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Mientras tanto#5cosas por las que ha merecido la pena estar vivo esta semana...

#5cosas por las que ha merecido la pena estar vivo esta semana (51)

Sestear absorto y pálido   el blog de Jose de Montfort

1.

Lo nuevo de Juan Cicerol, «Enamorado de tu sonrisa».

 

 

2.

La canción de ELYELLA «La Historia Interminable», con la colaboración de Magüi (Ginebras) y Marc Ros (Sidonie).

 

 

3.

 

 

La columna de Jorge Carrión en La Vanguardia «Que se joda el lector medio». Aquí.

Un extracto:

«Los medios culturales parecen no darse cuenta de la contradicción: escogen novelas tradicionales y realistas como las mejores del año, al tiempo que celebran con pirotecnia el centenario de la publicación del Ulises de Joyce. La literatura innovadora es muy importante, nos recuerdan, siempre y cuando se quede en el pasado y haya sido escrita en otro idioma. Menos mal que la editorial Jekyll & Jill ha rescatado con su exquisitez habitual –mil ejemplares numerados y estuchados a mano– Larva. Babel de una noche de San Juan , de Julián Ríos, la más joyceana de las ficciones de la literatura española. Porque en este país se ningunea lo radical: hay que ser extremadamente gentil y amable con el lector medio para ser bendecido por el mercado, que es el prólogo para que la crítica incluya a un autor en el canon.»

 

4.

 

 

El último programa del podcast La emboscada, dedicado a la poesía de Basilio Sánchez. Aquí.

 

5.

 

© Timoteo González

El artículo «¿Qué hacía un chico como él en un lugar como este?» de R. Pérez Barredo, publicado en El Diario de Burgos, donde los amigos de Briviesca de Toño Martín, cantante y frontman de los primeros cuatro discos de Burning, evocan su recuerdo y magnetismo. Aquí.

Un extracto:

«Hombre especial, de una honestidad brutal, a Antonio Martín le gustaba sentarse a leer en un banco de la plaza del pueblo, frente al Templete. También daba largos y solitarios paseos por el extrarradio, en busca posiblemente de sí mismo, de llenar aquellos huecos que siempre le faltaban. Alternaba en el Ekus, garito al que regaló vinilos que compró en Nueva York, en Londres. Discos únicos. «Era un lujazo», dice Raúl, uno de los dueños de aquel bar. «Sabía muchísimo de música, era la hostia oírle hablar. Y tenía imán y esa elegancia…», apostilla. Compartiendo una cerveza, tanto Raúl como Carlos, otro de los amigos de Antonio y músico por más señas (integrante del grupo de rock briviescano Punto G), la figura del líder de los Burning adquiere un perfil tan humano como mítico. Ambos hablan maravillas de la persona y del artista. De su cercanía, de su magnetismo, de su elegante manera de estar en el mundo. «A nosotros nos ayudó mucho. Éramos unos chavales que estábamos empezando en la música y nos empujó, nos alentó», señala Carlos, quien habla también en nombre de Jesús, otro de los miembros de la banda briviescana.»

 

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