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Mientras tantoMurieron los de Gurugú

Murieron los de Gurugú


Estos protagonistas de mi novela el Juramento de Gurugú, ¿se acuerdan?, se han muerto. Fueron asesinados por la UE, y por las manos del ejército de Marruecos. Podría decir alguien que es una exageración, pero como no es la primera vez, entonces no hay excusas.

Os cuento cómo fue: Estaban en aquel monte jugando al fútbol y deseando ser del Chelsea y de vez en cuando contaban sobre su país. Mientras, España hacía ver que sería un gran pecado que pusieran el pie aquí. Y es que desde los Urales hasta Finisterre se teme y se odia a los negros, así de claro. Y entonces amanecimos anteayer y vimos que los voceros de los políticos se desgañitan haciéndonos creer que los ocupantes del Gurugú dieron la consigna y se lanzaron con tanto ímpetu que se atropellaron, se pisaron y por ello murieron en la cantidad que dijeron. Pero si aquella era la verdad, por qué salieron las autoridades a apoyar la actuación del ejército de bosque marroquí en vez de condolerse por los muertos. ¿Quedan, pues, retratados o no?

Hay unos africanos que, sin venir a cuento, siempre suelen estar orgullosos de serlo y, además, son seguidores del coronel Gadafi y detractores diarios de Macron, pues creen que él es imperialista e ignora que África puede valerse sola. Bien, ignoran estos africanos que la cuestión sobre la que estamos hablando se tocó en la novela El Juramento de Gurugú, y es sobre quién mata y cómo influyen las muertes sobre comunidades enfrentadas. Es decir, sobre quién mata mejor. Y esto es decir sobre quién es el más fuerte. Lo decimos porque si de la cantidad de muertes habidas se contara a sólo cinco soldados de Marruecos, hoy todas las televisiones del mundo estarían en el Monte Gurugú dando cuenta de la vida los alacranes, porque ya no tendrían qué decir. Pero no ha ocurrido nada porque han muerto los de siempre. ¿Saben por qué esto ha ocurrido, y así seguirá? Porque los africanos han decidido que se aplique sobre ellos las teorías de Darwin, por la que sobreviven los más fuertes. Lo que ignoran es que cuando consienten que esta teoría pese sobre sus vidas, los malvados pueden quitarles la vida sin sentir el peso de la ley porque el hecho se atribuirá al complimiento de lo que hemos hablado, que sobrevivirá el más fuerte.

Como este asunto habla de un libro que recoge la vida de estos señores vilmente asesinados, hemos de decir que el mismo no ha visto la luz en este país y ya hemos dicho que puede ser debido al mismo hecho por el que se dispara sobre los que asoman su cabeza por la frontera; es decir, que cuanto más se oculte los hechos de los negros, sean buenos o no, nadie los buscará y así el país no se llenará de ellos, atraídos por el éxito de los primeros. Esta es la razón que se esconde tras el hecho de que de los libros de escritores negros, y de los guineanos, no se habla, un asunto del que hemos hablado, incluso, en el Instituto Cervantes, estando presente muchos testigos.

Mirad, africanos orgullosos de serlo, a la vez acérrimos enemigos de Macron y de la France entera: como el asunto este de los muertos a manos de Marruecos no se lleve a un tribunal que lo juzgue como crímenes contra la humanidad, dejad ya de ostias y seguid rigiéndoos por las teorías de Darwin, pues ya está bien.

Post Scritum: La novela inédita El Juramento de Gurugú tiene una edición inglesa y otra francesa, y fue escrita con la intención de que el dinero que generara se destinara a aliviar el vivir diario de los refugiados de Gurugú. Hicimos partícipe de nuestra intención a uno que siempre habla de estos temas en las redes sociales y que parece que tiene una ONG en la que se insiste en lo mismo. La respuesta que nos dio fue extraña, nada compatible con las razones que tendría para dedicar una ONG al tema. Esta es la razón por la que mantenemos su amistad en esa red social, pues si lo hubiéramos echado no se hubiera sabido que tuvimos aquella intención. Ahora, cuando se publique la novela,  ya no pensamos ahorrar dinero para nadie, pues están muertos. Nos lo quedamos, pues hace mucha falta. (Si no se lo quedan los libreros)

Barcelona, 30 de junio de 2022

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