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Frontera DigitalUn edificio entero I

Un edificio entero I


Imagina que te compras un edificio entero. Imagina que un día te levantas con ganas de comprarte un edificio entero y dices, bien alto, “uy, voy a comprarme un edificio entero”. ¿Puedes? Bueno, alguna forma habrá, hay gente que lo hace… Y, además, es tu sueño, tener un edificio entero… ¿Por qué no ibas a poder tu comprarte un edificio entero?

Esa misma mañana, tras el café y los churros, y tras mirar el periódico por encima pensando en tus ganas de comprarte un edificio entero, entras en distintos bancos preguntando las condiciones de los préstamos, aunque también piensas que todos los bancos tienen unas condiciones más o menos parecidas, es decir, crueles y despiadadas. Pero bueno, tú sigues adelante en tu idea de comprarte un edificio entero.

Esa tarde visitas a tu tía en la residencia, y dice que sí, que te va a ayudar. Que le hace ilusión. Eres el único sobrino que tiene, y para qué quiere ella el dinero… Al volver de la residencia vas a un cajero y ves el poco dinero que tienes en el banco; bueno, “podría ser peor”, piensas. Tu hermana ganó un poquito a la lotería el año pasado, ¿lo habrá gastado ya todo? Realmente, no le ha dado tiempo…

Un par de días más tarde te levantas y te das cuenta, en el café con churros, de que te has decidido ya por uno de los bancos. Sumas lo que tienes en la cuenta, lo que te deja tu hermana, lo que aporta tu tía desinteresadamente (que tampoco es mucho, pero es que le hace ilusión) y calculas lo que necesitas pedir prestado al banco. ¿Aval? Avalas con lo que haga falta. ¿Tu casa? ¿Tu coche? ¿La casa de tu tía? Con lo que haga falta… Todo sea por cumplir tu sueño de comprar un edificio entero.

Pero antes de dar el paso, llamas a tu amigo arquitecto y ves con él el edificio entero, antes de invitarle a un vino en tu tasca preferida de Lavapiés. “Bueno, algún arreglillo sí que le hace falta”, te dice en confianza, golpeando un tabique con los nudillos e la mano izquierda (la derecha la lleva vendada, será de tanto golpear tabiques)… “Pero poca cosa, ¿eh?…” Tu amigo calcula por encima lo que van a costar los arreglos… Pero también te dice que hay una ayuda pública a rehabilitación de edificios (porque el edificio entero ha estado un pelín abandonado en los últimos años) a la que quizá te puedes acoger, como cada uno que tiene un edificio se puede acoger. Eso te da ánimos.

Y ya, a la semana siguiente, vas al banco y firmas y luego vas a ver al que te vende el edificio entero y también firmas. Firmas todos los papeles. Y si más papeles te hubieran puesto delante, más papeles habrías firmado. Pero por fin has comprado tu edificio entero. Has cumplido tu sueño. Tienes un edificio entero. Te metes en tu tasca preferida de Lavapiés y brindas contigo mismo mirándote a un espejo. ¿Por qué tu sueño no habrá sido tener una guitarra en vez de tener un edificio entero? No eres consciente aún de la locura que has hecho. ¿O sí? ¿Un edificio entero? ¿Qué vas a hacer tú con un edificio entero? Por el momento no sabes… Pero, oye, que al menos has cumplido tu sueño de comprar un edificio entero, no como otros, que sueñan mucho pero no llegan a…

Pero… Espera… ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué narices lo has hecho? ¿Y si todo sale mal? ¿Y si no rentabilizas tu edificio entero y no puedes devolver los préstamos? ¡Qué gran responsabilidad! ¿Y entonces qué vas a hacer? Te imaginas entre rejas. Te imaginas haciendo trabajos forzados en Siberia, ¡qué frío! Te imaginas encadenado a una bola de acero, recorriendo el…

¡Ay, qué susto! El teléfono, que se te había olvidado ponerlo en silencio… Número desconocido. Lo coges. “¿Diga?” Ah, es alguien que necesita un edificio entero. Qué coincidencia. Que te lo quiere alquilar para su negocio. «Ah, pues… Espera, que cojo un boli…»

Cotinuará…

Mientras llega la continuación podéis ir cambiando la palabra “edificio” por “teatro”, a ver cómo quedaría.

@nico_guau

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