Weiß/Colonia, 16.10.
1:45 am : Renuncio a ver de nuevo Dance with Wolves [Bailando con lobos] y bien que lo siento, pero termina tarde luego de las 3:00 y temo dormirme viendo una obra maestra. Creo que no me lo perdonaría nunca. Aunque ese “nunca”, me digo, ¿cuán largo será? ¿años, meses, días? Chi lo sa!
Después de leer mi diario, Susanita me cuenta que también José María está leyendo Revolución y a mi vez le cuento que Willy es el Wil de la dedicatoria del libro. David, su autor y del que hizo sobre el Congo, otra obra maestra. es muy amigo de Willy, a quien sólo llamamos así los miembros de su familia: en el mundo editorial e intelectual neerlandés, donde es un peso pesado, se le conoce como Wil Hansen, así firmó siempre sus notas. Willy ha editado incluso las poesías completas de Borges: «Les mando una foto suya (a la derecha) con los dos traductores a quienes encargó la proeza, y una compatriota de ustedes a la que le entregaron el primer ejemplar de la misma. La edición es bilingüe y yo estuve muy relacionado con ella, Willy me llamaba cuando encontraban una dificultad («la sombra del paraíso agrietaba las paredes», que no tiene nada que ver con La Comedia del Dante, sino con la Botánica, es una de las que recuerdo)». También me dice Susanita: «Mientras leía “me piden mis memorias” y antes de que lo digas, pensé “¡Pero si están en sus diarios!” Lo que pasa es que tus fans somos insaciables…» Y lo mismo que Susanita desde Baires, Anotota desde Medellín: «Estoy de acuerdo, para qué escribir tus memorias, ¡ya están escritas! En qué estarán pensando, me pregunto».
También después de leer mi diario, Marcos me escribe desde Karakogrado: «Te parecerá algo increíble, pero ¡yo sí pude ver –sobre todo oír– la interpretación CANTADA del himno español! Un día sábado estaba buscando en la TV un canal deportivo donde iban a transmitir un juego de béisbol que me interesaba; pues resulta que por casualidad encontré un canal que transmitía una especie de «mundialito de fútbol juvenil» que se celebraba por estas tierras. Justo entonces veo en la cancha a dos grupos de jóvenes uniformados, listos para la oída –y cantada– de los himnos respectivos. Primero fue el himno de un país centroamericano que no recuerdo, y luego le tocaba a la selección española. Para sorpresa y asombro de los jovencitos hispanos, sonó por los altoparlantes del estadio la melodía conocida como himno español, ¡con letra! Nunca olvidaré el desconcierto de los chicos, que se miraban entre sí, y a su entrenador y técnicos, que tampoco entendían nada». Le contesto: «Puede ser. Allá por 1981 tuvimos una periodista argentina (Luisa Valmaggia, hoy famosa en la TV y la radio, en Baires) haciendo unas prácticas en la redacción y un día me preguntó que por qué Diny y yo habíamos regresado tan pronto de su país, siendo así que nos habíamos ido allá como emigrantes, para quedarnos pa los restos. Le contesté la verdad: que Diny estaba embarazada y no quise, de ningún modo, que nuestros hijos crecieran izando la bandera y cantando todas las mañanas las babosadas del himno nacional, que lo escuchábamos en nuestra casa, aunque lejano, viniendo de un colegio del barrio: «Ahí descubrí que era un europeo irremediable». «Pero, me contestó ella, yo fui como alumna al Colegio Español y ahí se izaban las dos banderas y se cantaban los dos himnos». «Imposible, argüí, el himno español no tiene letra». Ella: «¿Que no?» Y empezó a cantarlo. ¡Trágame tierra! Era la letra que le puso Pemán por orden expresa de Franco, y que se debía cantar todos los días en la escuela, le expliqué, y añadí: «Fijate que eso fue en el 39, el año de la victoria franquista, el año en que nací, y me escolaricé en 1945. ¡y ya entonces no se izaba la bandera ni se cantaba ese texto espantoso! Ni siquiera Franco, en la cumbre de su poder, consiguió que el pueblo español cantase babosadas rebosantes de imperios donde no se ponía el sol». Para mi fue evidente que los Colegios Españoles en Latinoamérica, subvencionados desde Madrid, acompasaron a su ritual matutino el izar la bandera roja y gualda y cantar el abominable texto de Pemán. Ese debe ser el que oyeron los pobres chicos de la selección española. La raza, como dicen los chicanos, se divierte a su manera: como nos hemos acostumbrado a ver partidos de fútbol internacionales y a que los hinchas de cada once corean sus himnos, la hinchada española, para no ser menos, corea la onomatopeya del nacional español: «Chinta chinta tachín tachín tachín tachín tachín tachín tachín tachín tachín tachín chinta tachinta tachín tachín tachín tachín tachín tachín tachín tachín tachín tachín…etc» hasta el final, por fortuna es breve, óyelo abriendo este enlace, y trata de tararearlo con las onomatopeyas que te transcribo»
Weiß/Colonia, 17.10.
2:00 am : He estado viendo en ZDF Info un par de documentales sobre crímenes no aclarados. Suelen ser mejores que muchas series policiales, y me gusta verlos cuando no hay ninguna peli que merezca la pèna en la programación.Drì
Concha Cardeñoso me ha dejado un comentario al pie de mi artículo de hoy en Vasos Comunicantes: «Casualidades de la vida…Precisamente me han encargado la traducción de Pride and Prejudice… Espero no cometer esos errores ni otros semejantes. Y que Dios me pille confesá. Cruzo los dedos. Rogad por mí». Le deseo suerte y que se haga con un ejemplar de The Annotated Pride and Prejudice, editada por David M. Shapard. El mío me lo regaló Rolando el 2007, recién aparecida la edición, y desde entonces es una compañía constante en esta mesa, junto con el Quijote y Platero y yo.
Le escribo al jefe de Prensa del Museo Wallraf–Richartz: «Poseo desde hace 33 años una acuarela del francés Marcel Jacque, que me regaló mi colega uruguayo César Salsamendi con motivo de mi 50.º cumpleaños. Èl a su vez la recibió regalada por el maestro Joaquín Torres García, de quien recibió lecciones de pintura en Montevideo: Torres García la había adquirido durante su estancia en París (1926-1932), antes de regresar definitivamente al Uruguay. De común acuerdo con mis hijos deseamos entregar esa acuarela al Museo Wallraf–Richartz como préstamo permanente. ¿Con quién debo contactar para formalizar la entrega? Le agradecería que me llamase mañana martes a las 12:00 (soy un poco mochuelo y me levanto tarde) para que pudiésemos hablar del tema». Herr Swertz me contesta casi a vuelta de correos: «Agradezco su generosa oferta de préstamo de la acuarela de Marcel Jacque. Sin embargo, en este asunto debo remitirle a nuestros colegas del Museo Ludwig, ya que nuestra colección «sólo» abarca hasta el impresionismo tardío». Ay pena penita pena…
Weiß/Colonia, 18.10.
Penúltimo episodio de la última temporada de Crímenes en las Shetlands, la saga de Jimmy Perez. Y a saber cuándo volverá la serie después de la próxima semana. Ay.
Lo primero que leí hoy, a las 9:15 aprox., al levantarme de la cama, asearme un poco y abrir la compu para ver los correos llegados en la noche, antes de ponerme a desayunar, es un email de Martín, desde Montevideo, diciéndome que Jorge murió ayer, en México. Me dejó desarbolado. De inmediato llamé a Mecha, que estaba en cama, con dolores artríticos muy fuertes y el corazón destrozado. Charlamos como media hora, de cuando nos conocimos ellos y yo, entonces ennoviado, de cómo asistieron a nuestra boda, de cómo los visitamos en Montevideo cuando Marcelo estaba recién nacido (la leyenda familiar cuenta que Marcelo fue «encargado» el día de nuestra boda, y aunque no fuese cierto, lo que sí lo es, es que nació a los nueve meses de esa boda nuestra)… Lloramos juntos. Y luego vino la dolorosa tarea de tener que contárselo a Diny, cuando regresó de su “residencia de día”. Diny adoraba a Jorge y anda ahora cuestabajo a la demencia, pero la noticia la ha recibido con llanto también. Jorge ha sido uno de los mejores amigos que he tenido en mi vida, desde aquel día lejano de 1965 que lo conocí, cuando estaba estudiando en el Conservatorio de acá. Era un ser humano extraordinario y uno de los artistas que más he admirado. Violinista de la crème de la crème en su profesión, sacrificò su carrera a la pedagogía (Martín fue uno de sus alumnos predilectos). Cuando tuvo que abandonar el Uruguay, a causa de la dictadura, vivió unos dos meses en nuestro apartamento del Karolingerring 29, hasta conseguir un trabajo, encontró un piso e hizo venir a Mecha, con Marcelo, Valeria y Matías, cuyas edades son casi especulares con las de nuestros hijos. No sé qué decir. Es una pérdida terrible. Descansa en paz, Jorge, nunca olvidaré el concierto de Mendelssohn que ensayaste en mi presencia una noche montevideana, en tu casa de Retiro. Descansa en paz, amigo tan querido.
Hoy en La Modicana con Claudia y Javier. Esta vez estábamos tan enzarzados en la plática que no me fijé bien en nuestros encargos, sólo recuerdo a ciencia cierta el mío: unos espaguetis con gallineta y gambas. Claudia me trajo dos ejemplares más de La bufanda de Cambridge, que encontró entre lo que se trajo de Bogotá la última vez que estuvo allá.
Asimismo después de leer mi diario, mi compadre José María me escribe desde su beatus ille: «Creo haber sido uno de los que alguna vez te insinuó lo de tu autobiografía. Mea culpa. No habrá una más completa y detallada que tu diario». Y le contesto ipso fuckto: «Y sí, qué mejor libro de memorias que mi diario… Aunque la verdad es que desde hace algunos meses vengo callando mucho, para que no parezca el libro de Job». Si bien ésta fue una prueba en la que Jehová tuvo piedad con Job.
Weiß/Colonia, 19.10.
Anoche olvidé consignar que el episodio de la saga de Jimmy Perez es aquél en que su hija descubre el ejemplar de Cien años de soledad que le regaló su presunta amante, y le dice que mejor le hubiese regalado El amor en los tiempos del còlera, esa novela de García Márquez que a decir verdad es un involuntario homenaje a Corín Tellado, casi a su nivel. «Lo digo y no me corro» © by César Vallejo.
Le escribo al jefe de prensa del Museo Wallraf–Richartz disculpándome por la tardanza al contestar su email de anteayer: «Lamento que nuestra acuarela de Marcel Jaque no encaje en los parámetros epocales del Wallraf. Ahí estaría en bastante mejor compañía que en el Ludwig, donde hay demasiado pop art y expresionismo abstracto, que no me dicen nada. Le hablo como lego, naturalmente, pero a nadie que me conozca le extrañará que prefiera Velázquez y Rembrandt a Jackson Pollock y –quelle horreur!– Andy Warhol». Pero por otra parte, me digo, allá cuelgan también muchos cuadros que me gustan, entre ellos “Ema (Desnudo en una escalera)”, mi preferido entre los de Gerhard Richter.
Weiß/Colonia, 20.10.
1:45 am : Terminó la temporada de las serie inglesa sobre El joven Morse. En ella tiene una novia a la que no le he visto el pelo en episodios anteriores, y que no es la hija del inspector Thursday. Creo que no es lo que nos esperábamos los adictos a esta serie.
Regreso donde mi cardiólogo. El Dr. Stäblein se alegró mucho al saber que mi nuevo médico de cabecera es el Sr. Schröder, en Sürth; según me dijo, los tres médicos que se desempeñan en ese consultorio son de lo mejorcito en su profesión. Por lo demás, mi electrocardiograma, mi presión arterial, el riego sanguíneo de mi cerebro, todo sin novedad en el frente, todo en orden, Me emplaza para una próxima consulta en octubre del año que viene, salvo que se presenten complicaciones. Lo dicho: que me voy a morir sano.
Weiß/Colonia, 21.10.
0:45 am : No hay nada en la tele que me llame la atención y mañana debo madrugar, es decir, debo levantarme a más tardar a las 8:30 porque a las 10:45 pasarán a buscarme Ulli & Carlitos para ir al Museo Wallraf–Richartz. Así pues, ¿quién dijo miedo? ¡sus, y al catre!
Visitamos el Museo Wallraf–Richartz, primariamente con la idea de recorrer la exposición sobre la lectura y la escritura, compuesta de 41 grabados (de los fondos del propio museo) y dos pergaminos de un Gradual del monasterio de Santa Clara, acá en Colonia, acerca de la cual pienso escribir mi próxima columna para La Jornada. Para nada nos ha defraudado. Es una exposición en la que se han cuidado todos los detalles, y que se centra en tres objetos legibles y escribibles: la carta, el periódico, el libro. Se agrupan en dos salas del Museo y son un repertorio de miradas a la actividad lectora y escritora, con obra gráfica de Beckmann, Toulouse–Lautrec, Daumier, Granville, Vuillard, incluso un precioso Rembrandt [“Sabio en su estudio (Fausto)”]. En una de las vitrinas adicionales, en el centro de la primera sala, una reproducción facsímil de una estampilla de la Polinesia Francesa con un cuadro de Gauguin titulado en lengua tahitiana con una expresión que significa “¿Esperas una carta?” Y aprovechamos la ocasión para subir luego al tercer piso y contemplar mi cuadro favorito entre los que cuelgan en este Museo, “La colada en la pradera”, de Liebermann, que es el predilecto de Diny. Y por los grandes ventanales nos asomamos a las obras del Miqua, el futuro Museo Judío de Colonia, una de las mil y una construcciones de esta ciudad que avanzan a ritmo de caracol perezoso.
En el camino de regreso, Ulli y yo sopesamos las posibilidades que se nos abren para el almuerzo, en el chino o en el Bistro Verde, en Rodenkirchen. De una manera salomónica, Carlitos resuelve poner pro a Sürth, a La Modicana, donde la signora exclama al vernos entrar «Che bella sorpresa!» No están acostumbradas, ni ella ni Minou, a vernos llegar un viernes.
Weiß/Colonia, 22.10.
2:15 am : Tenía dos opciones esta noche: volver a ver Los intocables (en alemán se titula bobamente Los insobornables) o Los cañones de Navarone, pero Los intocables la pasan con alguna regularidad, hace poco que la vi de nuevo, y Los cañones de Navarone no la he visto desde que la estrenaron en Huelva a principios de 1962. Así es que me decidí por ella, y me ha gustado tanto como entonces, es una de las mejores pelis bélicas que recuerdo.
Vino Rebeca para acompañar a Diny a la peluquería, y trajo dos tortas, una de Apfelstrudel y otra de queso con mandarinas, para nuestra visita de hoy. El café saldrá del paquete que nos regaló Marta la última vez que nos visitó: así tambièn México, donde ha muerto Jorge, estará presente en la reunión.
Antes de que llegaran los Risis llamè por teléfono a José Luis, que ya está desde el lunes en la Casa Böll de Langenbroich. Casi no padece con el décalage de ocho horas que tenemos con Managua y ya lo visitó el profesor que prohijó su tesis de doctorado. El martes trataré con Ulli y Carlitos de armar una visita nuestra allá. Lo interrumpo porque llega una llamada que supongo es de los Risis anunciando retraso, pero no, es Rebeca anunciándome que llegarán con 20’ de retraso porque el bus de las 12:17 pasó de largo por la parada sin que el conductor se dignara mirar si había pasajeros esperando. Lo he dicho y redicho en este diario docenas de veces: la KVB, la compañía de transportes públicos de esta ciudad es una de las que peor funcionan en toda Alemania. Y además es cara. Cara y mala, hideputa.
Estuvieron hora y media con nosotros Mecha, Valeria y Matías, a quien no veíamos desde hace 39 años, este año cumplió 50 y cuando lo despedimos camino del otro lado del charco tenía 11. De los seis niños (los tres de los Risis y nuestros tres, que jugaron mucho juntos) era el menor y el más gracioso. Ahora es un hombre hecho y derecho, nos hemos dado un estrecho abrazo para celebrar el reencuentro. Creo que no hemos tenido una visita tan hermosa desde hace saben los dioses cuántos años, tal vez incluso fue en el milenio pasado. [Miento porque flaquea mi memoria: en el 2016 vinieron desde Huelva la Nena, Mónica y Nuria para celebrar nuestras bodas de oro]. Y creo que nos han hecho bien tantas remembrazas de aquellos años que convivimos en Colonia, de nuestro encuentro con Mecha y Jorge en Montevideo, 1967, recién nacido Marcelo, de una relación fraterna y continuada desde 1965, que fue cuando nos conocimos, cuando me fichó la Deutsche Welle, donde Jorge ya colaboraba como free lancer. Es muy probable que Matías regrese el año que viene para asistir a la dirección de la nueva temporada de una teleserie muy popular acá en Alemania. Ojalá sea así. Repetiremos el abrazo entrañable de la despedida de hoy, pero en versión de bienvenida.
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