Durante la redacción de las notas que siguen, de manera subliminal me estuve preguntando todo el tiempo: ¿haré un doble envío ya este sábado? ¿Doble envío? ¡Demasiado pronto!, me contesté día a día. Pero hoy, sábado 7, después de anotar mis tareas del día, encontré en la bandeja de spams de mi compu un email de Arcebelle, desde Toronto, que me disipó las dudas. En él me dice:
«Después de esto tan fuerte que han pasado, al menos ya los siento situados. Más pequeño, pero poco a poco irán acomodando sus cositas. Del apartamento que teníamos en Caracas a este te cuento que es como la tercera parte, me vine con algunas cosas porque no sabía que iba a quedarme. Las que se quedaron, la mayoría las regalé, otras alguien se encargó de venderlas. Los regalos fueron a personas muy precisas que sabía que las iban a apreciar. Mi biblioteca casi la perdí, algunos libros los tengo aquí. Están muchos en mi vestidor acomodados, no clasificados y en una bibliotequita que tengo en mi cuarto. Algunos están debajo de mi cama!!! como cuando era niña y vivía en algo más pequeño que esto. En fin. Siento en mi profundo corazón por lo que están pasando y te entiendo perfectamente. Extraño tu Diario ameno y ya tomo café sin diario los domingos. Espero que te animes a seguir, aquí tienes a tu fan número uno».
Luego de leer esas líneas pensé en los escapados del infierno ¿socialista? venezolano, en los fugitivos del terror desatado por Putin en Ucrania, que se tuvieron que ir con lo puesto, como Arcebelle, y me dio vergüenza dudar en publicar estas notas ya escritas en mi nuevo domicilio. Son un pequeño paso para mí, pero uno grande para intentar recuperar la normalidad. Por eso las entrego a ustedes, sin poderles garantizar una continuidad regular en las primeras semanas, mientras tanto nos instalamos. El día 23 debemos entregar las llaves del Pflasterhofweg 11a a su dueño, y desde ese momento creo que las cosas se pautarán poco a poco por sí solas. En todo caso, estas letras son también para saludarles, agradecerles por los testimonios de solidaridad y afecto que me siguen llegando al apartamento 230 del Maternus Seniorencentrum de Rodenkirchen, y para desearles un próspero y feliz 2023… y todos los que sigan, no seamos cicateros al usar fórmulas tan esclerosadas como esta.
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Rodenkirchen, 1.1.
Llamé a la Nena para felicitarla en el día de su santo; es bueno empezar el año reanudando las viejas costumbres.
A media tarde escribo mi columna semanal para EE: se la he dedicado a Luciano porque se la ha ganado a pulso.
Por la noche veo Sabrina en la versión checa y con un buen sonido, a pesar de lo minúsculo de los auriculares de la compu portátil de Diny. Como me la sé de memoria, no me importa el idioma en que oigo la banda sonora. Por mí podría ser suajili, idioma del que sólo conozco la voz “hatari”, que significa “peligro”, y “agachingo rachumi”, que Dieter me enseñó y exclamábamos a dúo para significar que aquella copa iba a ser la última del día.
Rodenkirchen, 2.1.
Visita de las damas de la asistencia diaria a Diny. A partir de hoy, de lunes a viernes, una de ellas pasará a buscar a Diny (hoy a las 2:30 pm) para sacarla a pasear y distraerla por un par de horas. Da la casualidad de que es la misma que asistió a Helmut, el padre de Frank, y los conoce a Frank y a Montserrat.
A pedido mío vino Herr Nicol, el jefe de servicio de este segundo piso, le pedí a Diny que se retirase a su habitación, y le expliqué a Herr N. que no estaré 100% tranquilo en esta vivienda mientras no se vuelva invisible la toma de corriente en la cocina, debajo de la cocinita de dos placas montada en ella y que no se puede desmontar. Herr N. se da cuenta del motivo de mi miedo: un mal día Diny descubre la toma de corriente, conecta la cocinita y no quiero ni siquiera imaginar otra catástrofe como la del 28.11. Regresa al rato acompañado de Pablo, argentino, el primer fueguino que conozco. Es un poco factótum, y después de hacerse cargo del problema dice que la solución consiste en desconectar en la caja de fusibles el que corresponde a la cocinita, que lo tiene propio. Pero además trabaja luego un rato más hasta dejar la toma de corriente perfectamente camuflada. Respiro aliviado.
La asistenta que viene a ponerle el pijama a Diny es española, de Barcelona. Digo que es española porque se alegró al saber que soy español y además no habla castellano con acento catalán.
Por la noche, con mis whiskies, programo un gran reportaje de Carlos Valdano sobre Pelé.
Rodenkirchen, 3.1.
Salí a hacer compras en la tienda de al lado, el supermerecado ReWe: las compras fueron whisky y un buen escobillón para el inodoro, porque por comprensibles razones higiénicas, el escobillón no forma parte del invenrtario de la vivienda.
Pablo no pasa a conectar el televisor de Diny
Visita de Chico. Viene a devolverme mi llavero con las llaves del viejo piso en Weiß y conversa un largo rato con Diny. También para él es un ejercicio de paciencia y de control de voz estar platicando con una persona sorda y casi demente, por muy madre suya que sea.
Rodenkirchen, 4.1.
Paso la tarde poniendo orden en la contabilidad doméstica. Poner al día toda la documentación que me traje del piso de Weiß va a requerir al menos una hora diaria durante un par de meses.
Tampoco aparece Pablo hoy, a pesar de mi reclamación al jefe de este piso, Herr Nicol, que es de una amabilidad y una eficiencia ejemplares.
Comiendo, Blanca me dice que no se sorprende de que yo coma poco; me cuenta que en su infancia, en Santander, al salir de la escuela al mediodía se iba a pasear al río para no tener que ir a su casa a almorzar, y sus padres debían salir a buscarla.
Dos gratas sorpresas: la visita de Henri, acompañando a Montse, y la llamada de Arzola, ya de vuelta de Cuba. Ambas me han hecho el día. A Henri le pedí perdón por entregarle su regalo (cash, como de costumbre) sin las ceremonias de los años pasados, pero igual se alegra.
Rodenkirchen, 5.1.
Llamó Herr Nicol, como todas las mañanas, para saber si estamos bien: se toma muy a pecho su desempeño como jefe de servicio. Le contesto que excepto el hecho de que ayer tampoco apareció Pablo, ninguna novedad. Al rato llega él mismo y trata, sin éxito, de activar nuestro televisor. Mientras dura la faena, charlamos. Quiere saber a qué me dediqué en mi vida laboral, se lo explico y me pregunta quién es a mi juicio el más grande artista español. Sospecho que espera que le voy a responder “Picasso”, pero le digo mi verdad: Velázquez. De allí pasamos a Picasso, de quien tengo la mejor opinión, y resulta que Herr Nicol, además de trabajador social, es artista. Entonces le muestro uno de los tesoros de mi biblioteca, el tomo que contiene en retazos la reproducción facsímil del “Guernica”, y le digo que si el Maternus dispone de una pared lo bastante grande para contener la reproducción, se la regalo al Centro.
Riet llamó para decir que lamentándolo mucho no puede acompañar a Willy, se hizo chequear y el test dio positivo: tiene Corona. Sigue sin entrarme en la cabeza, aunque la razón sé cuál es, que este maldito virus tenga alguna faceta positiva.
Con Willy almorzamos en el Bistro Verde. Luego dejamos a Diny en el 230 y vamos a Weiß. Por el camino le cuento la verdad dura y pura, me entiende a la perfección. Luego, en Weiß, la impresión no puede ser más descorazonadora. Recojo varias cosas, y Willy decide llevarse el tomo de la poesía de Borges en neerlandés, cuya edición dirigió, porque resulta que la edición está agotada y no se ha reimpreso. Para Jana, su nieta marroquí adoptada, le regalo la simpatiquisima historieta del niño que no logra cagar en la escupidera y luego lo hace en los calzones: es una de las mejores entre las muchas buenas de Marie Marcks, y además en una edición numerada y firmada por ella, la compré en el Museo de Heidelberg, al que MM apoyaba a veces con tiradas especiales de su obra. Cuando regresa a Ámsterdam nos llama para comunicar que lo hizo en sólo tres horas. Fórmula 1 Willy.
Por mi parte, cuando regresé al 230 del Maternus, nada más abrir la puerta me di cuenta de que Pablo vino por fin: arrellanada en su sofá, en su habitación, Diny veía ya su canal de TV favorito. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.
Rodenkirchen, 6.1.
Compuse anoche mi concierto de regalo de los Reyes Magos y lo subí a mi blog de EE. Quedé tan contento con él que probablemente fui su primer oyente.
Aparece mi columna en EE dedicada a Luciano. Pero los duendes de la nube me impiden verla, es la única de todas las de hoy que no muestra el texto. Escribo reclamando a la responsable del sistema digital y al jefe de redacción. Son las 3:59 pm y el incordio sigue sin solución. [Apareció finalmente a las 3 am, hora bogotana]
Luciano vino con un compañero, Augusto, vascoperuano, desalojaron de libros los cuatro estantes del dormitorio principal y se los llevaron en una furgoneta alquilada ad hoc. Me dio Luciano una noticia que me hizo el día: cuando los libros estén todos ya alineados en sus estantes, la piensa inaugurar de manera oficial como “Biblioteca Ricardo Bada”. Mira tú por dónde se va a salvar, y cómo así que mi nombre pasará a ser referencia cultural en esta ciudad que ya es tan mía.
Nos visitó Babette. Estuvo algo así como una hora con Diny en la cafetería, y luego, al despedirse de nosotros acá, platicamos un largo rato acerca de los golpes del Destino. Ella también sabe algo acerca de esos golpes, nunca olvidaremos el suicidio de su padre, que yo narré en “El nudo Windsor” gracias a una sugerencia de Günter Grass y su mujer, yendo de camino a El Escorial, verano de 1994.
Rodenkirchen, 7.1.
La noticia mala del día es que Montsi (como la llaman su marido, sus hijos y sus amistades alemanas) se ha quedado hoy en la cama. No creo que esté enferma sino exhausta. Le toca hacer una pausa, lleva al pie del cañón desde la fatidica noche del 28.11.
Vino Rebeca dos horas, para hacer compras de cocina con Diny. Por mi parte estuve con Angie en el piso de Weiß, para terminar de vaciar la biblioteca del armario verde encristalado, con los libros dedicados por los autores. Me ha dolido en el alma dejar la mitad fuera de los cartones que me traerán el resto. Estaban también Pia y Chico, dedicados a otros menesteres de la mudanza. Siempre me causa una sensación muy gratificante ver a mi ex nuera y a la actual en tan buena armonía. Y todos reímos de buena gana al regresar Chico de uno de sus safaris por el vestuario, luciendo mi chaqueta blanca de smoking, la que me hizo Rodés en 1968. Le queda tan bien que parece como si Rodés se la hubiera hecho a él a la medida. De repente me veo reflejado en él, soy yo hace 55 años.
Me traje varias cosas del piso de Weiß, principalmente material de escritorio, pero también aquel viejo cuaderno azul con los poemas de Montse, que me regaló para mi cumpleaños en 1994, con una preciosa dedicatoria personal que concluye diciendo en español: «Hombre, te quiero!» Releo algunos de sus poemas; la dicción refleja la lectura favorita de sus veinte años, la poesía de Erich Fried, pero la voz es propia (y su aproximación al español, mía): « Hombre, te quiero!» Releo algunos de sus poemas; la dicción refleja la lectura favorita de sus veinte años, la poesía de Erich Fried, pero la voz es propia: «A ti te dejo el mundo / para que lo conquístes // A ti te doy el sentimiento / para que lo domes // A ti te dedico la soledad / para que la llenes // Todo, todo te lo doy // A ti te dejo mi vida / para que la vivas // A ti te profetizo el trono / conmigo a tus pies // Pero no lo olvides: Sin mí / no eres nada. Nada en absoluto».
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