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AcordeónTodos se quieren largar. Una jornada en el tren que une Barcelona...

Todos se quieren largar. Una jornada en el tren que une Barcelona y Portbou bordeando el Mediterráneo

“Si se representasen el defectuoso funcionamiento de los paquebotes y los trenes, sus frecuentes colisiones y, al propio tiempo, su lentitud, ¡qué valor no concederían los viajeros a los aerotrenes, y, sobre todo, a esos tubos neumáticos arrojados a través de los océanos, y en los cuales se les transporta con una velocidad de mil quinientas kilómetros por hora!”.

 

En el relato Un periodista en el siglo 2889, el escritor de ciencia ficción Julio Verne da en el clavo: los trenes, escalfetas de latón, se convierten en aerotrenes, y al viaje se le desprovee de cualquier lasitud o inconveniencia.

La narración del francés más universal es eso, pura ficción.

Dos horas y media dura el trayecto de un tren de media distancia de Renfe (“Pásate a confort”) entre la estación de Sants (Barcelona) y la localidad de Portbou (Girona).

Demasiado tiempo para los futuristas.

Y está plagado de incidencias, por decirlo de manera suave. Los incidentes podrían ser amenazas al personal de este calibre: “¡Me cago en tu puta madre, te voy a rajar!”.

En un día tórrido entre el 1 y el 31 de agosto, a una hora solar indeterminada, en el convoy número 4584741 (número inventado), el conductor Will Colson (seudónimo), hacendoso y bonachón, con un año de experiencia, y el veterano interventor Frank Barnes (seudónimo), pacificador y diástole, se cuentan en la cabina sus pesares, sus temores y las peripecias de una profesión vilipendiada.

Colson es uno de los casi noventa conductores de Barcelona.

Barnes es uno de la cincuentena de interventores de Barcelona.

Entre el staff acreditado, se califica de “línea conflictiva” el recorrido Barcelona-Portbou, con 27 “puntos de paso” (Sant Celoni, Sils, Girona…).

 

El cronograma es el siguiente:

13.16. Anuncio de la salida con destino Portbou y Cerbère (Francia). R11 de Rodalies de Catalunya. Tren número 15675 (número inventado), grafiteado. Vías 13-14.

13.21. Demora. Probable hora de salida, 13.45. Vía 13.

13.25. La pregunta de un pasajero que anda perdido por el andén: “¿Cuál es el próximo tren a Figueres?”.

13.45. Salida de Sants Estació. Revisión del panel de instrumentos: modo socorro, bloqueo severo, desacople automático, apertura carenado, altavoz GSMR, zumbador cosmos y by-pass hombre muerto. Revisión del libro de reparaciones. Revisión del freno de estacionamiento y de la pantalla del equipo ASFA. En el sistema de comunicación e información, código de la ruta. Aire acondicionado en punto medio. Libro Documento de tren debidamente cumplimentado (“modelo para el registro y transmisión de comunicaciones y órdenes escritas”). Apagada la luz de puertas abiertas, se libera freno y se mete tracción.

13.50. Velocidad limitada 50 km/h. Primera parada, Passeig de Gràcia.

13.59. Suben dos tipos malencarados… No quieren pagar los 13,50 euros del billete. La sanción correspondiente asciende a cien euros.

14.30. “A veces he pedido billetes a según qué personas y me han tachado de racista”, dice el interventor Frank Barnes.

14.31. “No hay acompañamiento. Pasan cosas chungas, se lía a la mínima de cambio, y eso te perturba”, dice el conductor Will Colson.

14.38. “Hace un mes le pedí el billete a un chico fornido, un poco ido, y me dio un cabezazo. Tuve la suerte de que en ese tren iba una pareja de la subcontrata de seguridad Grupo Control (Kits de alarma) y le redujeron. Hubo juicio y ante la jueza contó una mentira: que yo le había agredido primero. Además, la empresa no me puso abogado, así que estuve solo ante el peligro. En estos casos de partes especiales te quedas solo y nadie te ayuda”, dice Barnes.

Se pide la opinión de Grupo Control. No contesta.

Se pide la opinión del sindicato Semaf (Ayudas graciables). No contesta.

Renfe tampoco contesta.

Según Mossos d’Esquadra, todo está controlado.

14.54. “El otro día, cuando iba a entrar en cabina, le pedí a una señora que se pusiera la mascarilla y me mandó a la mierda”, dice Colson. En el portaequipajes, el letrero: “Es obligatorio el uso de mascarilla en el interior de los trenes”.

15.01. “Hace un año me intentaron robar la recaudación. Una pareja me acorraló y me pude zafar”, dice Barnes. En los paneles, el lema: “Con civismo es mejor”.

15.05. Un perla se fuma un porro en el último asiento del segundo coche.

15.08. Acompañado de un amigo, el individuo se mete en el lavabo.

15.24. Un grupo de jóvenes con exceso de serotonina lanza piedras al paso del convoy. “Una vez me reventaron la luna de una pedrada, avisé al centro de gestión y acabamos en el taller”, dice Colson. “Otra vez me tiraron un tirafondos, el tornillo de hierro que aguanta la traviesa a la vía”.

15.28. “Acabo de pedir el billete al pasaje y uno me ha escupido, pero esta vez he podido esquivarlo. ¿A quién llamo? Cada día me juego el pellejo”, dice Barnes.

15.32. Dos chicos saltan a los raíles y los cruzan, a unos cien metros de distancia. El conductor, Colson, pita hasta tres veces. Los chicos levantan el dedo índice: “Que te den”. En el altavoz, el mensaje: “Por su seguridad extreme la atención…”.

15.43. “No es la primera vez que destrozan un cristal con el martillo”, dice Barnes, en referencia al martillo junto a la ventana, para uso “en caso de emergencia”. “O bien tiran del freno de emergencia o del macho de puertas, las dejan abiertas sin posibilidad de cerrarlas”.

15.44. “La gente ha cambiado, hay mucho incivismo, mucha violencia. Las peleas entre pasajeros son continuas, y se suben con ppps [perros potencialmente peligrosos], sin bozal, cuando están obligados”, dice Colson.

15.46. “Yo he visto a uno subir con una motocicleta que llevaba al mecánico para reparar; a otro, con un rifle sin estuche y sin permisos, y con pistolas de juguete; a otro, con una desbrozadora…”, dice Barnes.

15.50. “Van en pandillas, adolescentes, y se mean y se cagan, y algunos esnifan pegamento, y se masturban. En Sant Joan han tirado petardos, con el tren lleno de gente…”, dice Colson.

15.53. “Aquí hemos visto acosos a las chicas. Van en manada, nosotros lo que hacemos es llamar al C24, que es como nuestro 012. Pero como apenas hay seguridad… Fíjate que los interventores ya no son agentes de autoridad. En mi carné de operador comercial ponía: ‘en el ejercicio de funciones de control en ruta tiene la condición de agente de autoridad’. Pero esto ya no es así”, dice Barnes.

15.56. “Se normaliza el insulto. Te dicen: ‘Hijo de puta’, ‘La puta de tu madre’, y le dan puñetazos a las puertas”, dice Colson.

15.57. “Y se normaliza el escupitajo. Y la amenaza: ‘Voy a ir a por ti, te voy a matar’ y ‘Ya te pillaremos’. Todo por pedir que paguen el importe del trayecto”, dice Barnes.

15.58. Buena parte de los viajeros se bajan en la parada de Llançà (Girona), destino con playa.

15.59. “Piensa que van muy descontrolados, tranquilamente queman con el mechero el papel higiénico y no pasa nada. Si van en grupo, hay que tener cuidado porque esperan a que bajes para robarte. El otro día me contaron que hay una droga que se meten y que hace que tengas convulsiones, incluso epilepsia”, dice Colson.

16.00. “Compañeros interventores no se ponen corbata, no por el calor o el ahorro energético, sino porque temen que cualquier pillao quiera ahorcarles con ella, no es la primera vez que te cogen de la corbata y tiran de ella si quieren pegarte”, dice Barnes.

16.01. “Si van borrachos, es peor. Agreden, dan voces, molestan… Tiene un coste emocional elevado. Y ya no te cuento los suicidios. Yo nunca he arrollado a nadie, pero alguno nunca olvidará la mirada del chico o de la chica, con ojos suplicantes, con la cabeza pegada al carril… Has de telefonear al puesto de mando, el Control de Tráfico Centralizado, y bajar y reconocer el cadáver”, dice Colson.

16.02. “Uno que iba puestísimo de todo destrozó a golpes la maleta de un viajero. Esto ocurre más de lo que te imaginas. Por ejemplo, en la estación de Figueres deambula con frecuencia una yonqui loca”, dice Barnes.

16.07. En Portbou, sube el auxiliar de cabina. Corrobora las afirmaciones arriba expuestas.

16.10. A un paso, el túnel de Cerbère, de cuatrocientos metros de largo. Al otro lado, Francia. Inmigrantes subsaharianos, y los mal llamados menas, atraviesan el túnel, caminan por los hastiales. Quieren llegar al país vecino y mejorar sus vidas. En el lado español, se escabullen de los controles del Cuerpo Nacional de Policía. Y en el lado francés, intentarán sortear el alambre de espino y que la gendarmería no les coja.

16.13. El interventor Frank Barnes no es un héroe. Sin medios, sin recursos, imposible hacer bien el servicio. “Según cómo, ya ni salgo a pedir el billete a los que suben, aunque con ello pierda dinero porque parte de mi sueldo es una prima por recaudación”, dice. “A mí me gusta mi trabajo, pero no me gusta trabajar así”.

16.14. El conductor Will Colson aún no sufre del síndrome de estar quemado. “Yo disfruto con lo que hago”, dice. “Pero Cataluña es el peor destino, y eso lo escucharás en nuestro sector. Todos se quieren largar de aquí”.

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