Weiß/Colonia, 6.6.
2:00 am : Le embestí con todas mis fuerzas a la sexta novela de la saga de Sebastian Bergman, y la dejo ahora, antes de mirar mi estafeta por si llegó algo urgente, y meterme en el catrera. Y en verdad en verdad os digo, como solía decir el hijo del carpintero de Nazareth, que este Sebastian crea adicción. Esto no quiere decir que sus novelas sean un dechado de buena literatura ni que se encuentren en el podio de la novelística policial escandinava, sino sólo que dominan el oficio de crear adicción. No todos poseen ese don. Porque de que es un don no me cabe ni la menor duda.
Vino Oskar para tomarme el pelo y darme un sablazo de 800 € a cuenta de su seguro de vida. Como se trata de un dinero que es suyo, el sablazo ha sido con la hoja y no el filo del sable.
Después de leer mi diario, me escribe Marcos desde Karakogrado, en Venezuelistán: «Sobre las películas con episodios, agrega una auténtica maravilla, ganadora del Oscar al mejor filme en lengua extranjera, Ieri, Oggi, Domani [Ayer, hoy y mañana, 1963], del gran De Sica, con Loren y Mastroianni, magníficos». Cierto. Fue una de las primeras pelis que vi en Alemania, en el Berlín bueno, en el occidental, el año 64, en un cine de la Ku’Damm. Ello eleva a cinco el número de las pelis en episodios que llevo vistas: demasiado pocas, Demasiado poquísimas.
También después de leer mi diario, en la página web de Fronterad, para ver los gazapos que se me escaparon (esta vez han sido tres), me di cuenta de que no conté que cuando estuve donde la pedicura, mientras se me relajaban los pies en la palangana con agua tibia, sorprendí a la buena Dörte doblando y apilando toallas. Se dio cuenta de que la miraba y me guiñó el ojo sonriendo y me dijo: «Como esta noche no vinieron los gnomos de Colonia para terminar mis tareas, estoy haciéndolo yo». Para ser alguien que vivió en la RDA hasta la caída del muro, ha asimilado las leyendas de Colonia de una manera admirable. La balada de los gnomos de Colonia es una de las más lindas que conozco, lástima que Miss Hortensia Google sólo disponga de una versión en el idioma del Brexit.
Encontré una receta de espaguetis con camarones del Mar del Norte y salmón silvestre escocés, ahumado, cocidos con ajo y curry en leche de coco. Se la pasé a Diny. Fracaso en toda la línea, porque Diny confundió los paquetes de los camarones y usó unos del Ártico, que le sentaron a la receta como las proverbiales pistolas al Cristo de los Faroles. Que la Gastronomía es una de las Ciencia Exactas no se ha podido demostrar muchas veces de una manera tan clamorosa.
Weiß/Colonia, 7.6.
1:45 am : Reanudan la emisión de una vieja temporada de la serie policial sueca Midsommer, ambientada en la isla de Sandhamm, en el archipiélago al sudoeste de Estocolmo. La vuelvo a ver fundamentalmente por los paisajes. Y la serie no es mala, pero un pelín flojeras si se la compara con otras series suecas como las de los comisarios Beck y Wallander, El puente, Millenium…
Vino Rebeca para echarle una mano a Diny en algunas tareas domésticas. Aproveché para pedirle que le echase un ojo a mi reproductor de CD, pero me dijo que la avería era irreparable, aunque no me lo debería tomar muy a pecho, porque podía oír los CD a través de los altoparlantes de la tele, manejando el CD con el mando a distancia como si fuese un DVD. Tener hijos y nietos en la Edad de la Electrónica es algo así como para nuestros abuelos haber tenido la Espasa.
Terminé la sexta entrega de la saga de Sebastian Bergman, le he pedido a mis hijos que para mi cumpleaños me regalen el séptimo tomo, y Rebeca me llama para decirme que de acuerdo, pero que vaya acumulando paciencia porque el séptimo tomo recién llegará a las librerías en el mes de noviembre. Me parece muy bien, aunque a condición de sobrevivir hasta entonces, y la verdad de la milanesa (Río de la Plata dixit!) es que no sé si el fueyyye me dará pa terminar esta milonga.
Weiß/Colonia, 8.6.
0:45 am : Acaban de pasar La part de soupçon [La parte de la sospecha, sería su traducción], un sicodrama policial francés convincente por el trabajo de los actores, aunque –por pura paradoja– el guion se resiente de una cierta falta de credibilidad, demasiados cabos sueltos.
De repente (casi podría decir que de golpe y porrazo) resulta que la de hoy ha sido la última visita que recibo del Dr. Ruppert, a quien hace poco felicité por su cumpleaños sin saber que los que cumplía eran 70 y se jubilaba. Y a mediados de julio se irá de viaje por un año con un coche de esos que son una casa con ruedas, él, su mujer y sus mellizos de once años, estos gracias a un permiso especial de su escuela. Irán a Dinamarca y de allí con el ferry a Islandia, y luego irán a Francia, España y Portugal, donde piensan hacer la ruta jacobea desde Oporto a Santiago, para pasar a renglón seguido a Marruecos y Tanzanía. Me extrae la sangre para el último análisis que me hará y nos quedamos conversando una hora, de esto, de lo otro y de lo de más allá. Hace 15 años que es mi médico de cabecera y entre nosotros hay una si no amistad sí relación personal bastante intensa. Se da cuenta de que me ha dejado en estado de shock, nos despedimos con un largo apretón de manos y los mejores deseos mutuos.
Vienen Ulli & Carlitos y casi simultáneo el mensajero del Bistro Verde, con lasaña de salmón y espinacas para Ulli, una ensalada de lentejas pintas para Diny, las setas del bosque con linguinis para Carlitos, que es de piñón fijo; y para mí filete de gallineta, empanado, con ensalada de papas, que dejé para la cena porque la porción de pescado era digna de Pantagruel y no la de uno de los siete enanitos, que es la que me va. Conversamos sobre todo sobre la transmisión en Arte, el domingo recién pasado, de las nueve sinfonías de Ludwig van, que ellos presenciaron de pe a pa, mientras que yo me limité a la 9.ª con la Sinfónica de Viena dirigida por Karina Kanellakis. Discrepo con muchos argumentos de la opinión negativa de Ulli, defiendo la dirección de la KK con algún apasionamiento porque conozco no menos de veinte versiones de la 9.ª y creo poder hablar del tema con cierto conocimiento de causa. Al final coincidimos en que lo que le molestó a Ulli fue la puesta en escena con los jardines de Schöbrunn y las fuentes, pero esa es la aduana que debemos pagar los telespectadores de conciertos, que los directores de la emisión pongan sus ojos pecadores en algo más que el trabajo de la propia orquesta. Yo lo que hago es cerrar los ojos y concentrarme en la música, que es lo único que me importa de la transmisión.
En el foro de mi último artículo publicado en Árbol Invertido hay este comentario de un lector: «Los alemanes como siempre, tan parciales en sus juicios». Le contesto ipso fuckto: «Gracias por leerme, pero eso de que los alemanes, como siempre, tan parciales en sus juicios, es un prejuicio como la copa de un pino. Los alemanes son tan parciales como todos y cada uno de los pueblos de la tierra, con la posible excepción de los monegascos y los inuits».
Weiß/Colonia, 9.6.
1:50 am : Pasaron un telefilm francés, Bankable, cuyo título juega con el doble sentido de algo relacionado con los Bancos y con lo que en el Río de la Plata se conoce como “bancar”, es decir, soportar o aguantar a alguien o algo, así como también responsabilizarse de algo que se ha dicho o hacerse cargo de una situación. Tendré que verlo de nuevo porque o bien estoy demasiadísimo cansado, o bien el guion es algo, o mucho, confuso. Dicho de otro modo, el modo del compadrito porteño: esta peli no me la banqué.
Freddy me pregunta desde Lausana que si recuerdo el barrio donde viví en Buenos Aires, y añade que le parece que no me traje un buen recuerdo de aquellos meses. Le contesto a bote pronto, así se dice en el baloncesto: «¿Cómo no me voy a acordar del barrio donde viví? En Olivos, a una cuadra de la avenida Maipú, en la calle Córdoba al 2600. En un depto. que alquiló el amigo que nos convenció para ir a la Argentina, y tengo documentación de mi paso por Baires pero sin que en ella aparezca mi nombre: el alquiler estaba a nombre de ese amigo, el recibo de la luz a nombre del inquilino anterior, el del agua a nombre de otro inquilino pretérito y el del teléfono a nombre del propietario del depto. Y no creas que Baires no me dejó un gran recuerdo, todo lo contrario. Fíjate que desde que llegué (desde enero 67 para ser más exactos, al mes de llegar) ya estaba yo traduciendo textos alemanes en Sudamericana, donde en esos momentos se cocía la publicación de Cien años de soledad, la viví de cerca. Eso para ponerte un solo ejemplo de lo que fue mi vida allá. Y no te digo nada de las amistades tan hermosas que hicimos, a una de las cuales volvimos en el 2001, cuando viajamos de nuevo a Buenos Aires, ahora no en un barco de pasajeros ni en un crucero, sino en un carguero de contenedores. ¿No te había contado esto? Pinchando aquí puedes leer mi cuaderno de bitácora de aquel viaje».
Snežana me volvió a mandar una selección de música desde Belgrado, temas gitanos de Europa oriental, bellísimos. Le acuso recibo y trato de estar a su altura, me busco cómplices egregios y le escribo: «Bueno, Blancanieves, la sacaste del estadio, como dicen los beisboleros. Pero para que no te quedes sin una respuesta de un andaluz que adora lo gitano (aunque no los abalorios y las cuentas de vidrio de García Lorca), ahí van tres muestras donde además también suena Cuba en una de ellas: Primero La Chunga acompañada por un joven guitarrista llamado Paco de Lucía (¿te suena?); segundo La Chunga bailando una rumba flamenca, descalza, que fue como se hizo famosa; y como no hay dos sin tres, un fragmento de la peli Los Tarantos, con la maga Carmen Amaya. Siete besos de los siete enanitos de Colonia, y un abrazo de Ricardo, cabeza visible del Heptaenanato local».
Weiß/Colonia, 10.6.
Pasada la medianoche entro en los 82 años de mi edad. Brindo con un Single Malt porque el trecho que me queda (“mi plazo”, como diría nuestro entrañable Gonzalo) no sea demasiado largo ni gravoso para mi familia, y pueda morirme de repente, como mi padre, aunque él lo hiciera recién jubilado, a los 67 de su edad. Es un día que tengo marcado a fuego en la memoria. Lo mejor de mi infancia, de mi adolescencia, de mi juventud primera, murió con él ese día imborrable.
Todo el día contestando emails y llamadas telefónicas. ¡Cuánto sadismo, en una gente que dizque me quieren mucho! ¿O no es sádico felicitar a un anciano achacoso por cumplir 82 años, eh?
Me llega la felicitación de mi vieja patrona, la Radio Deutsche Welle, con una cita de Kafka, de seguro espigada en algún repertorio ad hoc, de frases relacionadas con la vejé: «Quien conserva la facultad de reconocer lo bello no envejece nunca». Según eso, soy joven. Gracias, Paco Kafka.
Weiß/Colonia, 11.6.
2:30 am : Me regalé esta noche un nuevo pase del DVD de Max Havelaar, la prodigiosa peli de Fons Rademakers, que consiguió la hazaña de trasladar a la pantalla la también prodigiosa novela de Multatuli, la obra cumbre de la literatura neerlandesa. Multatuli es uno de los pocos autores a quienes tengo consagrado un altar en mi personalísimo templo de la fama. Cuando le preguntaron a Freud la razón de que le gustase tanto la lectura de Multatuli, contestó de un modo inatacable: «Porque dice la verdad». No es por casualidad que muchísimas de las empresas dedicadas al Fair Trade, al comercio limpio, se honren con el nombre de Max Havelaar, ni de que en Indonesia sea Multatuli, a quien se debe la primera novela anticolonialista de la historia, un autor de culto al que se le han dedicado calles y levantado monumentos.
Hoy se cumplen quince años desde el día en que sin decir agua va dejé de fumar. Fue asimismo el día en que conocí al que ha sido mi médico de cabecera durante quince años, hasta el martes. «Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar, / pasar haciendo caminos, / caminos sobre la mar». Todo pasa, sí, pero siempre nos quedará Machado.
Vincent cumple hoy 18 años, se convierte en mayor de edad, ha terminado su bachillerato. Todos ellos buenos motivos para que nos reunamos en la zona ajardinada delante de la casa donde vive con Angie, nuestra ex nuera. Los abuelos de Franconia se han sumado a la fiesta y han traido una buena provisión de salchichas y cerveza de esa región alemana en torno a Nuremberg. También acude Heike, la segunda madrina de bautizo de Vincent (la otra es Montserrat). Wolfgang, mi consuegro, es el que cuida el fuego sagrado a cuya lumbre se doran las salchichas, y poco a poco vamos dando cuenta de todo lo que llega a la mesa, donde hay además dos grandes fuentes con una ensalada de papas y otra de macarrones. Todos somos de buen diente, yo mismo di buena cuenta de ½ docena de salchichas y dos botellas grandes de cerveza no filtrada, a la vieja usanza. Son casi las 10 pm cuando Frank y Montse, con Henri, nos traen de vuelta a casa.
En un momento determinado de la tarde, calurosa pero no agobiante, bajo el gigantesco platanero en el centro de la zona ajardinada, Vincent se queda como hipnotizado por el reloj que luce en la muñeca de Diny. Le pido a Diny que se lo quite y me lo dé y le explico a Vincent que pertenece a una colección especial diseñada por Friedensreich Hundertwasser, el polifacético austríaco, y la colección consta de siete motivos, uno por cada día de la Creación. Cada uno de los motivos se puso a la venta en edición limitada, con las especificaciones y la firma del autor en la contratapa, y yo compré uno en 1995 para regalárselo a Diny en su cumpleaños. Es un objeto hermoso, todos lo contemplan con ojos donde se lee el deseo de poseer algo igual.
Weiß/Colonia, 12.6.
Me dejó de llegar, de un día para el otro, y sin previo aviso, el diario virtual HuelvaYa, que me enviaban desde hace años, y le escribí a Vicente por si acaso él me podría contar a qué se debía esa repentina mudez. Me contestó que no lo sabía, pero que no me preocupase porque él recibía a diario otro periódico virtual, HuelvaRed, y lo mismo que yo hago con tantas cosas que descubro y creo que le pueden interesar a mis amistades, también él rebota a diario ese Huelva Red y me iba a incluir en la lista de reparto. En el número que me llega hoy encuentro un artículo acerca de la relación de la familia de Juan Ramón con el vino de Moguer, y cómo el propio Juan Ramón da cuenta de la presencia de ese vino en Platero y yo. Pienso en las botellas de vino de naranja y de vermú moguereño que Guillermo y Pepe nos enviaron como regalo después de la visita que nos hicieron, hace ya casi dos años. Esas botellas, le dije a Diny, no se tocan hasta que no nos visite alguien que realmente esté en condiciones de justipreciar sus respectivos caldos. Y ahí siguen. José Luis… ¿Vendrá por fin este año a Europa? Es un candidato prioritario para darle a gustar sobre todo el vino de naranja.
En la cena de hoy seguimos el lema del viejo canciller Adenauer para hacerse reelegir: «Nada de experimentos». Así es que Diny, que anda de dieta, pensando en la ecografía del intestino que le van a hacer el lunes, me preparó unos espaguetis con camarones del Mar del Norte guisados con aceite de oliva y ajo. A lo que, ya en el plato, añadí queso parmesano rallado. Y me sentí en las bodas de Camacho. Que sí, don Adenauer, que nada de experimentos.
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