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Celeste Sánchez y la lucha por el reconocimiento legal de las poblaciones afrodescendientes en México

Las personas afrodescendientes han sido largamente invisibilizadas de la historia y la sociedad mexicanas, lamenta la legisladora María Celeste Sánchez Sugía.

Sánchez Sugía, de 32 años, es la primera senadora en la historia del país que abiertamente se reconoce como afrodescendiente.

Además de su trabajo legislativo, tiene una larga carrera en la ciencia y como activista feminista. Estudió psicología y actualmente es candidata a doctora en Ciencias Biomédicas por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la Ciudad de México.

Para ella, la lucha, en este momento, es lograr el reconocimiento no sólo de la existencia de los pueblos afromexicanos, sino de sus aportaciones al país y de la necesidad de hacer efectivos sus derechos. Dejar atrás la herencia de invisibilidad y olvido a la que han sido sometidas las personas afrodescendientes desde hace 500 años.

El origen, orgullo y causa de la lucha

“Para mí, ser la primera mujer afromexicana que llega al senado de la República significa una gran responsabilidad porque desde el inicio, desde que estamos en este país y formamos parte de él, no se nos ha visto. Hemos sido invisibilizados, nuestros aportes, nuestras tradiciones y cómo es que llegamos aquí”, dijo en un entrevista con Noticias ONU.

Convirtió su origen en uno de sus orgullos y principales causas para lograr el reconocimiento legal de los pueblos afromexicanos en todas las leyes, iniciativas y programas del gobierno mexicano.

El mayor reto es convocar a las organizaciones de la sociedad civil y fomentar el diálogo de manera que los cambios o adecuaciones legales que se logren sean fruto del trabajo conjunto.

“Debemos ser nombrados en todas las iniciativas en las que se busca el acceso a derechos que todas las personas deberíamos tener, pero por ser parte de una población que ha estado en situación de vulnerabilidad e invisibilizada, nunca hemos sido nombrados. Armonización de varias de las leyes. Si bien, ya estamos nombrados en el artículo 2, ahora falta armonizar todas las leyes para que seamos nombrados en estas”, dijo.

El camino recorrido

Una frase concentra el orgullo de las gestas históricas que lograron la construcción de México y su independencia: “La patria es primero”, inscrita con letras de oro en el Salón de Plenos del Senado de la República. Se atribuye a Vicente Guerrero, el segundo presidente del México independiente y el primer y único presidente afromexicano, solamente reconocido como afrodescendiente 200 años después de su muerte.

Algo similar ocurrió con el reconocimiento de los afrodescendientes en la Constitución, que se produjo en 2019 casi un siglo después de la promulgación de la Ley máxima en el país y a casi 500 años de su desembarco en el país.

Apenas en el censo de 2020, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía incluyó en el Censo de Población una pregunta para visibilizar en las cifras estadísticas, la existencia de este sector de la población mexicana.

El resultado fue que 2,5 millones de personas se reconocieron afromexicanas y representan 2% de la población total; de ellas, el 7,4% habla alguna lengua indígena.

Actualmente, la región en la que se concentran estas poblaciones es la denominada Costa Chica de Guerrero, principalmente en los municipios de Ometepec y Cuajinicuilapa, así como en el distrito de Jamiltepec, ubicado en la región de la costa de Oaxaca y conformado por 24 municipios.

También existen poblaciones importantes en Chiapas, Coahuila, Michoacán y Veracruz. Las entidades con mayor presencia de población afromexicana son Guerrero (6,5%), Oaxaca (4,9%) y Veracruz (3,3%).

En el Marco de Cooperación 2020-2025, el Sistema de las Naciones Unidas en México trabaja para reconocer la diversidad, combatir la discriminación y favorecer la inclusión, integración y equidad de los pueblos y las comunidades indígenas, la población afromexicana y las personas migrantes y refugiadas.

Por ejemplo, las Naciones Unidas trabajan para garantizar el derecho a la educación, la inclusión en el sector productivo y laboral, el empoderamiento económico, y la participación de las mujeres en la gestión sostenible de los recursos naturales de esos grupos.

A 20 años de Durban

En septiembre, se conmemoró el vigésimo aniversario de la aprobación de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, el programa más amplio y firme para luchar contra el racismo en el mundo. Este año, el tema de la conmemoración ha sido “Reparaciones, justicia racial e igualdad para los afrodescendientes”.

Los documentos, aprobados en septiembre de 2001 en la ciudad de Durban, Sudáfrica, indican las medidas que deben adoptar los países unidos a esta declaración para poner fin al racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia e impedir que vuelvan a aparecer.

“¿Por qué es tan importante? Porque también estamos en el marco del Decenio para los afrodescendientes que comenzó en el 2015 y va a terminar en el 2024. Esta legislatura termina en el 2024 y es cuando vamos a poner sobre la mesa qué hemos hecho con los acuerdos internacionales que hemos firmado y que tenemos que dar los resultados sobre qué hemos hecho en el combate a la discriminación y al racismo”, dijo la senadora. Lo que no se nombra no existe, y lo que no existe se margina.

El efecto de la invisibilidad histórica que han sufrido los pueblos afrodescendientes en México va mucho más allá de su exclusión de los libros de texto o de la historia del país, explica la Sánchez Sugía.

Al acercarse a integrantes de la comunidad afro en el estado de Oaxaca, descubrió que una de sus preocupaciones no era estar presentes en los libros de historia, sino que las y los niños y adolescentes afrodescendientes, salían de la secundaria sin haber desarrollado competencias lectoras.

“¿Cuál es el impacto negativo en la sociedad, acerca de la marginación? No te tienen que decir aquí no aceptan negros como en Estados Unidos, pero no hay lugares en los cuales se dé una atención buena en temas de salud, en las comunidades afrodescendientes, hay mayor nivel de analfabetismo”, dijo.

Muchas realidades, muchos racismos

Para la legisladora, el principio del racismo que viven las personas afrodescendientes en México está relacionado con el proceso que lleva a la invisibilidad: tanto del propio racismo, esta idea de que en el país no existe, como que las y los mexicanos somos mestizos y que no hay diferencias entre las personas, aunque en la vida real, estas impliquen privilegios para algunas personas y discriminación para otras.

Desde su realidad, es decir de joven que hoy es legisladora pero que creció y se desarrolló en la clase trabajadora, estudió en escuelas públicas y vivió en la alcaldía de Iztapalapa (que concentra la mayor población en pobreza en la Ciudad de México), Sánchez Sugía y su familia han vivido la discriminación por su ascendencia africana.

A su mamá, en el transporte público hubo personas que le llegaron a gritar insultos como “¡vete de nuestro país!”; mientras que un evento público en el que participaba, a la senadora, una persona le dijo que las personas afro debían ser esclavizadas.

“Es vivir a diario las discriminaciones, el racismo invisibilizado porque lo invisibilizan, lo tapan con chistes racistas, con bromas. Negarte siempre algunos accesos a trabajos por tu aspecto, por tu color de piel”, afirmó.

“Cuando dicen que debes llevar buen aspecto al trabajo no te lo dicen específicamente, pero no debes ir con el cabello chino sino con el cabello planchado, debes ser blanca, delgada. Yo no tengo ninguno de estos aspectos y creo que muchas de las cosas eso es lo que habían fracturado mi autoestima e identidad a lo largo de mi historia, antes de que yo me identificara como mujer afromexicana”, dijo.

Una lucha personal

El camino personal para llegar a este punto ha sido difícil: fue hace solo 8 años, cuando María Celeste atribuyó finalmente el color de su piel y la rebeldía de su cabello negro y crespo a su ascendencia.

Lo hizo después de años de no sentirse identificada con sus compañeros en la escuela o en el trabajo, de haber sufrido discriminación y burlas racistas.

Ser una mujer afromexicana para mí es conocer tu historia, tu ascendencia africana, las tradiciones. Me considero afromexicana porque mi mamá viene del estado de Guerrero que es donde hay mayor población afrodescendiente. Ella toda la vida se ha reconocido como negra, tiene tradiciones, costumbres afrodescendientes y fue hasta hace como 8 años que yo pude decir que soy afromexicana”.

“A mí siempre me decían de dónde eres, de qué país, de qué estado eres. Nunca creían que yo había nacido en la Ciudad de México. Reivindicar mi historia hace que yo me sienta orgullosa y que haya construido mucho más mi identidad. Ser afrodescendiente, eso me llena mucho de orgullo”.

Este reportaje fue producido por Teresita Moreno, del Centro de Información de las Naciones Unidas en México.

Este artículo forma parte de una serie de artículos multimedia publicados en el marco de las conmemoraciones del vigésimo aniversario de la Declaración de Durban de la ONU, considerada un hito en la lucha mundial contra el racismo.

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