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Agnes, madre de 19 años, aprende hostelería gracias a un programa de la ONU en Liberia

El programa enseña a las niñas liberianas a hornear y tiene por objetivo brindarles un medio de subsistencia. Esta iniciativa ha supuesto un gran cambio en la vida de las niñas ya que las ha ayudado a ser independientes.

Agnes-Josephine Kenderman, madre adolescente, se beneficia de una iniciativa respaldada por la ONU para empoderar a las niñas vulnerables. En esta capacitación aprenden a preparar y vender pasteles y otros productos.

“Mi nombre es Agnes Kenderman. Tengo 19 años y vivo en New Kru Town, en el condado de Monteserrado, con mi madre y mi hijo. Mi comunidad me eligió para el programa de formación.

Mi madre tiene un mal estado de salud y mi padre murió hace mucho tiempo, durante la guerra civil Tengo un hermano mayor. No crecimos con muchas cosas, teníamos que buscar aquí y allá para comer. Como todos los demás, sobrevivimos en la comunidad a través de trabajos pequeños.

Una infancia difícil

Mi madre solía vender pescado en el mercado. Una tarde, cuando tenía unos cinco años, no sé qué pasó, pero sin darme cuenta caí en el aceite caliente mientras estaba ayudando a mi hermano a freír el pescado. Tuve suerte, no sé qué hubiera pasado si mi hermano no me hubiera salvado antes de que me quemara la cara.

Nuestra madre vendía en el mercado pescado, pimienta y vegetales, cuando los conseguía. Mi hermano y yo no asistíamos a la escuela. Yo cocinaba y me hacía cargo de la casa cuando mi mamá estaba en el mercado.

Cuando nuestro padre murió, mi madre se casó con otro hombre que no era nada amable con nosotros y tomaba mucho alcohol. Aún recuerdo cómo la solía golpear a menudo.

Era doloroso, yo siempre me quedaba callada y le tenía miedo. Mi hermano siempre trataba de evitar que golpeara a nuestra madre, pero el hombre se volvía y lo golpeaba gravemente. Cada vez que él o alguien trataba de acosarme, mi hermano me protegía.

Tras cinco años, decidió dejarnos en paz. Después nuestra madre se enfermó y ya no podía mantener a la familia. La vida fue dura.

Ahora, mi hermano está casado y tiene su propia familia, esposa e hijos, y ya no vive con nosotras.  En este momento soy la única que cuida de nuestra madre y también de mi hijo.

Aprender un oficio 

Mi vida ha mejorado desde que fui seleccionada para participar en este programa. Soy mucho más feliz y recibo el respeto de la comunidad.

Aprendí hostelería, que consiste en cocinar, hacer pan,  pan dulce, galletas y pasteles entre otras cosas.

Después de la capacitación y las prácticas de tres meses, nos dieron los ingredientes, incluida la harina, el aceite, la mantequilla, el azúcar, la leche, la levadura, los saborizantes, las tazas medidoras y el polvo para hornear. Estos productos me duraron un mes.

Teníamos que madrugar mucho para ir al centro de formación. Pero cuando pensaba  lo que podía significar para mí, en lo que me podría convertir, los beneficios que traería para mí y mi familia, ¡me levantaba rápidamente de la cama y corría!

En el futuro quiero seguir aprendiendo. Me gustaría mucho dedicarme a hacer pan y glaseado para pasteles de bodas y cumpleaños. También me gustaría cocinar arroz frito y ensaladas.

A la gente le encanta comer y si haces algo dulce y sabroso, vendrán una y otra vez. ¡En Navidad y Año Nuevo gané mucho dinero con las ventas!

Esta capacitación me permitió ser independiente. Ahora puedo mantener a mi familia con dinero y otros gastos”.

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