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Las ratas


Un hombre se despierta sobresaltado en mitad de la noche. Chorrea sudor a pesar de que solo lleva puestos unos escuetos calzoncillos. Se levanta y va al baño. Se lava la cara y la cabeza calva con agua fría. Se mira en el espejo y la imagen que le refleja es la de un hombre fornido tirando a grueso, mas cerca de los cuarenta que de los cincuenta, de piel blanca algo pecosa y con mucho pelo pelirrojo en el pecho y en los hombros.

De vuelta a la habitación decide salir al balcón, donde se enciende un cigarrillo. Apoya los antebrazos en la barandilla, mira hacia la calle bajo sus pies y se prepara para recibir una bofetada en el rostro… la del olor nauseabundo que lo inunda todo. Su calle es una mas de las miles que conforman los suburbios de Delhi, aunque se diría que todo el país huele igual… Excrementos, basura, podredumbre, humo… Huele a humanidad en su pleno apogeo y el calor no hace mas que potenciarlo. A esa hora su calleja se encuentra inusitadamente tranquila, vacía. Nada que ver con el bullicio que muestra durante el día. Los sonidos de la ciudad quedan ahora amortiguados por la oscuridad y la lejanía, y apenas quedan un par de luces encendidas que iluminan tenuemente algunos rincones. Después de darle unas cuantas caladas a su cigarrillo escucha el sonido de golpes sordos y carreras. Como de costumbre, parece que hay animales moviéndose rápido por el suelo. El ruido suena cada vez mas cerca, se intensifica por un momento y después se para de golpe.

En una esquina delante de su ventana, aclarada por la exigua luz de una farola, distingue a ver un perro flaco y sarnoso que tiene acorralada a una enorme rata gris. Al perro, sabiéndose tan al alcance de su presa, se le eriza el pelo del lomo, ensena sus colmillos y empieza a gruñir mientras se acerca hacia la rata en posición de ataque. La rata mueve su hocico puntiagudo cada vez mas nerviosa, corre de un lado para otro y emite gemidos intermitentes. De repente se pone en pie sobre las patas posteriores, como intentando parecer mas alta, quizás en un ultimo intento por amedrentar al perro, y emite un chillido largo y estridente. Por un momento el perro se queda parado. Después todo se sucede a gran velocidad. De todos los oscuros agujeros de la calle, de las alcantarillas, de las grietas en las paredes, de debajo de los coches, empiezan a salir ratas, cientos de ellas, grandes y grises como la otra y empiezan a rodear al perro, le saltan encima, le muerden, consiguen tirarle al suelo sin que a este le de tiempo a reaccionar y empiezan a comérselo vivo. El perro da chillidos agudos de dolor, al principio se mueve frenético, rodando por el suelo, intentando sacarse a las ratas de encima, lanza mordiscos desesperados. Pero no acierta a conseguirlo y sus sacudidas y gritos se hacen cada vez mas débiles hasta que paran por completo.

Al hombre en el balcón se le ha apagado el cigarro entre los dedos. Mira horrorizado el espectáculo con la boca abierta. Se deshace de la colilla con un ademan rápido y entra corriendo dentro de casa. Cierra las ventanas detrás de si a pesar del asfixiante calor y se tumba rígido en la cama. No se mueve, casi ni respira, atento a cualquier pequeño sonido que pueda venir del suelo bajo su lecho o a cualquier pequeño cambio en el patrón de sombras de su techo. Seguro ya de los días contados que le quedan por vivir en ese país, no consigue quitarse de la cabeza la escena que acaba de ver y se imagina que mañana, cuando salga al bullicio de su calle de camino al trabajo, del perro solo quedaran unos pocos huesos desperdigados por el suelo en los que nadie se fijara. Lo que mas le obsesiona es la manera en la que, en apenas unos segundos, la relación entre el depredador y la presa, entre el perro y la rata, cambio de sentido para acabar con el perro devorado por las ratas. Y el hecho de que se comunicasen entre si para coordinar un ataque semejante… Ya sabía que las ratas han demostrado tener una inteligencia muy desarrollada, que supera con mucho a la de animales netamente superiores, que les ha permitido desarrollar una sofisticada organización social y una extraordinaria capacidad para vivir en casi cualquier entorno. Las ratas grises son de hecho unas consumadas especialistas de la adaptación: hasta nadan y bucean para capturar peces. No recuerda donde lo leyó, pero también sabe que son capaces de comunicarse en la oscuridad por medio de ultrasonidos, gracias a sus bigotes que utilizan como sensores y que, a pesar de alimentarse fundamentalmente de la basura humana, también actúan como depredadoras cuando la situación lo requiere: de insectos, de anfibios, de pequeñas aves… pero, de perros? Y de h… En ese momento empieza a escuchar tenues arañazos en la puerta de la habitación.

Un hombre se despierta sobresaltado al amanecer. Le han despertado unos arañazos en la puerta de la habitación. La abre y entra su perro, que enseguida se sube a los pies de la cama y se acuesta. Él, aun aturdido por la pesadilla de la noche, sale al balcón. Se extraña de ver su calle, la calle Princesa de Madrid, completa e irrealmente vacía. Todo es silencio. Vuelve a entrar precipitadamente y coge su móvil de la mesilla de noche. Lo enciende y enseguida lo entiende todo. Es domingo, 15 de marzo de 2020.

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