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Frontera DigitalLos Cinco y yo (Antonio Orejudo) y la aristocracia de las ciencias

Los Cinco y yo (Antonio Orejudo) y la aristocracia de las ciencias


Quintín siempre se creyó un genio llamado a renovar las matemáticas. El sueño de su padre era que estudiara ingeniería aeronáutica. Por eso, su decisión de estudiar matemática teórica lo decepcionó. Le preguntó que por qué lo hacía y él respondió desafiante que las ciencias aplicadas eran para los débiles; la matemática teórica era la aristocracia de las ciencias.

Las ciencias aplicadas son para los débiles, dice el texto y es una línea de pensamiento bastante arraigada entre algunos sectores de matemáticos y físicos. Yo la encuentro bastante divertida y con su puntito de verdad, como todos los tópicos y como todas las exageraciones. El viernes pasado hablábamos aquí de los recelos recíprocos entre ciencias y letras. Hoy los de letras no entran siquiera en consideración. Como químico que soy reconozco que la dificultad de una carrera es directamente proporcional a los años de matemáticas que hay en ella. Pero no se habla aquí solo de dificultad, sino del carácter plebeyo que supone buscarle una aplicación a lo aprendido, al estudio. Esa visión romántica del saber por sí mismo no es en realidad exclusiva de las matemáticas puras o teóricas, sino que podrían también compartirlas carreras como Filología Clásica

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