Con motivo del centenario del nacimiento del artista, la galería de arte Fernández-Braso ha querido unirse a esta simbólica fecha realizando una exposición de una selección de obras del artista y publicando en castellano el Diccionario Xavier Valls, edición al cuidado de Josep Miquel García, que pretende acercarse a la biografía del artista a través de un amplio abanico de personas, lugares y hechos que lo retratan. Del impresionante Diccionario que se incluye en el elegante catálogo recogemos la entrada dedicada a Juan Manuel Bonet (París, 1953): “Crítico de arte y comisario de exposiciones, ha sido una pieza clave en la recuperación de la democracia española dirigiendo instituciones fundamentales como el IVAM, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o el Instituto Cervantes. Ha publicado monografías dedicadas a los principales artistas españoles, como el imprescindible Diccionario de las vanguardias en España, 1907-1936, e Impresos de vanguardia en España, 1912- 1936. Ha comisariado muestras recordadas como El surrealismo entre el Viejo y Nuevo Mundo, El ultraísmo y las artes plásticas, Literatura argentina de vanguardia. España años 50… ha ejercido la crítica de arte en diarios influyentes, y ha desarrollado una obra poética personal e íntima, activa en la actualidad. Su relación con Xavier Valls se produce a través de sus padres. Participa con textos en diversos catálogos, como en el monográfico de la revista Guadalimar de 1991, y en diciembre de 2018 fue comisario de la exposición Xavier Valls íntimo, Xavier Valls intime en el Instituto Cervantes París de la rue Quentin Bauchart. Cuando Valls murió, publicó en ABC el 18 de septiembre de 2006 el texto ‘Fallece Xavier Valls, pintor del silencio’: “Tras corta enfermedad, ha fallecido en su Barcelona natal Xavier Valls, una de las grandes voces secretas de la pintura catalana y española de la posguerra. Nacido en 1923 en el barrio de Horta, célebre por su Laberinto, Valls vivió como niño los desastres de la Guerra Civil y la inmediata posguerra. Su carrera la inició cerca de veteranos como Olga Sacharoff o Manolo, y de compañeros como Ramon Rogent, José María de Martín, Albert Ràfols Casamada o Maria Girona. En 1949, Valls llegó a París gracias a una beca. Dos años después, se instaló en una casa del Quai de l ́Hôtel de Ville, donde vivió el resto de su vida, y desde cuyas ventanas se contempla una bellísima vista lateral de Notre-Dame y del Sena, objetos ambos de no pocos de sus cuadros, entre los cuales hay alguno con barcaza y alguno con nieve. Entre los primeros faros del Valls de los años iniciales en París, destaca Luis Fernández, que le contagió el amor por la construcción y el silencio. Alejado de la abstracción, entonces dominante, Valls supo construir, morosamente, un mundo, sí, silente y esencial. Hermano espiritual de Zurbarán, Vermeer, Hammershoi, Morandi, Balthus –con el que compartió galerista en la figura de Henriette Gomès–, el citado Luis Fernández o Cristino de Vera, fue un extraordinario bodegonista. También excepcionales son sus luminosos interiores con o sin figuras, sus aludidas vistas urbanas de París, sus paisajes… A propósito de estos últimos, hay que decir que amaba especialmente los de Suiza –el país natal de Luisa, su mujer–, Italia, el Penedès, y Mallorca: paisajes siempre en orden, en calma… Pintor culto como pocos, Valls fue amigo de Ricard Viñes, Mompou, Montsalvatge, Bergamín o Gabriel Ferrater. También trató a Rafael Lasso de la Vega, cuya Galería de espejos se editó a partir de un ejemplar manuscrito que él conservaba; a Jaume Agelet i Garriga, al que ilustró; a Alejo Carpentier, que escribió sobre su obra; al filósofo y musicólogo Vladimir Jankélévitch, que también lo hizo, y cuyo piano le llegaba a veces en la noche, desde la vecina Ile Saint-Louis. Valls, cuya obra han glosado además con pertinencia, entre otros, Marià Manent, Julián Gállego, Antonio Bonet Correa, Miguel Fernández-Braso, Antoni Marí o Juan Pedro Quiñonero, fue objeto de diversos reconocimientos, destacando su retrospectiva ministerial madrileña de 1982, la Medalla de Oro de las Bellas Artes que recibió en 1993, y el Premio Nacional que en 2000 le otorgó la Generalitat catalana. En 2003 Acantilado publicó las muy entretenidas memorias del pintor, en las que salen muchos de los amigos a los que he hecho referencia, y también algunas de sus bestias negras, contra las que usó su proverbial sentido del humor. En la última y espléndida individual de Valls, celebrada el año pasado en la galería Juan Gris de Madrid, nos impresionaron especialmente, además de una nueva vista del Sena, un par de obras de especial pureza, inspiradas en Venecia: claros enigmas”.
Dónde: Galería Fernández-Braso, Madrid
Cuándo: Hasta finales de abril