Weiß/Colonia, 14.11.
1:50 am : Lo bueno de esta peli, La aventura del Poseidón (1972), que no conocía, es que se trata de una obra coral en la que cada elemento funciona perfectamente engrasado, respondiendo a un guion escrito de mano maestra. Hubo que esperar 25 años a que con Titanic se produjera otra epopeya como esta, en 1997. Imborrable para la memoria la secuencia en que Shelley Winters bucea para salvar al conductor del grupo (fantástico Gene Hackman, como tiene por costumbre). Peli para volver a ver.
Después de leer mi diario, DC me escribe desde Santiago de Chile: «»Abandar» –en portugués– existe; pero no «abandaron». Es obvio que la «on» de “abandonaron” se te quedó en el tintero. No te preocupes, a tu edad ya es perdonable». Constato que, en efecto, en la entrada correspondiente a la peli Acusados se me escapó un “abandaron”, lo corrijo y le contesto a DC sobre la marcha: «Gracias por la corrección, y desde luego que no me preocupo, a mi edad es perdonable casi todo. Los que sí debieran preocuparse son todos aquellos a quienes durante 35 años les capté errores no consistentes en lapsus (que en el caso de «abandaron» ni siquiera lo señaló el corrector automático), no, no esas minucias que eran las que corregían los correctores en los diarios y las editoriales, sino errores de bulto y que demostraban que su nivel cultural estaba casi a ras del suelo… cuando no era subterráneo. Y ellos no tenían la disculpa de mis muchos años. // Por lo demás, «abandaron» sí existe en portugués, es la tercera persona plural del pretérito perfecto simple en la conjugación de «abandar». // Vale, con un cordial saludo desde Coronia (no es lapsus)». Y me consta que DC sabe leer entre líneas.
Weiß/Colonia, 15.11.
2:15 am : Vi primero un nuevo episodio de la serie policial neozelandesa Brokenwood y después el penúltimo de Furia, la serie de espionaje danesa. «The mixture as before [± Lo mismo de siempre]», diría Somerset Maugham, pero interpretándolo como él en un sentido positivo.
Nueva despedida de un médico, esta vez mi neumóloga, la Dr. Dornaika, que a fines de diciembre se corta la coleta y le da la alternativa a su hijo. Curioso cómo el virus nos ha dejado sin gestualidad a la que recurrir en estos casos. Ya me pasó con el Dr. Ruppert, de quien me hubiera despedido, al cabo de 15 años, con un abrazo. Y 15 son también los que mis pulmones han bailado al son que les tocaba la Dr. Dornaika, pero nuestra despedida ha sido simplemente oral, ni siquiera un apretón de manos, ni siquiera desearle que su jubilación sea tan jubilosa como lo fue la mía.
A las 4 pm en punto me persono en el consultorio de mi nuevo médico de cabecera, el Dr. Schroeder, a cinco paradas del bus en dirección a Sürth. Este consultorio es más bien una colmena. Trabajan en él cuatro matasanos (dos mujeres, dos hombres) y he contado un total de siete asistentas, todas ellas mujeres, desde pesos moscas a pesos pesados. El consultorio se encuentra en segunda fila, no directo a la calle, y en el pasillo desde la calle hay cola de espera. Pero como tengo cita me cuelo adentro sin andarme por las ramas. Finalmente conozco al Dr. Schröder, que me causa buena impresión, como a él se la causa el hecho de que le traiga un historial clínico manuscrito por mi Dr. Ruppert, amén de los últimos resultados de los análisis de sangre, y el último informe de mi cardiólogo. Me entero además de que de los cuatro galenos, tres hablan español, y tienen clientela hispanoparlante que les llega hasta de Düsseldorf y Bonn. Como me extraño al oírlo me explica: «No hablan alemán fluido, como usted». Quedamos en que a mediados de enero volveré para que me extraigan sangre, y a partir de ahí veremos cómo sigue la cosa. Espero luego una ½ hora y recibo la tercera dosis de la vacuna. Miro el reloj de la antesala y salgo aprisa para no perder el bus, de lo contrario tendré que esperar 20’ al siguiente. Pero al cruzar el semáforo e ir avanzando hacia la parada veo venir a lo lejos el bus e instintivamente echo a correr para llegar a la parada al mismo tiempo que él ¡¡y cataplúm!! doy con mis 105 k en el reputísimo suelo, con el resultado de: a) la rodilla izquierda hecha un eccehomo; b) la pernera izquierda de uno de mis mejores pantalones con un siete que más bien parece un cuatro; y c) el bus pasa olímpicamente de mi persona, mientras blasfemo de tal manera que los napolitanos me concederían su ciudadanía honoris causa. Lo único positivo es que el siguiente bus llega a los 10’, fruto del despelote horario de la KVB, la peor compañía de transportes públicos de toda Europa.
Como cada dos semanas, hablo con la Nena, en Huelva, a quien le cuento lo de mi caída y me dice que también ella se ha caído ya un par de veces. Y ninguna novedad digna de mención, sólo la de que en el cementerio, en un nicho cercano al de los suegros de Reme, descubrió una lápida muy bonita con el nombre de Tomás Ramos Martín y debajo una sola palabra: “Poeta”. ¡Tomás, qué persona tan querida y tan querible, y a quien tanto le debo! Me enteré de su muerte en el aniversario de mi boda, el 2 de julio del año pasado, por un email que me mandó su hijo. Espero que entretanto, san Pedro le haya confiado las llaves de la biblioteca del Valle de Josafat.
Weiß/Colonia, 16.11.
1:50 am : Terminó la serie danesa Furia, y a fe mía que este último episodio le ha hecho cumplido honor al título de la serie. ¿Se habrán disparado en Dinamarca tantos tiros en toda su historia, con excepción de la Guerra de los Ducados, como en este episodio final de Furia? Mare mía de mi arma, parecía mismamente el Chicago de Al Capone² [sic: a la segunda potencia].
Hoy, en La Modicana, también mucha parroquia. Habrá que preguntarle a la signora cuál es el día de la semana en que se quedan ella y la persianita mirando a las musarañas, parece que los martes no lo es más. Ulli pidió una pizza con rúcola y mozzarella, Diny risotto con ossobucco, Carlitos tallarines alla Modicana y yo espaguetis con ossobucco, porque al arroz, si no es en paella, con almejas o con leche (¡y canela!), no le entro al bulto, a no ser cuando yo mismo me preparo un risi e bisi alla Bada, con casi tanto bisi como risi. Carlitos le pidió a la persianita que le reserven una porción de ossobuco para el martes próximo. Y estaba tan rico que estoy por pedirle que sean dos. Pero me contengo.
Weiß/Colonia, 17.11.
1:30 am : Acabo de ver por segunda vez Darkest Hour [El instante más oscuro], con Gary Oldman en el papel de Churchill y Kristin Scott Thomas en el de su mujer. Me encanta este vistazo entre telones de la política inglesa en ese momento crucial de la Historia, cuando el único líder occidental que le planta cara al cabo Hitler, ex pintor de brocha gorda, es el imprevisible Churchill. Y me quedo con dos líneas de insuperable humor inglés en el diálogo: «Rey Jorge VI: ̶ ¿Cómo se las arregla para beber durante el día?» «Winston Churchill: ̶ Practicando».
Le escribo a un grupo de amistades, una especie de corte transversal en mi libreta de direcciones, desde Berlín a Los Ángeles, pasando por Madrid, Roma, Buenos Aires, Karakogrado, Medellín y México: «Todos ustedes reciben cada domingo mi Diario y saben desde hace mucho tiempo la pasión que siento por la serie filmada por la BBC, año 1995, de la novela Pride and Prejudice, de Jane Austen, uno de mis tres libros de cabecera (los otros dos son el Quijote y Platero y yo): la considero una adaptación modélica y una realización portentosa, donde actores, vestuario, decorados, música, todo hace que creamos estar leyendo el libro en la pantalla. El listón quedó tan alto que dudo de que algún día lo superen. // Suelo verla íntegra un par de veces (un largo par de veces) al año y esta vez he descubierto un fallo en el sonido. En realidad tendría que haberlo descubierto ya la primera vez, pero estaba tan embelesado en gozar de una maravilla semejante que lo pasé por alto. Y las demás veces he ido descubriendo detalles nuevos cada vez, que enriquecían mis vivencias de la versión. Esta vez, no sé por qué, me di cuenta de que en cada capítulo, un par de veces, los técnicos de sonido no lograron eliminar el chasquido de la lengua antes de empezar a hablar. Es un ruido natural que producimos, más o menos sonoro según quien lo emite, pero la grabación lo registra de manera implacable. Y en la Deutsche Welle estábamos requetentrenados para evitarlo… y si no se evitaba, un simple corte de un par de mm en la cinta lo eliminaba, como esos segundos de silencios (también segmentos mínimos de cinta magnetofónica) que eran la colección del Dr. Murke en la genial narración de Heinrich Böll. // Pocos días antes, además, descubrí una versión remasterizada de “Mi Buenos Aires querido”, por Carlos Gardel, y estoy seguro de que en todas las versiones antiguas que llevo oídas nunca registré tantas “n” intersilábicas convertidas en “r”, tantas que hacen bueno un hermoso póster del tiempo de la tétrica dictadura de los Videla, Massera, Astiz y demás ralea, póster en el que se veía la imagen clásica del Mudo, con el sombrero requintado, y al pie una leyenda inolvidable: VERCEREMO. Afinen el oído, ya desde el segundo verso: “cuardo yo te vuelva a ver”.
Weiß/Colonia, 18.11.
2:20 am : Pasaron el segundo episodio, Schändung [Profanación] de la saga del comisario danés Carl Mørck, con su asistente sirio Hafez el–Assad y la punkie Rose. Bastante buenas adaptaciones de las novelas de Jussi Adler–Olsen. Las novelas no son malas, pero las tramas suelen ser complicadas hasta decir basta, y es que los escandinavos son un pueblo con cantidades caudalosas de imaginación, así es que sus asesinos (en las novelas) planean sus crímenes consultándolos en sesiones de espiritismo con doña Agatha Christie, q.e.p.d.
Me escribió Pepe Iges, a quien tantas cosas debo, para pedirme más información acerca de la serie Pride and Prejudice, BBC 1995, que no conocía, y se la mandé junto con mi “Carta abierta a Jane Austen”. Me acusa recibo diciéndome: «¡Qué placer es leerte! Qué cosa tan fácil parece cuando lo hace alguien que sabe». Le respondo ipso fuckto: «Huuuyyyyyyyyyyyyy, don Iges, gracias, y ya mismito empiezo a tramitar que se me conceda la nacionalidad argentina honoris causa. (Es broma, como decía Cassen, ¿lo recuerdas?) En serio ahora, muchísimas gracias, Pepe, levanta mucho los ánimos –que andan de capa arrastrada, más que caída– leer una frase como esta tuya»
Mi compadre José María, en su beatus ille antioqueño, me comenta también el envío sobre Pride and Prejudice y las “ n” convertidas en “r” de Carlos Gardel, y me dice que había constatado ya que los puertoriqueños convierten las “r” en “l”. Le explico al tiro: «No sólo los pueltoliqueños, también los cubanos, y no sé si los costeños, creo que también; en cualquier caso en El Espectador hay un blog que se titula «Cattagena». En Andalucía es al revés, muchas «l» pasan a ser «r», el ejemplo más típico es el pasodoble titulado «¡En er mundo!» (con sus dos geniales solos de cante flamenco por un saxo alto y una trompeta, ¡canelita en rama!, diría mi abuela Remedios) Y los madrileños castizos tienen la rara habilidad de convertir alguna «s» en «r»: –¿Qué hora es? –Lar dos»». Arniches lo documentó, si mal no recuerdo. Y hasta puede que se lo inventara, porque al final, en vez de hablar los personajes del teatro de Arniches como los madrileños, los madrileños terminaron hablando como los personajes de Arniches. Y por cierto ¿adónde habrá ido a parar mi ejemplar de Las máscaras, en el que Pérez de Ayala desmontaba de modo implacable el teatro de Benavente al tiempo que proponía el de Arniches como modelo? Un buen día desapareció de mi biblioteca y si te vi no me acuerdo.
Weiß/Colonia, 19.11.
2:00 am : Empecé a ver de nuevo Pride & Prejudice, pero en la version de Fay Weldon, que es de 1980, y siendo bastante buena, no alcanza a la plenitud de la de 1995. Por cierto que he comprobado que la edición anotada de la novela, por David M. Shapard, un regalo que me hizo Rolando y es la que suelo manejar, se publicó en el 2004, o sea, que ni Fay Weldon ni Andrew Davis dispusieron de todo el caudal de nuevas aclaraciones de esa edición ejemplar. Donde, por ejemplo, se rechaza la interpretación que hizo sir Walter Scott de la respuesta que Lizzy le da a Jane cuando esta quiere saber en qué momento se dio cuenta de que estaba enamorada de Mr. Darcy, y Lizzy, bromeando, le contesta que cuando descubrió las bellezas de Pemberley, la espléndida mansión de los Darcy, en el condado de Derby. Sir Walter Scott se tomó en serio la pregunta de Jane [«My dearest sister, now be be serious» = «Mi queridísima hermana, ahora sé, sé seria»], sin darse cuenta de que Lizzy responde con una broma. Escocés el hombre. Pero no fue el único que cayó en la trampa austenita.
Buscando una buena versión del pasadoble “¡En er mundo!” para afrijolarle un hipervínculo en el texto que enviaré a Fronterad, encontré una del pasodoble “Nerva” que me hace llorar. Esa niña tan nerviosa todo el tiempo, que no sabe qué hacer ni con sus manos ni con su pelo ni con su vestido, tan nerviosa menos cuando toca a la trompeta un fandanguillo minero llevando el compás con la pierna derecha… ay mi Huelva «lejana y rosa», qué hondo la llevo. Una vez lo expresé en un soneto, escrito en Buenos Aires, 1967, y dedicado a Diny, embarazada de Rebeca, nuestra hija “industria argentina”, como la llama su madre:
La llevo tan adentro que sería
de tonto desmentirlo, y yo me atrevo
a decir una cosa que no debo
decir pero decirla me porfía:
Mi ciudad es pequeña, pero es mía.
La llevo tan adentro como llevo
la sangre de mis padres, y el relevo
del hijo que tendremos algún día.
La llevo tan adentro como el soplo
de Dios, y más adentro que la culpa
en el alma, y que el pájaro en la selva.
Cavadme con martillo y con escoplo
dentro del corazón, hasta la pulpa,
y allí bien dentro está: se llama Huelva.
La rodilla y el ardor con que cicatriza el eccehomo del rasponazo que me atizé el lunes. Estamos ya a viernes y el proceso avanza despacio. Lo único que en realidad me duele es cuando Diny cambia el apósito, al despegar el del día anterior. Por lo demás es sólo como una llamita piloto de combustión sorda, al costado izquierdo de la rodilla. Me temo que esto va para largo.
Weiß/Colonia, 20.11.
2:20 am : He visto seguidas dos pelis preciosas, ambas melodramáticas: en primer lugar la inglesa Song for Marion [Una canción para Marion] con un Terence Stamp insuperable junto a la fabulosa Vanessa Redgrave y una Gemma Arterton que cada vez va a más desde su Lizzy Bennet en Lost in Austen [Persiguiendo a Jane Austen, título a contrapelo del contenido de la peli, hubiera debido ser Loca perdida por Jane Austen]. Y luego una peli sueca, Mammoth [Mamut], que nos arrastra con sus tres historias contadas en paralelo, muy compleja la trama, pero conducida con pulso firme por Lukas Moodysson. Muy en sus papeles la pareja gringo–latina, Michelle Williams y Gael García Bernal, y el descubrimiento de una actriz filipina, Marife Necesito, como niñera de la hija de aquella pareja, y que le enseña tagalo a la niña, gracias a lo cual nos enteramos de que en tagalo a la bicicleta la llaman bicicleta: en fin, alguna herencia dejó nuestra lengua en el archipiélago.
De cena, nidos de hojaldre con ragú de ternera, que es uno de mis platos favoritos. Diny come dos y yo tres, y habría engullido alguno más. Mientras doy buena cuenta del tercero, Diny, tras un largo silencio, me dice que si mi rodilla sigue así tendré que ir al médico, no sea que me dé el tétanos o una septicemia. Con el desapego a la salud que es una de mis peores características (aunque no la peor) le contesto que si hubo peligro de tétanos o septicemia, ya estaría muerto.
*******************THE END*******************