Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
ArpaGreta Chicheri

Greta Chicheri

Tengo dos madres tierra, una me dio la vida; otra, la madrastra, la inspiración. La primera es de una belleza exuberante, resplandeciente, húmeda y sensual, es mi tierra gallega. La segunda, desde donde escribo, es tierra de entrañas calcinadas, rojo fuego, sombras infinitas, es Fuerteventura. En esta isla me reencontré con el mar, uno más cálido que el de mi niñez, y descubrí la soledad de un horizonte sin fin que me llevó hasta la pintura.

 

Supongo que en mi obra ambas madres están presentes de algún modo. 

 

Nací en A Coruña en 1982 y tras licenciarme en Bellas Artes abandoné Madrid en el 2005. 

 

En mi primera exposición individual en Fuerteventura, titulada Paisajes desde la isla del viento (Castillo del Tostón, 2005), me asomaba a mi nueva residencia a través de maderas encontradas como únicos soportes del acrílico. Años más tarde repetiría localización con Océano Mar (2010), dibujos y collages sobre la inmigración y la relación del hombre y el mar. Entretanto realicé varias colectivas donde seguía investigando la relación del hombre, la vivienda y la naturaleza. (El artista y la isla I, II y III, 2008, 2009 y 2010, en el Centro de Arte Juan Ismael de Puerto del Rosario y Semanas en el jardín, en la galería madrileña Utopia Parkway, en el 2006).

 

En 2011 presento en el CAJI Poesía muda, en la que recopilo todos los trabajos desde que llegué a la isla. En el catálogo del mismo nombre Carlos Díaz-Beltrana escribe que mi pintura “se puede disfrutar como un baño en el mar o como la música. Sin pedir nada, dejándose penetrar por su poesía visual y su misterio. Descubriendo un mundo diáfano, donde sólo hay casas, tierra seca, un cielo azul atlántico y, a veces, el mar o algunos objetos que lo merodean, bañadores, tablas de surf. Formas comunes con las que la artista crea una poética enigmática que concilia la realidad y la metafísica. (…) 

 

Amable para los ojos, levemente nostálgica, sutil y crítica, la obra de Greta Chicheri no idealiza unos paisajes sino que los muestra oscilando en el tiempo. Parecen imágenes del pasado, pero intuimos que también están cerca, anacronismo vivos que ya nadie habita. No hay hombres en sus casas ni en sus paisajes, del mundo animal sólo queda algún perro o gato solitario, y del vegetal unas plantas autóctonas. Un hábitat que el hombre urbanita abandonó hace mucho tiempo y que la artista nos propone revisitar. En islas como Fuerteventura aún es posible vivir en sintonía con la naturaleza, en casas sencillas y paisajes volcánicos, oyendo silbar el viento y con un mar de estrellas en el cielo.”

 

Y es que mi pintura, más allá de una representación, es mi manera de soñar el mundo que deseo vivir.

 

El mismo año de Poesía muda, 2011, fui seleccionada para el premio Manolo Millares, con exposición colectiva en la Sala Caja Canarias de La Laguna. Un mes más tarde me concedieron el accésit del premio de Pintura Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, expuesto en el Museo Néstor de la ciudad.  Espacios que me dieron la oportunidad de poder difundir mi proyecto de fusión de arte y vida.

 

Mientras escribía estas palabras, sombras, plataneras y arquitecturas del alma se podían ver en Fuerteventura, the endless summer, mi última exposición en Utopía Parkway. 

 

 


Más del autor