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Mientras tantoHumor viejo, prejuicios nuevos

Humor viejo, prejuicios nuevos


El que haya visto, más bien el que haya vivido, la comedia norteamericana de los 90 recordará que los temas eran afilados y muchos cómicos acababan en la calle por pasar los ahora conocidos “límites del humor”. Escribí hará unos años sobre SNL un artículo y reconozco que tengo bastante afecto por lo atrevidos que eran.

«Hoy se sale»

En esa cuadra de satíricos, que en su mayoría fichó Dennis Miller -uno de los pocos cómicos abiertamente republicanos-, destacaba Chris Rock por su incapacidad absoluta de control verbal. De familia obrera neoyorquina -algo no tan común en el programa– y a pesar de su dislexia alcanzó poquito a poquito la fama como stand-up, siempre detrás de la estela de ese mito que fue Eddie Murphy entre los afroamericanos.

Que no te engañe Salvini: ser negro siempre mola.

Es el Nueva York de los 80, el The Warriors, el crack y los grupos de rap políticos, y no pueden negarse las credenciales proletarias a Rock. Todo ello le quita el sambenito “heteropatriarcal” que le ha caído por el chiste tonto a costa de la mujer de Will Smith y el propio cómico recordaba al locutor Howard Stern años antes de esta polémica:

“No, nunca suavizo mi material. Empiezo diciendo: “¿Qué no puedo hacer?” Y si es nada, haré lo que tenga en la lista, lo haré. Si intento aclarar las cosas ellos dirán `Oh, Dios mío, no puedes hacer eso´. Incluso cuando presenté los Óscar era parte del trato: `Decidme que no puedo decir ahora. No vais a oír este material hasta, más o menos, cinco minutos antes del show”. Porque es mi estilo: ir tan lejos como se pueda”.

Esa generación que va de finales de los 80 hasta más o menos el 95 en Saturday Night Live era muy satírica, muy malvada, y este sketch donde Frank Sinatra, The Sinatra Group, insulta a todos habría tenido difícil salida en el programa actual.

«Ya sabes, le pones una bolsa en la cabeza y haces lo que tienes que hacer». Un Sinatra tan exagerado como divertido.

Rock no duró más de tres años en Saturday Night Live: fue parte de los llamados Bad Boys del programa, (Adam Sandler, Chris Farley, especialmente David Spade y un poco menos Rob Schneider), que fueron expulsados la mayoría en 1995 por carecer de tacto en un ambiente de humor familiar como SNL. Incluso, Rock se juzga apenas como cómico de cuota afroamericana en esa biósfera blanca:

“Me contrataron porque `In Living Color´ estaba teniendo éxito. SNL no había tenido un tipo negro en ocho años o algo e `In Living Color” funcionaba, así que tuvieron que contratar a alguien negro. Lo diré de esta manera: no molestaba”.

El propio Sandler admiraba a Rock por tener “los cojones de decir” lo que se le pasa por la cabeza sin pensar en las consecuencias. Esto, ahora, es anatema en unos programas cómicos norteamericanos que llevan años adormecidos por la protección a unas minorías que se consideran intocables. Quien busque un sketch como The Sinatra Group (donde se llega a decir en boca de la parodia de Sinatra -ese genio de final jodido que fue Phil Hartman- que “la bebida es la maldición de los irlandeses”) en el muy pudoroso programa actual se topará con una frustración sin igual.

La minoría como tupé

Quizá ese sea el sentido de la bofetada de Will Smith, que el amigo Jorge Freire ha juzgado bastante bien como caballeresca: un recordatorio de que la comedia que despuntaba en los 90 ya no es posible en 2020. El problema es que, a mi entender, esta torta no deja de ser la tollina de un cura preconciliar trasplantada al dogma posmoderno: así respondían en cualquier seminario de los años 50 a las agudezas del espíritu volteriano que tocara. Pero, como decía el malicioso Pío Baroja, “la gente quiere a los curas”.

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