Weiß/Colonia, 26.6.
1:30 am : Diva [La diva] es una peli que no conocía y me ha gustado, aunque cuando el guion me parace algo confuso, especialmente al final. Pero siquiera fuese por ver y oír cantar el aria de La Wally a Wilhelmenia Fernandez, ya valdría la pena esta filmación. Pienso en el curioso destino de ese aria bellísima, “Ebben? Ne andró lontana”, que es la única pieza de Catalani que ha quedado en el repertorio de la ópera clásica y que ha sido citada tantas veces en el cine (recuerdo A Simple Man, por ejemplo) y hasta para hacer la publicidad del whisky Ballantine’s. ¿Fue porque Catalani murió joven, minado por la tisis? En cualquier caso, Toscanini bautizó a dos de sus hijos con los nombres de los protagonistas de la ópera, Wally y Walter: es otra manera de permanecer en la memoria.
Me despierto con una sensación muy extraña porque estaba soñando que le contaba a alguien, que no recuerdo quién es, un chiste de humor negro. Hasta recuerdo el chiste: «El niño llorando porque su madre no lo pasa a buscar y el portero del colegio le consuela: “Quizás salió de casa a buscarte y en ese momento pasaba la máquina aplanadora del asfalto… O como ustedes viven al otro lado de la bahía, ¿no es verdad?, pues a lo mejor se hundió el vaporcito del mediodía, o un submarino lo echó a pique”». Es la primera vez en mi vida, que yo recuerde, en que me pasa algo semejante. Se me ocurre que algún mecanismo interno de mi sique ha empezado a descacharrarse.
Mi taruguita publica en su blog un texto al que le dejo este comentario: «Hace muchos años, en una serie de aforismos, incluí el siguiente: «El amor es envejecer juntos, dominando todas las veces los ocasionales deseos de retorcerle el pescuezo a tu pareja». Unos veintytantos años después, para mi mayor sopresa, la hija menor de mis vecinos (a la que vi crecer con mis hijos desde chiquita hasta hacerse mujer hecha y derecha), me anunció que se casaba y quería pedirme permiso para incluir ese aforismo mío en la invitación a su boda. Pasada la sorpresa, lógicamente se lo concedí. Tras haberlo pensado con harto detenimiento, su decisión me pareció la de una persona con visión de futuro».
Voy a la cocina para servirme un vaso de agua fría, abro la nevera pequeña y encuentro en ella los platos sin lavar de nuestra cena, el cacillo de la salsa (vacío, menos mal) y un cedazo metálico que no sé de dónde habrá salido. Lo pongo todo en el fregadero, seguro de que Diny no recordará mañana semejante desaguisado. Es un género de felicidad que me desearía.
Weiß/Colonia, 27.6.
1:56 Cambio en la programación del primer canal, ARD, pasan Amour [Amor], en homenaje a Jean–Louis Trinignant. La veo con ojos distintos que las veces anteriores. No sólo porque Trintignant se nos murió el viernes pasado; hay también autocompasión en el llanto manso con que acompaño una que otra escena, y la final… Me conmueve sobre todo aquella en que Emmanuelle Riva toca el piano y Trintignant la oye sentado, hasta que de repente apaga el tocadiscos y descubrimos que Emmanuelle Riva no estaba tocando, era sólo el personaje Anne en la imaginación de Georges. Es una escena con tantísimo poder de convicción que te estremece cada vez que la ves como si fuese la primera. Amour, creo, es la más hermosa y dolorosa historia de amor que se haya filmado en toda la historia del cine. Curioso que la pasaran esta noche, casi como complemento a la columna de mi taruguita querida.
Anoche, anonadado por esa obra maestra de Michael Haneke, olvidé consignar que antes había visto un nuevo episodio de la serie policial danesa protagonizada por el comisario Dan Sommerdahl, de la brigada criminal de Helsingborg. Y la verdad es que también olvidé consignarlo la semana pasada, y la explicación debe ser que es una serie que veo casi por obligación, por ser escandinava, pero con un perfil bastante por debajo de las demás grandes series nórdicas. Es una serie del quiero y no puedo. Como las novelas de Pepe Carvalho, donde lo único interesante es ese apellido portugués.
Leí de un tirón la versión alemana de What We Did to Father [Por qué me comí a mi padre], de Roy Lewis, y con toda certeza no he sonreído tanto en estos últimos tiempos –hasta me he reído en algún momento– como con este libro, más inglés que las rocas blancas de Dover y el five o’clock tea.
Cuando me siento a leer en la mecedora del cuarto de huépedes (y ahora de Diny) tengo al alcance de la mano 12 volúmenes de Julio Camba, dos de Larra y Las confesiones de un pequeño filósofo, y de vez en cuando descanso de mi otra lectura con una o dos páginas de esos libros, y siempre es algo que me recompensa. Azorín, hoy, por ejemplo, con esta frase: «dos cirios chisporrotean; sus llamas tiemblan a intervalos, con esas ondulaciones que parecen el lenguaje mudo de un dolor misterioso». Este es el Azorín que venero y que nada tiene que ver con sus trocherías políticas. Por cierto que la trochería onubense, palabra que Diny adora, no encontró aún su camino en EL diccionario.
Acabo de descubrir que Diny ha puesto a recargar su móvil ¡¡con el cable del ratón de su Laptop!! Pero esta es una cosa que puede contarse con una sonrisa, es como un gag de peli del cine mudo. Mucho más Chaplin, Buster Keaton y Laurel & Hardy me desearía yo, pero como dijo Borges, muy cruelmente, de Baroja: más aceite da un ladrillo.
Weiß/Colonia, 28.6.
1:30 am : Decidí volver a ver Pride & Prejudice (BBC 1995), esa obra maestra de la adaptación a TV de una obra maestra de la literatura. Los duelos verbales entre Lizzy (Jennifer Ehle en el papel de su vida) y Mr. Darcy (un insuperado Colin Firth) son de alquilar balcones. Y de nuevo me atraen esos cuadros románticos ingleses, aunque la mayoría de los paisajes son renanos, en casa de los Bennet. En el recibidor del piso de mis padres había dos iguales. Sonrío pensando que Pride & Prejudice me recuerde a Huelva, y me pregunto si alguna vez escribiré ese cuento que tengo tan rumiado, con unos descendientes de sus personajes en Minas de Riotinto y en la Casa Colón, tan cerca de donde nací.
Hoy, en La Modicana, Ulli ensalada con sandía, Diny y Carlitos spaghetti alla modicana, y yo, por no ser más que ellos, repito también mis spaghetti alla pescatore, esta vez con mucho atún. A los postres, unos dulces llamados “Brutti e buoni [Feos y sabrosos]”, que vienen envueltos como los polvorones, los alfajores y los roscos de vino de las navidades españolas de antaño (no sé de ahora) y saben como merengues sin relleno: Delikatessen de la pastelería de Veniani Costantino, en la Piazza degli Uffici de Gavirate, a orillas del lago de Varese, entre la Lombardía y el Piamonte, lindando al norte con Suiza. Me encanta rastrear lugares en mis atlas y mis mapas, es una manera de hacer turismo mental.
Murió Fina Marruz. Una de las voces más personales e imperecederas del idioma. No tengo nada en contra de Dulce María Loynaz, excepto el recuerdo de lo que me contaba Álvaro Mutis, que la gente de su grupo en Bogotá, cuando ridiculizaban a algún poeta por lo cursi y relamido siempre citaban a la Loynaz. Desde el 1992 no he dejado de pensar que ese fue uno más de los yerros mayúsculos del Cervantes, aquel año debió haber sido para Fina. Que los dioses la hayan recibido en su seno.
Weiß/Colonia, 29.6.
Diny anda poniendo en orden las baldas de su biblioteca, en su cuarto de trabajo, y me trae por si lo quiero hojear el libro con la crónica de su familia materna, la rama Kluitman–Hermsen. El libro lleva una cita de Pasternak en la primera página: «Todos hemos llegado a ser humanos sólo en la medida en que hemos amado a las personas y hemos tenido la ocasión de amarlas». Hojeando la crónica me entero de que el Registro Civil neerlandés se creó en la época napoleónica, pero existen documentos que acreditan la existencia de Hermsens desde 1630. Diny aparece varias veces citada en el libro, yo sólo en el facsímil de la esquela fúnebre de mi suegra, encabezando la lista de sus doce hijos (porque la lista incluye la Annie muerta niña, entre los nacimientos de Harry y Willy). Es un sentimiento raro, este de saberse persona atestiguada en la intrahistoria de los Países Bajos.
¡Me publicaron en Bogotá la carta abierta a Nora Ephron! Y un tuit en la cuenta de mi buen Alfonso: «Chiste para ser contado con acento de mayordomo madrileño en una mansión aristocrática de la capital: “Sr. Marqués, la Sra. Marquesa me manda decirle que no le importa que os folléis a la criada, pero sí que os limpiéis la polla en los cortinajes del salón”». Este chiste, siempre que nos veíamos, Claudia me pedía que se lo contase y se descuajaringaba de la risa, todas y cada una de las veces. Quién sabe, a lo peor equivoqué mi camino, debí dedicarme profesionalmente a contar chistes.
Weiß/Colonia, 30.6.
1:45 am : Fanny Lye Deliver’d [Fanny Lye liberada] es una peli que no voy a olvidar fácilmente, es de las que se mete bajo la piel. Creo que se ha escrito en general muy poco acerca de lo que supuso la liberación de la mujer, pero aún menos se habrá escrito de lo que eso debía significar en la segunda mitad del siglo XVII en lugares como Inglaterra, bajo la dictadura férrea, sangrienta y analfabeta de Cronwell. Esta liberación de Fanny Lye resulta paradigmática al día de la fecha si se piensa que tuvo lugar en Rhode Island, entonces colonia de Inglaterra, adonde Fanny emigró en busca de la libertad con que no podía soñar en su país. ¿Quien emigraría hoy a Estados Unidos en busca de la libertad? Me encanta que la peli se cierre con la “Oda a la Alegría” en una versión de marcha marcial festiva, jubilosa, subrayando los títulos: si no supiéramos que es un tema de Beethoven pensaríamos en una marcha de Philip Souza, especialmente por los pífanos, que también me recuerdan a Shostakovich. Y me encanta asimismo haber descubierto a Maxine Peake, actriz de esas que sólo produce Inglaterra y que no sé por qué casi siempre te las imaginas sobre las tablas, declamando a Shakespeare.
Le mando a mi pequeña Phoebe el texto transcrito de la fonocarta que me envió Julio en su día y donde me hablaba, entre otros temas, de Hermann Hesse: «El de la propiedad creo que no se plantea. La fonocarta es mía puesto que se trata de un regalo que me hizo Julio, y en últimísimo término, si acaso, sería propiedad de la Radio Deutsche Welle, pero el regalo me lo hizo a mí, al amigo, no al redactor de la emisora. Prefiero enviarles el texto ya, para que tengan tiempo de ver dónde lo pueden encajar mejor, la efeméride es el 9 de agosto. Y como veo que trabajan con mucho adelanto quiero proponer desde ya, para diciembre, que se cumplen cien años del nacimiento de Antonio di Benedetto, un trabajo sobre la que creo que es una de las tres obras maestras de la novela latinoamericana del siglo XX: Zama, un relato grandioso, si no lo conoces no te lo pierdas. Es el Pedro Páramo argentino, no por la temática ni nada por el estilo, sino por la sencilla grandeza del resultado. Ya me dirás».
Weiß/Colonia, 1.7.
1:25 am : Empecé a ver Cézanne et moi, pero no consiguió atraparme, como por lo general no logran atraparme las pelis cuyos protagonistas son pintores. Hay excepciones. La formidable Rembrandt van Rijn, de Alexander Korda, en 1936, con un grandioso Charles Laughton; el Renoir, de Gilles Boudos, del 2012; la Paula (Moderson–Becker) del 2016 con una insuperable Carla Juri… Pero pienso en los tres Van Goghs cinematográficos que conozco y los tres son prescindibles. Y bueno, el Toulousse–Lautrec de Moulin Rouge se salva gracias a la peli, que es retebuena, y es tolousse–lautreciana.
Recibo un email de Karim donde me cuenta que a su hijo de 11 años le concedieron la nacionalidad holandesa. Le contesto ipso fuckto: «Recuerda siempre que la nacionalidad de tu hijo es neerlandesa, no holandesa. No existe la nacionalidad santandereana, ni siquiera la paisa». El mundo anda bastante desquiciado sin necesidad de que alguien sostenga que posee la nacionalidad catalana, corsa, bretona, tejana, paulista, carioca, quebecois, qué sé yo… Ya es bastante notable per se que en Europa existan las nacionalidades andorrana, lichtensteiana, sanmarinense, monegasca, ¡vaticana! Dicho sea de paso, esta última está protegida por una Guardia Suiza con uniformes diseñados por Michelangelo con una visión de futuro rayana en lo genial: en su clarividencia artística los dejó vestidos para hacer buena figura en todos los documentales y pelis ambientados en Roma. ¡Loor al maestro!
José Luis me llama la atención acerca de una novela que ha editado Anagrama, de Jonathan Coe, Mr. Wilder & Me, se la pediré a Jordi, amigo de tantos años y que nunca me niega el envío de ejemplares de su escudería. Hollywood mola mucho en España. Hay la peli de Pilar Miró, Gary Cooper que estás en los cielos; hay una novela ahora no recuerdo de quién, con John Wayne rodando en Barcelona; hay un libro de recuerdos de la canaria Rosario Valcárcel sobre la filmación de Moby Dick, con Gregory Peck, en aguas de Gran Canaria; hay la teleserie «Arde Madrid», sobre la estadía de Ava Gardner en España, en ocho episodios que dentro de poco pasará un canal alemán en versión original, y hay una investigación extraordinaria de dos periodistas de Huelva sobre la verdadera historia de El hombre que nunca existió, el comandante inglés William Martin, cuya tumba es la más visitada de nuestro cementerio… Mientras le escribo esto a José Luis, se me ocurre agavillar en un libro todos mis textos sobre cine y ofrecérselo a Jordi. Sé de antemano que no lo publicará, pero al menos le dejo testimonio de mi agradecimiento por tantos libros como me ha regalado a lo largo de los años.
Weiß/Colonia, 2.7.
Hoy es el 56.º aniversario de nuestra boda. Ayer le dije a Diny que hoy iríamos a almorzar con Ulli y Carlitos para celebrar nuestro aniversario, y preguntó extrañada: “¿El cuánto aniversario?” “El 56.º”. “¡Huy, tantos ya! ¿Y tenemos que llevarles algo?” “¿Algo? ¿A quiénes?” “Pues a Ulli y Carlitos…” Ahí me cayó el vintén: “Diny, es nuestro aniversario, no el de ellos”. “Ah…”, y en eso quedó la cosa, pero luego, al venir a darme el beso de despedida de cada noche me preguntó si debía felicitarme o compadecerme. No supe qué responderle. Gruñí algo así como “Tú sabrás…”
Nuestra intención era almorzar hoy con Ulli & Carlitos en el Bistro Verde, pero cuando llamé para encargar una mesa me enteré de que están de vacaciones hasta el 18 de julio. La Modicana cierra los sábados a mediodía, y propuse el Marano, que es heladería y café, pero también tiene cocina de restaurante. Vamos allá. Cerrado asimismo los sábados. Probamos en el Maasen, pero está cerrado por vacaciones. Queda la solución del chino, en Rodenkirchen, pero en el camino se me ocurre recordar el Palladio, el italiano en la plaza de San Materno. Y recalamos en él. Todos comen bien menos yo, que encargué sopa de pescado preguntando previamente si era bullabesa y con azafrán y me dijeron que sí. Mentira pura. Era fondo de pescado (de ese que se vende ya embotellado o enlatado), con trozos de pescado, dos gambas pequeñas y un mejillón. Como los tropezones y dejo el resto, y me juro que esta es la última vez que he venido a comer aquí. No he comido bien ninguna de las cuatro o cinco veces que hemos venido, y ya me harté. Menos mal que Ulli, Diny y Carlitos parecen haber comido bien, y por eso no protesté a cuenta del engaño con la sopa de pescado, pero una y no más, santo Tomás, como decía mi abuela Remedios q.e.p.d.
Duermo la siesta y me levanto medio zombie. Hemos tenido todo el día 27º, y recuerdo que ayer traduje un par de tuits alemanes que decían: «Si a los 29º a la sombra te llega hasta la nuca un soplo de viento por la ventana abierta, eso es mejor que tener sexo. […] He dejado a mi dulcísimo papá en el auto, para que se caramelice. […] Mi cerebro estaba tan ocupado tratando de bajar esta mañana sano y salvo las escaleras que no devolví los «Buenos días» a nadie: 100% bochornoso. […] Si no emigramos pronto se me va a licuar el cerebro». La Renania, en un verano tórrido, es una sucursal del Infierno.
*******************THE END******************