncini, subiendo una empinada cuesta, llegamos a la Porta alle Silici, del siglo XIV, que conecta los muros massetanos del siglo XII con los sieneses del siglo XIV, donde está la Torre del Candeliere y el Cassero Senese; extramuros se extiende Massa Nuova, el terzo di cittanuova. El otro restante es el terzo del borgo, situado a menor altura que el terzo di civitavecchia. Esta tierra no deja nunca de sorprender. En menos de un kilómetro está condensada la historia de Toscana, vale decir de Italia: etruscos, romanos, güelfos, gibelinos, Duccio di Buonisegna, Dante, San Bernardino de Siena, Garibaldi. Aunque solo fuera para aprender historia de Italia, merecería la pena sentarse a contemplar Massa desde la Piazza Garibaldi.
Faccio degli Uberti, el poeta emparentado con Farinata degli Uberti en su Dittamondo o corografía mundial, un largo poema didascálico en el que cuenta un largo e imaginario viaje de papel que emprendió para recorrer el mundo en compañía de un geógrafo romano, Gaio Iulio Solino, nos dejó estos versos sobre la Maremma:
Guarda, mi disse, al mare; e vidi piana
Cogli altri colli la Marema tutta,
Dilectivole molto, e poco sana.
Ivi è Massa, Grossetto, e la distructa
Civita vechia, e ivi Popolonia,
Chi apenna pare tanto è mal conduta.
Ivi è ancor ove fue la Sendonia.
Queste cità e altre chio non dico,
Sono per la Marema en verso Roma,
Famose e grandi per lo tempo antico.
Sí, qué duda cabe, Massa es todo un lugar en el mundo.