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El Reino del terror. Las “armas tácticas” utilizadas por “el Estado profundo” en Marruecos para silenciar a sus opositores

En la tarde del viernes 23 de febrero de 2018, la redacción de Akhbar Al-Youm, el último periódico independiente en Marruecos, estaba casi vacía, la mayoría de los periodistas se marchan de la sede del periódico tras concluir la edición del fin de semana. En el despacho del fundador y director, Taoufik Bouachrine, las luces seguían encendidas. Era el último en salir. Mientras guardaba sus papeles y organizaba las citas de la semana siguiente una multitud de extraños irrumpió en el despacho. Eran miembros de un batallón de policías de diferentes cuerpos y rangos, dirigidos por agentes de la policía judicial, que habían empezado por rodear la sede del periódico, ocupar los ascensores y cerrar la puerta de la llamada Torre Habous, en pleno centro de Casablanca. La situación se parecía a una repentina y masiva redada policial llevada a cabo por cuarenta miembros de las fuerzas de seguridad y del espionaje interno, como confirmaría más tarde el periódico Akhbar Al-Youm, y el objetivo era detener a Bouachrine.

Cuatro años más tarde, el mismo escenario se repitió con el director del mismo periódico, que tomó el relevo de Taoufik Bouachrine. Suleiman Raissouni, periodista conocido por sus largas entrevistas con políticos marroquíes y el estilo directo de sus editoriales, pasó dos años como redactor jefe del “periódico problemático”, en una difícil situación económica tras el cierre de todas las puertas publicitarias y la suspensión de la subvención pública. Suleiman pensaba abandonar el barco, no para eludir sus responsabilidades ni por la difícil situación financiera, sino con la esperanza de renunciar a su puesto y dar un nuevo impulso a Akhbar Al-Youm si su nombre y sus duros editoriales desaparecían de la portada. Sin embargo, cuando aparcó su coche la noche del viernes 22 de mayo de 2020, delante de su casa, ocurrió lo que esperaba desde hacía tiempo. Los mismos hombres extraños, esta vez un batallón de 15 miembros de la policía judicial y policías de paisano acordonaron la zona y cerraron las callejuelas cercanas con la orden de detener y encarcelar a Raissouni.

Omar Radi, periodista independiente, era difícil de detener en la sede de un periódico, porque es como un ave migratoria a la que no le gusta estar encerrada en una redacción que afecte a su libertad, ni trabajar bajo el techo de cristal de una línea editorial que reprima su audacia. Radi no sólo era un periodista que amaba su trabajo, sino que lo amaba como amaba la música que solía tocar para sí mismo y para sus amigos, porque en ella encontraba placer, consuelo y alegría, él que siempre estaba sonriendo y por eso siempre se burlaba de la idea de encontrarse un día detenido a causa de sus artículos y sus ideas.

Como se atrae a las aves raras a una trampa, Omar Radi fue gradualmente convocado a interrogatorios maratonianos por la Brigada Nacional de la Policía Criminal sobre su trabajo como periodista, así como a través de la intervención de su teléfono por el programa israelí Pegasus. Después fue procesado con una lista de cargos, entre ellos “atentar contra la seguridad del Estado” e “inteligencia con agentes de un país extranjero” y “violación”, para acabar siendo encarcelado por sus artículos y sus ideas.

Tres historias y tres destinos cruzados, pero semejantes y con los mismos finales, para tres de los periodistas más famosos que ha conocido Marruecos en la última década. Ellos cerraron el último episodio de periodistas independientes que ha conocido la prensa independiente de Marruecos en los últimos veinte años, antes de abandonar la profesión, algunos de ellos fueron detenidos como los tres que hemos mencionado, otros emigraron para escapar de este ambiente y vivir en el exilio, otros cambiaron de profesión, algunos se amurallaron voluntariamente en un prudente silencio, y otros siguen esperando, pero no han podido cambiar la situación.

En las tres historias que son objeto de esta investigación, la información y los datos se cruzan y se superponen, pero comparten un hilo conductor basado en las tres preguntas que estructuran el contexto de esta investigación: ¿Por qué los periodistas independientes de Marruecos son objeto de acusaciones penales? ¿Quién está detrás? ¿Cuál es el objetivo final de silenciar a los últimos periodistas independientes de Marruecos?

 

Acusaciones semejantes y el mismo destino

El 25 de octubre de 2019, el Tribunal de Apelación de Casablanca condenó al periodista Taoufik Bouachrine, fundador del periódico independiente Akhbar Al-Youm, a 15 años de prisión, tras aumentar su pena en 12 años, anteriormente dictada por un tribunal de primera instancia en noviembre de 2018, además de dos millones y medio de dírhams marroquíes (aproximadamente 250.000 euros) de multa y de indemnizaciones para “las denunciantes”.

El 25 de febrero de 2022, el Tribunal de Apelación de Casablanca confirmó la primera condena de prisión del periodista Suleiman Raissouni, condenándolo a cinco años de cárcel por “agresión sexual” a un homosexual, en un caso que ha suscitado un amplio interés y peticiones de liberación del periodista, conocido por sus audaces editoriales críticos con el régimen en general y los servicios de seguridad en particular.

El 3 de marzo de 2022, el Tribunal de Apelación de Casablanca condenó a seis años de cárcel al periodista marroquí Omar Radi, por dos casos completamente distintos –“violación” y “espionaje”–, que se instruyeron y decidieron en el mismo juicio, en contra de toda lógica judicial.

Todas las acusaciones formuladas contra estos periodistas son criminales y, más aún, de una naturaleza que afecta a la moral de la sociedad. Los organismos que les defienden, en Marruecos o en el extranjero, confirman su convicción de que el objetivo no era sólo desacreditar a estos periodistas críticos, sino desprestigiarles en el seno de una sociedad predominantemente conservadora y, al mismo tiempo, privarles de cualquier simpatía profesional o apoyo a los derechos humanos, dentro y fuera de Marruecos. Sobre todo, los militantes solidarios afirman que el objetivo de estas detenciones es el asesinato moral de estas voces inquietantes, mediante procesos mediáticos que se lanzan, antes de que comiencen sus procesos judiciales y se dicten sus sentencias preparadas y definitivas, a través de la maquinaria de los medios de difamación próximos a los órganos de seguridad.

 

El origen de la historia

La historia de esta investigación casi no tiene un comienzo claro y los sucesos que hemos mencionado anteriormente son sólo episodios de una larga serie de persecuciones de todas las voces diferentes e independientes, no sólo de las críticas y molestas. A lo largo de la primera década de este siglo, Marruecos vivió muchos casos de represión de disidentes y juicios a periodistas, pero siempre hubo interludios de apertura que permitieron que el estado de presión se suavizara, hasta que la situación estalló el 20 de febrero de 2011, y Marruecos vivió una oleada de protestas generalizadas que pedían un cambio político, conocidas como el Movimiento 20 de Febrero. Fue la versión marroquí de la “primavera democrática”, pero el régimen se apresuró a eludir las reivindicaciones repartiendo promesas que los años revelarían falsas.

Sin embargo, las autoridades aprendieron mucho de estas protestas protagonizadas por jóvenes que utilizaban las tecnologías de comunicación modernas y con la oleada de “contrarrevoluciones” apoyadas por los regímenes del Golfo. El poder en Marruecos pasará de un estado de defensa para asegurar su supervivencia a otro de ataque a sus opositores y de silenciamiento de todas las voces críticas, utilizando a su favor las nuevas y avanzadas tecnologías, que se detallan en un informe publicado por Human Rights Watch, el 22 de julio de 2022, en 99 páginas, bajo el punzante título Fic Fic (Te atraparán pase lo que pase).

El informe afirma que el objetivo de las “tácticas” represivas utilizadas actualmente por las autoridades marroquíes “no es sólo pretenden acallar las voces disidentes, sino también intimidar a todos los posibles críticos”. Estas “tácticas” se concretan en vigilancia digital, grabaciones de vídeo encubiertas, campañas de difamación en los medios de comunicación del Estado profundo, persecución de familiares y, en algunos casos, intimidación y agresiones físicas, de los que la policía dice que los autores no han podido ser identificados todavía, concluyendo con juicios surrealistas y a duras penas de prisión inventadas de antemano por cargos penales no relacionados con el ámbito de la libertad de expresión.

El informe de Human Rights Watch examinó 12 casos, entre los que se encontraban los protagonistas de esta investigación, y los tres cargos presentados contra ellos fueron calificados de “inventados” por destacadas organizaciones profesionales y de derechos humanos, como la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), Reporteros sin Fronteras (RSF), Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Front Line Defenders y el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). Estos juicios han sido duramente criticados en dos informes emitidos por el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, el primero publicado tras examinar el caso de Bouachrine en marzo de 2019 y el segundo en el caso de Raissouni en octubre de 2022, en los que se consideraba arbitraria e ilegal la detención y el juicio de los periodistas, y se pedía a las autoridades marroquíes su inmediata puesta en libertad e incluso una indemnización por los daños y perjuicios sufridos.

 

Durante esta investigación

Durante la preparación de esta investigación se detendrá a uno de los participantes, concretamente al antiguo decano del Colegio de Abogados y ex ministro de Derechos Humanos, Mohamed Ziane, que fue detenido el 22 de noviembre de 2022, después de que el Tribunal de Apelación de Rabat confirmara una condena de tres años de cárcel, tras una denuncia presentada contra él por el Ministerio del Interior.  Pero Ziane afirma que está en el punto de mira y sus defensores confirman que no fue detenido por esta condena, sino sobre todo por su postura y sus críticas, especialmente en el periodo inmediatamente anterior a su detención, cuando empezó a criticar directamente lo que describió como la “estructura secreta” que gobierna Marruecos y la continua ausencia del rey debido a sus viajes, que a veces duran varios meses, fuera de Marruecos.

Por otra parte, mientras finalizábamos esta investigación, el Parlamento Europeo aprobó el 19 de enero, por abrumadora mayoría, una resolución en la que pedía a las autoridades marroquíes que respetaran la libertad de expresión y de prensa, pusieran en libertad a los periodistas detenidos y cesaran inmediatamente todo hostigamiento contra todos los periodistas, sus abogados y sus familias. Anteriormente, el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price, había exigido la liberación de Suleiman Raissouni y una indemnización por daños y perjuicios.

La resolución de la Unión Europea instaba a las autoridades marroquíes a respetar la libertad de expresión y la libertad de los medios de comunicación y a garantizar un juicio justo a los periodistas encarcelados, en particular a Omar Radi, Suleiman Raissouni y Toufik Bouachrine, al tiempo que pedía su liberación inmediata. La resolución también pedía a los Estados miembros de la Unión Europea que dejaran de exportar tecnología de espionaje a Marruecos, de acuerdo con el Reglamento de doble uso de la UE.

 

El caso de Taoufik Bouachrine. ¿“Editoriales” o “chicas”?

Todas las tácticas mencionadas en el informe de Human Rights Watch se aplican a los casos de los tres periodistas investigados, empezando por Taoufik Bouachrine, conocido por sus virulentos editoriales críticos con el gobierno y con sus prácticas antidemocráticas. Así, cuando se preguntó al ex Jefe del Gobierno islamista, Abdelilah Benkirane, su opinión tras la detención de Bouachrine, descrito como próximo a los “islamistas moderados”, Benkirane respondió que “Bouachrine fue detenido por los editoriales, no por las chicas”, refiriéndose a los editoriales de Bouachrine que criticaban el control del entorno real sobre todos los órganos y poderes del Estado, y también en referencia a los cargos por los que Bouachrine fue condenada relacionados con “acoso, violación y trata de seres humanos”. Esta opinión también será confirmada por el periodista marroquí Hamid Berrada, que trabajó como corresponsal jefe para la revista Jeune Afrique, que está cerca de los círculos de toma de decisiones en Marruecos y tenía un programa semanal en el canal oficial de televisión marroquí 2M.

El nombre de Taoufik Bouachrine estuvo fuertemente presente en el panorama mediático a través de su periódico Akhbar Al-Youm”, hasta convertirse en uno de los más vendidos y leídos, independientes e influyentes de la última década, antes de cerrar por motivos económicos relacionados con el destino de su propietario en 2021. A lo largo de su carrera periodística, Bouachrine fue conocido por sus escritos moderados, pero el cambio comenzaría con la llegada del islamista moderado Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) a la presidencia del Gobierno en 2011, de modo que su periódico se convertiría en portavoz de ese partido y de su antiguo y actual secretario general, Abdelilah Benkirane, que ocupó la jefatura del Gobierno entre 2011 y 2016.

Cuando en 2016 el palacio decidió no confiar a Benkirane la formación de gobierno, a pesar de que su partido había encabezado los resultados electorales, y nombrar jefe de gobierno a su primer adjunto del mismo partido, Saad Eddine El Othmani, Bouachrine fue uno de los más ardientes defensores de la supervivencia de Benkirane al frente del gobierno por respeto a la “metodología democrática” y al espíritu de la Constitución marroquí, y empezó a publicar duros editoriales criticando las maniobras del entorno real para manipular los resultados electorales y crear mayorías numéricas que no eran fruto de las urnas. El más impactante de estos editoriales se titulaba ‘Decir la verdad al rey’, en el que Bouachrine hacía referencia a un diálogo entre un intelectual iraní, que apoyó a la monarquía durante el reinado del Sha, y el propio Sha de Irán en sus últimos días antes de su derrocamiento. De ese modo Bouachrine se dirigía indirectamente al monarca marroquí, a través de las palabras del intelectual iraní: “Oh, Majestad, el poder tecnocrático del que os habéis rodeado no tiene ni las herramientas, ni la cultura, ni el conocimiento para escuchar el grito de la verdad en la calle, es el que os oculta la realidad de la situación”.

Cuando pasó el tiempo y nadie escuchó la verdad de Bouachrine, éste volvió con un editorial más explícito bajo el título ‘El poder no es un picnic junto al mar’. Esta vez se refería al hecho de que al rey le gustan las motos acuáticas, y añadía: “Napoleón no tenía razón cuando comparaba el trono con una simple silla chapada en oro, al contrario, el trono es una responsabilidad ante el pueblo, ante la historia y ante Dios en un país cuyo pueblo cree que el juicio y la sanción son leyes que no excluyen a nadie el Día de la Resurrección”.

Cada vez que Bouachrine elevaba el tono de sus editoriales, la máquina de la difamación le machacaba hasta la médula, con artículos difamatorios destilando odio contra él y su familia, publicados por sitios web conocidos por estar instrumentalizados por los servicios de seguridad, especialmente a lo que se llama en Marruecos “la policía política”, en vísperas de su detención. Pero lo que Bouachrine no sabía es que su despacho estaba plagado de cámaras ocultas, no sabía quién las instaló ni cuándo, ni que serían la fuente de las grabaciones que se utilizarán como “pruebas” contra él. Según uno de los miembros de su equipo de defensa con el que hablamos durante nuestra investigación, nadie puede colocar esas cámaras si no es un organismo oficial, de lo contrario, ¿cómo las encontró la policía cuando allanó por primera vez el despacho de Bouachrine? El propio Bouachrine también lo revelaría en su alegato ante el tribunal, señalando que su oficina estaba equipada con cámaras cuatro años antes de su detención.

La técnica del chantaje, consistente en colocar cámaras en el interior de las oficinas o domicilios de los opositores al régimen, ya ha sido utilizada por las autoridades marroquíes con el activista marroquí de derechos humanos Fouad Abdelmoumni, quien, cuando recibió por WhatsApp vídeos privados con escenas íntimas de él y su novia en su dormitorio, no cedió a éste, sino que denunció el chantaje al que le sometía la “policía política” marroquí revelando el caso al semanario británico The Economist.

Bouachrine fue detenido el 23 de febrero de 2018 en el interior de su despacho y acusado de graves cargos por los que fue condenado a 15 años de prisión, de los que ya ha cumplido cinco. Pero, ¿eran ciertos y se confirmaron todos los cargos que se le imputaban?

Todas las organizaciones de derechos humanos que siguieron el maratoniano proceso de dos años de Taoufik Bouachrine declararon que el juicio era “político” y no reunía los requisitos de un “juicio justo”. La reacción más contundente fue el dictamen emitido el 23 de noviembre de 2019 por el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que consideró que “privar de libertad al periodista Taoufik Bouachrine fue una detención arbitraria que violó los artículos 9, 14 y 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”, ratificado por Marruecos, y pidió al gobierno marroquí que lo liberara inmediatamente, lo indemnizara y le diera garantías de que lo que le ocurrió no volvería a repetirse.

Esta opinión es compartida por todas las fuentes consultadas por el autor de esta investigación, incluida la defensa y los miembros de la familia Bouachrine. Para los que han seguido este caso, esta opinión no es nueva, pero lo paradójico es que todos aquellos con los que habló el investigador, a excepción de algunos miembros de la familia, pidieron el anonimato, incluidos los miembros del equipo jurídico. Y para saber la razón del “miedo” que muchos sienten al abordar este caso, incluido el equipo de defensa, jurídicamente inmune, basta con citar la suerte que corrieron los miembros del Comité de Defensa de Bouachrine, que inicialmente estaba compuesto por varios abogados voluntarios y acabó con tan sólo cuatro abogados, dos de los cuales fueron presionados. El acoso, según contaron al investigador, hizo que se alejaran del “caso polémico”, como ellos lo describen, y dos de ellos, incluido un abogado que se ofreció voluntario para seguir el juicio como observador de Human Rights Watch, sufrieron fuertes represalias, ya que sus dos hijos fueron detenidos juntos en un caso inventado y acusados de “vender mascarillas envenenadas” cuando en realidad se trataba de las mascarillas médicas que importaron en vísperas de la propagación de la pandemia del Covid-19 en Marruecos, y fueron condenados a penas de prisión de tres años para uno y diez meses para el otro. La condena más dura fue impuesta al hijo del abogado que se negó a someterse al chantaje, que no es otro que el ex Decano del Colegio de Abogados Mohammed Ziane, que anteriormente había ocupado el cargo de ministro de Derechos Humanos bajo el mandato del difunto Rey Hassan II en la década de 1990.

En su entrevista con este redactor, Mohammed Ziane, el único miembro de la defensa de Bouachrine que permitió que se revelara su nombre, afirmó que lo que había sufrido su cliente era una “venganza” y no un veredicto justo, porque el objetivo era “silenciar su voz e intimidar a cualquiera que se atreviera a expresar críticas”, cuando le preguntamos quién estaba detrás de esta “venganza”, respondió sin vacilar: “Es la policía política que ha convertido Marruecos en un reino de terror”.

Este abogado pagará cara su audacia. Su hijo fue detenido por importar “máscaras envenenadas”, acusación que considera falsa y malintencionada, cuyo objetivo era presionar al molesto jurista, al no ceder, será objeto de difamación, porque se difundió un vídeo inventado en el que aparecía manteniendo relaciones sexuales con una de sus clientes, pero pronto quedó claro que el vídeo “inmoral”, publicado por un sitio web de difamación apoyado por los servicios de inteligencia marroquíes, había sido fabricado y era falso. El abogado se basó en los conocimientos técnicos estadounidenses para demostrarlo, pero cuando presentó una denuncia contra el sitio web que lo había publicado y luego retirado, ¡el caso se cerró! Mohammed Ziane fue acosado durante tres años. Su nombre fue retirado del Colegio de Abogados de Rabat y fue expulsado de su despacho en Rabat. Durante la preparación de esta investigación, fue detenido y encarcelado para cumplir una condena de tres años, a causa de una denuncia presentada contra él por el Ministerio del Interior.

El término “policía política” es el mismo que utilizó el historiador marroquí Maâti Monjib para describir la maquinaria represiva secreta de Marruecos, pagándolo muy caro al ser detenido por las mismas acusaciones preparadas que el informe de Human Rights Watch califica de “táctica”.

En 2015, Monjib fue acusado de “atentar contra la seguridad del Estado y amenazar la seguridad pública” y en 2020 fue acusado de “blanqueo de capitales” y de “recibir fondos del extranjero”. Ese mismo año ingresaría en prisión antes de ser puesto en libertad, tras declararse en huelga de hambre, bajo la presión de la opinión pública marroquí e internacional y la movilización de los defensores de los derechos humanos. Desde su salida de la cárcel vive en semi-libertad, se le impide viajar al extranjero. Ha sido despedido de su puesto en la universidad y se le han embargado su cuenta bancaria y sus bienes, incluida su casa y su coche. Este embargo ha afectado incluso a algunos miembros de su familia.

En su declaración ante el investigador, Monjib, que sigue siendo considerado una de las pocas voces que tienen el valor de criticar el poder desde dentro de Marruecos, afirma que lo que está sufriendo es una venganza por sus posiciones críticas con la estructura secreta de Marruecos, sobre la que publicó un artículo en el periódico Al-Quds Al-‘Arabi en noviembre de 2020. Dijo: “Esta estructura es semisecreta porque la mayoría de sus miembros no son conocidos por el público, y además no es oficial, pero su eficacia es grande en términos de movilizar y orientar a una gran parte de la élite política, presionar y distraer, e incluso drenar lo que podría llamarse una contraélite”. Según Monjib, que sigue sufriendo un aluvión constante de “artículos difamatorios” en páginas web que responden a la misma “estructura secret”» que él denuncia, la detención y el juicio de Taoufik Bouachrine “significan que ni siquiera la oposición moderada y reformista es tolerada y el mensaje es que le conviene callarse”.

Para Monjib, historiador especializado en la historia contemporánea de Marruecos, lo que vive Marruecos hoy es “peor que lo que vivió durante los años de plomo, porque al menos los opositores de los años setenta del siglo pasado fueron juzgados por acusaciones  políticas, por sus posturas y opiniones sobre el régimen y, a pesar de la terrible represión que imperaba en aquellos años, los partidos políticos se atrevían a oponerse y los sindicatos protestaban en las calles. Hoy el régimen quiere silenciar a todo el mundo, esto es un peligro para él y su continuidad porque las voces de la oposición y la crítica son sensores de alerta que avisan de los desastres antes de que ocurran”.

 

El caso de Omar Radi. El periodista que escarba donde duele 

Omar Radi, periodista de investigación, no sólo era conocido por su voz crítica que le convirtió en un “icono” entre sus compañeros de las juventudes del Movimiento 20 de Febrero. Gracias a su formación económica y a su experiencia en el ámbito digital, Radi se implicó muy pronto en cuestiones económicas y de seguridad digital. La última investigación en la que estaba trabajando en el momento de su detención, el 29 de julio de 2020, estaba relacionada con la confiscación de tierras tribales por parte del Estado antes de que fueran entregadas a personas cercanas al palacio real. Esta investigación se publicó recientemente, después de que periodistas voluntarios la completaran, y fue adoptada por la organización Forbidden Stories. Fue publicada por varios periódicos internacionales, entre ellos el francés Le Monde, el belga Le Soir y el sitio web libanés Daraj.

La historia de Radi empezó cuando eligió ser un periodista independiente, se rebeló contra todas las redacciones y rompió las normas tradicionales de nuestra región árabe, ya que solía elegir sus propios temas y empezar a investigar por su cuenta, cuando terminaba su investigación, buscaba un medio de comunicación que creyera que podía publicar su investigación sin borrarla ni modificarla.

Radi era como un “detective privado” con su ordenador y su cámara en un hombro y la guitarra en el otro que nunca le abandonaba, tocándola en solitario en sus momentos de reflexión y meditación. A Radi no le asustaban los temas delicados ni meterse en un avispero, optó por ser periodista de investigación por excelencia, abordando temas candentes y delicados en un país cuyos dirigentes lo gobernaban con el poder del miedo y la intimidación.

Radi sabía que sus investigaciones eran una fuente de peligro para él y era consciente de que le vigilaban, pero el acoso y las amenazas a las que se enfrentó no le disuadieron de buscar la verdad ni de hablar de temas delicados. Cuando un tribunal marroquí dictó una dura sentencia contra los activistas de Rif Hirak en Marruecos, Radi no se quedó callado y lo tuiteó en su cuenta en abril de 2019, criticando al juez que dictó la sentencia como un “verdugo”, añadiendo: “¡No olvidaremos y no habrá perdón para estos indignos empleados!”.

Inmediatamente después, las autoridades abrieron una investigación sobre él, en estado de libertad, por “desacato al tribunal”. La investigación continuó durante meses, hasta que Radi fue el 12 de diciembre de 2019 como invitado a Radio M, en la capital argelina, una emisora independiente dirigida por el periodista argelino Ihsane Kadi. Irónicamente, esta emisora fue precintada por las autoridades argelinas, corriendo su director la misma suerte que su invitado Radi, detenido por las autoridades argelinas.

En el vídeo de la entrevista radiofónica, que circuló ampliamente por las redes sociales, Radi hablaba con mucha osadía del matrimonio entre el poder y el dinero en Marruecos, considerando que este matrimonio se beneficia de una estructura que lo protege y defiende al más alto nivel de la pirámide del poder en Marruecos.

Esta entrevista fue la gota que colmó el vaso: las autoridades esperaron su regreso de Argelia y, tras un interrogatorio maratoniano, se decidió su detención el 27 de diciembre de 2019. Pero unos días después de haber sido detenido, ante la presión de la opinión pública marroquí e internacional, fue puesto en libertad, aunque su libertad siguió siendo restringida tras cerrarle las fronteras. Sus movimientos y contactos siguieron estando más vigilados que antes, como reveló el periodista Imad Stitou, uno de sus amigos íntimos, que contó al autor de esta investigación que le vigilaban allá donde iba y viajaba. Una noche, cuando salían de un restaurante en Casablanca, se dieron cuenta de que alguien les estaba grabando y, cuando discutieron con él, llegó un coche de policía para detenerlos a todos.

Más tarde se supo que el fotógrafo no era más que un reportero de uno de las páginas web de difamación más famosas de Marruecos, Chouf TV. Entonces quedó claro, según la misma fuente, que su trabajo estaba en plena coordinación con la policía, que lo liberó y el caso se cerró. El sitio web The Desk, que fue el último medio de comunicación para el que trabajó Radi, reveló los detalles del procesamiento.

En junio de 2020, Amnistía Internacional y Forbidden Stories revelaron que su teléfono había sido pirateado utilizando el software de espionaje israelí Pegasus. La historia de la intromisión en su teléfono fue publicada, además de por Forbidden Stories, por importantes medios de comunicación internacionales como Le Monde, el británico The Guardian, los estadounidenses New York Times y Washington Post, y los alemanes The Zeit y Sueddeutsche Zeitung.

En su declaración a Le Monde, comentando el espionaje de su teléfono, Radi dijo: “Todo el país está bajo vigilancia. Estamos gobernados por una banda que vigila, espía, fabrica acusaciones, detiene, juzga y emite juicios efectivos contra cualquier voz perturbadora”. Esta declaración se hizo pública el 22 de junio de 2020. Radi fue detenido el 29 de julio de 2020. El 3 de marzo de 2022, el Tribunal de Apelación de Casablanca lo condenó a seis años de prisión, tras un juicio que uno de sus defensores calificó de “absurdo” y “surrealista”, lo que fue confirmado por grupos de derechos nacionales e internacionales, que exigieron su puesta en libertad y la retirada de todos los cargos contra él.

 

Acusación contra Suleiman Raissouni: ¡Publicación de un post en una cuenta anónima de Facebook!

Cuando se multiplicaron los artículos difamatorios contra Suleiman Raissouni, entonces redactor jefe de Akhbar Al-Yyoum, éste tuvo un altercado con sus rivales, y al no conseguir disuadirle de seguir publicando sus ásperos editoriales, tomaron la decisión de detenerle. Esto ocurrió cuando una brigada de seguridad de 15 agentes de paisano le detuvo el viernes 22 de mayo de 2020, basándose en un post publicado en una cuenta anónima, cuyo autor afirmaba que Raissouni (una conocida figura) le había agredido sexualmente, para que la justicia abriera contra él una causa judicial de carácter moral, lejos de sus posturas políticas como periodista y editorialista. Tras dos años de vistas maratonianas, Raissouni fue finalmente condenado a cinco años de cárcel tras ser declarado culpable de ¡“agresión sexual” contra un joven gay!

Sin embargo, los problemas de Raissouni no empezaron con este post, que sirvió de justificación o trampa para su detención, condena y silenciamiento. Raissouni está considerado como uno de los periodistas más famosos de Marruecos, conocido por su escritura audaz y sus artículos críticos con la autoridad, impregnado desde muy joven por ideas de izquierdas, aunque su hermano mayor no es otro que Ahmed Raissouni, ex presidente de la Unión Internacional de Eruditos Musulmanes, antes de dimitir a finales de este verano. Además de su trabajo periodístico, Soulaiman Raissouni militaba en las filas del movimiento de defensa de los derechos humanos en Marruecos y estaba presente en todos los comités de solidaridad con los periodistas independientes acosados o detenidos en los últimos diez años, en particular su amigo Taoufik Bouachrine, cuyo comité de solidaridad dirigía Raissouni como coordinador.

Raissouni, que ha colaborado con varios medios de comunicación marroquíes, había decidido dejar de trabajar como periodista y dedicarse a escribir, según cuenta su mujer, pero la detención de su amigo y compañero Taoufik Bouachrine, fundador de Akhbar Al-Youm, le hizo cambiar de opinión y fue el primero de los fundadores de su comité de apoyo. Con el fin de que el periódico siguiera publicándose, Raissouni se incorporó a él como redactor jefe tras la detención de Bouachrine, y pasó dos años trabajando en difíciles condiciones tras la detención del fundador y las dolorosas audiencias del maratoniano juicio, además de las restricciones y presiones a las que fueron sometidos el periódico y su equipo. Raissouni consiguió convertirlo en una voz única, que se distinguía por su independencia, su valentía y sus editoriales audaces y mordaces en su crítica a la autoridad. Todo ello dio al periódico un fuerte impulso, pero el diario tuvo que hacer frente a grandes dificultades. Raissouni acabó siendo detenido por la denuncia de un joven que le acusaba de “agresión sexual”, algo que Raissouni y su defensa siguieron negando, y el periódico acabó cerrando, después de que la situación financiera se hiciera insostenible.

Todos aquellos que siguieron las audiencias del juicio de Sulaiman Raissouni, incluidas las organizaciones de derechos humanos marroquíes e internacionales, en particular la Asociación Marroquí de Derechos Humanos, Reporteros sin Fronteras, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, observaron varias irregularidades, representadas en las contradicciones de las declaraciones del demandante, la negativa del tribunal a llamar a los testigos solicitados por la defensa de Raissouni, y la debilidad de las pruebas presentadas por la defensa del demandante, lo que llevó al equipo de defensa de Raissouni a emitir un comunicado a la opinión pública el 18 de junio de 2021 bajo el título ‘He aquí la realidad que nos hemos abstenido de revelar durante meses’. En el escrito se refutaban todas las alegaciones formuladas por el demandante y se confirmaba la ausencia de las condiciones mínimas de un juicio justo durante las audiencias que duraron dos años. Concluía su comunicado afirmando que “el caso de Raissouni es un caso político por excelencia, con el objetivo de socavar la libertad de opinión y expresión y la libertad de prensa, especialmente porque el acusado es conocido por sus duros escritos y sus críticas a las autoridades”.

El 11 de octubre de 2022, el Grupo de trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria instó a las autoridades marroquíes a “abrir una investigación e identificar a los responsables de la detención arbitraria de Sulaiman Raissouni y a indemnizarle por los daños y perjuicios derivados de las graves violaciones de las que fue víctima”. La misma resolución remitió el caso de Raissouni al relator de la ONU sobre la tortura por “el trato que sufrió en prisión y que degradó su dignidad humana”.

Tras la condena de Raissouni, el gobierno de Estados Unidos, al que Marruecos considera su aliado, expresó sus críticas a través del Departamento de Estado. Washington se mostró “decepcionado” por el veredicto contra Raissouni, del que dijo que había sido un objetivo por su cobertura crítica en los medios de comunicación. “Creemos que el proceso judicial que condujo a esta decisión va en contra de la promesa fundamental del régimen marroquí de juicios justos para los acusados de delitos y va en contra de la promesa de la Constitución de 2011 y la agenda de reformas de Su Majestad el Rey Mohammed VI”, declaró a la prensa el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.

 

La justicia en manos del poder político

La transformación de la justicia en Marruecos en una herramienta en manos del poder es un tema que ha sido tratado por numerosos informes sobre derechos humanos en Marruecos y en el extranjero. Una impresión que confirma el historiador Maati Monjib, que se sorprende de que “la justicia marroquí y las autoridades marroquíes se interesen de repente por los derechos de las mujeres y los homosexuales en un momento en el que la misma justicia se muestra tolerante e incluso indulgente con los casos de pedófilos extranjeros que han convertido Marrakech en un hervidero mundial de pedofilia”. Monjib cita otro ejemplo para demostrar la falta de credibilidad de las autoridades marroquíes cuando detuvieron a la periodista Hajar Raissouni, miembro de la redacción del mismo periódico dirigido por su tío Suleiman Raissouni, Akhbar Al-Youm. Fue acusada de “relaciones sexuales fuera del matrimonio y aborto”, ¡y las autoridades la obligaron a someterse a un examen médico en busca de pruebas del supuesto aborto! Después de que ella y su prometido sudanés fueran condenados a prisión, se puso en marcha una gran campaña de sensibilización dentro y fuera de Marruecos, que terminó con el indulto del Rey, en el que admitía implícitamente el error que había dañado la imagen que el monarca se había forjado en el extranjero como defensor de los derechos de la mujer. El precio del “error” fue alto, como quien se pega un tiro en el pie.

Monjib concluyó su intervención afirmando que “todas las acusaciones de agresión sexual invocadas por las autoridades marroquíes, y apoyadas por la justicia, contra los casos de los periodistas Bouachrine, Radi y Raissouni, no son más que un pretexto para acallar las voces atrevidas y un mensaje para intimidar a cualquiera que en el futuro tenga la tentación de criticar o protestar contra la autoridad en Marruecos”.

 

¡La verdad saldrá a la luz algún día!

El último informe publicado por un organismo internacional que se ocupa del caso de los tres periodistas es el emitido por el Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, el 13 de octubre de 2022, en el que el Comité insta a Marruecos a respetar sus compromisos internacionales, entre ellos el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que le obliga a proteger el derecho a la libertad de expresión. Pero estos llamamientos no suelen ser escuchados, ya que las autoridades marroquíes, que han normalizado sus relaciones con Israel, se sienten más fuertes con esta relación, lo que ha llevado al profesor universitario Mohamed Sassi a advertir de que esta normalización es una “guerra preventiva contra la democracia y la libertad de expresión en Marruecos”.

En la última vista de su juicio, Omar Radi se levantó, cuando se le dio la palabra para hacer sus últimas declaraciones, y dijo, dirigiéndose al tribunal y a través de él a la autoridad que ha convertido el poder judicial en una herramienta de venganza contra sus opositores: “Que el tribunal me permita volver a los años 90 del siglo pasado en Túnez, donde se juzgaba a periodistas, opositores e intelectuales por acusaciones sexuales, y el tribunal solía traer víctimas ficticias, activistas de derechos humanos ficticios y una prensa instrumentalizada para encubrir estos delitos inventados. Pero en 2015 se celebraron audiencias públicas para las verdaderas víctimas, se reveló la verdad y quedó claro que las víctimas falsas, los activistas de derechos humanos falsos y la prensa amarilla no eran más que matones en manos del régimen para oprimir a sus opositores… Por supuesto, no deseo un destino similar para mi país, pero la mentira siempre dura poco y mañana triunfarán la verdad, la libertad y la dignidad para las verdaderas víctimas”.

Esta investigación se ha llevado a cabo con el apoyo del Centro de Derechos Humanos del Golfo (GCHR), en el marco del proyecto Impunidad de los Crímenes contra Periodistas en Oriente Medio y Norte de África (MENA).

La versión en árabe fue publicada por el sitio web Hawamich.

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