Rodenkirchen, 16.4.
Después de leer mi Diario, Ana Carmen me escribe desde Asunción/Paraguay: «Me asusta algo que dices, «no tener ganas de vivir» por lo que estás viviendo. Esto le comenté a Elías, mi hijo menor, que ya tiene 23, y me dijo que «Me hubiera gustado tanto conocer al abuelo Bada, y qué tal mamá si hacemos un préstamo y vamos a visitarles». No pude resistir reírme, disculpá. Otro punto, te digo que es bueno que salgas a despejarte, hace bien y tenés que hacer. No es egoísmo. Al contrario, es para seguir adelante y seguir cuidándola como ella lo hubiera hecho si fuera al revés la situación. Además, creo que ya te dije en algún momento, tienes unas hijas maravillosas». Le contesto: «Hola, Ana Carmen del alma. Muchísimas gracias por tu extenso email y todo lo que me contás. Te estoy escribiendo a las 15:29, recién levantado de la cama, esta mañana desayuné y me volví a encamar, me sentía mal y muerto de sueño, pero no logré dormir, ni bajé al comedor para almorzar, fue Diny sola. No sé qué hacer ni qué pensar. Hace un año, o dos, el Tribunal Supremo alemán reconoció de manera expresa el derecho al suicidio, pero no puedo hacerlo valer en mi caso, a no ser que me diagnostiquen algo incurable o inoperable. No puedo evadirme de mis obligaciones, y una de ellas, quizá la más importante, es que no quiero que mis hijos y nietos tengan un padre, un abuelo suicida. Pero siento que mis fuerzas decaen, esta pesadilla es superior a cualquiera otra tortura. Y sí, menos mal que tengo dos hijas que son un tesoro. Mi hijo también ayuda, pero no tanto ni como sus hermanas. En fin, Ana Carmen queridísima, decile a Elías que si mis finanzas me lo permitiesen les pagaría los dos pasajes, pero tan sólo alcanzan para pagar este apartamento, la asistencia a Diny, el seguro de enfermedad, los impuestos y el pequeño lujo de almorzar los martes con Ulli y Carlitos».
Nos visitó Chico y se pasó casi todo el tiempo platicando con Diny en su cuarto, Le contó a Diny que Pia ya es abuela, su hija mayor tuvo un hijo. «Entonces ahora eres abuelo tú también», le comentó Diny, Chico la sacó del error. Por lo que oía de lo que charlaban, un par de veces le habló Diny de Angie, como si siguiera casada con él, también tuvo que recordarle que se habían separado cuando Chico se fue a vivir con Pia. En lo poco que charlé con él, antes de que se marchase, creo que se ha dado cuenta de lo que estoy pasando, una pesadilla con los ojos bien abiertos. Eyes widee open, al contrario de la peli de Kubrik.
Rodenkirchen, 17.4.
Desde ayer por la tarde andaba incomunicado, al celular le dio de repente un infarto de algoritmo, y aunque lo puse en el soporte de recarga y lo conecté al cable ad hoc, ni por esas. Cada vez que al cabo de un tiempo lo abría, la pantalla estaba en negro o aparecía la letanía CHARGE COMPLETED pero no el recuadrito para introducir la contraseña. Esta mañana, desesperado, llamé a Herr Nicol, el jefe de nuestro piso (el único con un jefe, en los demás la jefatura la desempeñan “damas de la casa”), y le conté mi problema. Vino al par de minutos. Vio la pantalla en negro y presionó la tecla roja, arriba a la derecha, que sirve para cancelar las llamadas. Pero mantuvo la presión un par de segundos y (¡oh gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal!, cantaría un colombiano) enseguida apareció la ventanita de la contraseña. La introduje y presioné la tecla del OK, arriba, a la izquierda, con lo que recuperé mi contacto con el mundo. Le di las gracias a Herr Nicol y me dijo, sencillamente, que lo único que hay que hacer en estos casos es mantener oprimida la tecla roja un par de segundos, nada que merezca el nombre de magia. El que sabe sabe, y el que no, que aprenda.
Está de vuelta de sus vacaciones Blanca, la camarera santanderina del Maternus. Pero por muy poco tiempo, se jubila en mayo. Viéndola, nadie diría que cuenta más de cuarenta, cuarentycinco años todo lo más, pero de lo pintado a lo vivo siempre ha habido una gran diferencia. Lástima que se vaya, nos caía (cae) reblén.
Nos pasaron a visitar Angie y Vincent. Se llevaron a Diny a tomar café en el italiano de la plaza y al lado del Maternus. Allí se les unió Rebeca, que tenía el día libre y ha estado de compras en el centro, para su madre y para mí. Camisas, ropa interior, un chaleco con cremallera… Como lo pagó todo con la tarjeta de Diny, me dice que son el regalo de cumpleaños que me hace ella por adelantado. Luego sólo regresaron acá ellas dos, Angie y Vincent me enviaron con ellas besos de despedida. Yo estaba súper afanado poniendo en orden todas las facturas de médicos, farmacia y asistencia social que ojalá pueda mandarlas por correo esta semana, son un platal. Por el teléfono con pantalla de Rebeca hablo con Montse, quien vendrá el miércoles y piensa llamar al seguro de asistencia social para echarles una bronca por el retraso de cuatro meses en el reembolso de las facturas, cuando ya tengo otro alto de las mismas. No pueden echarle la culpa in aeternum al Corona. Y Rebeca convence a Diny de que no debe acudir mañana a La Modicana, se lo pedí argumentando lo empinado de la escalera que allí conduce a los servicios, y estuvo por completo de acuerdo conmigo. Los dioses la bendigan.
Rodenkirchen, 18.4.
Estoy viendoyendo casi todas las noches una versión distinta del “Bolero” de Ravel, anoche fue la de Valery Gergiev dirigiendo la Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky, de San Petersburgo. Toda una revelación, qué lujo de ejecución, imborrable la impresión que deja. Es hasta superior a la de Alondra de la Parra, de la que dije que puede medirse con las de Bernstein y Celibidache. Esta la supera en la entrega absoluta de sus intérpretes, empezando por Gergiev. Espléndida.
Cuando le dije a Diny que iba a ir de nuevo solo a La Modicana, con Ulli & Carlitos, quiso saber por qué y le recordé lo que por supuesto había olvidado, y es que ayer Rebeca le prohibió de una manera terminante acudir conmigo a lugares cuyos servicios estén en un sótano. Se avino sin convicción. Ya en La Modicana, Ulli encargó la ensalada con lucioperca, Carlitos el menú # 1 (ensalada de aguacate y penne [=plumas] con pescado, y yo espaguetis con atún rojo y marisco: hoy tuvimos, sin que nos lo propusiéramos antes, un almuerzo ictiofágico. Les hablé del “Bolero” de Ravel oído anoche, y luego les conté de la peli David y Betsabé, porque para mi gran sorpresa Ulli no conocía ese episodio de la Biblia, así es que repetí para ellos, de viva voz, lo que escribí aquí el sábado pasado. Le prometí a Ulli mandarle los dos enlaces respectivos, le hizo mucha gracia el traspiés de Paco Toronjo cantando las «seguidillas bíblicas del Alosno», en la peli Sevillanas, de Carlos Saura. Al enviarle ya desde el Maternus el email con esos enlaces le añadí una explicación, para que se riera más: «Te mando la versión divulgada por la TV neerlandesa, porque parece que alllí tampoco conocen la Biblia, si te fijas en los subtítulos aun sin saber neerlandés descubrirás que han traducido «la carta de Hungría» literalmente. Y como anexo, una foto donde estoy con Paco Toronjo durante uno de los festivales de cine iberoamericano en Huelva a los que asistíamos hasta los años 90, a Carlitos hice que lo invitaran y nos acompañó una vez, suya es esta foto:
Después de la siesta le dije a Diny que iba de compras a ReWe me pidió que le trajese una manzana y un saquito de mandarinas y Gala [el ¡Hola! en alemán], le pregunté que cuál, por si acaso le trajese uno que ya haya leído. Me dijo que no y se fue a la cocina, abrió la nevera y me señaló un envase de plástico con salame, el salchichón italiano que tanto le gusta. Fue inútil que le recordase que Gala es una revista del corazón, Al final tuve que decirle que si lo que quería era salame, pues ya lo teníamos en casa. Y esta noche, cuando se fue a acostar le anuncié que mañana, además de Bernadet, Thea y Robin, que llegarán desde sus tierras neerlandesas pasado el mediodía, a las 11 am vendría Montse. Me contestó preguntándome si se quedaría a dormir aquí. En fin…
Rodenkirchen, 19.4.
Primero vino Montse, que se dedicó a tareas caseras para las que yo tengo dos manos zurdas y torpes, como lavar la vajilla, por ejemplo, aunque bien mirado usamos poca y no debería ser un problema ni siquiera para mí. Se fue alrededor de las 1:30 pm porque no podía esperar a que llegara nuestra visita neerlandesa de hoy, Bernadet, Thea y Rob, y tenía que hacerle la comida a Henri, que a esa hora sale de la escuela. Se encontró con la visita en la recepción, así es que pudieron charlar unos minutos. Al rato estaban llamando a la puerta. Abrazos, besos, apretón de manos a Rob. Le traían a Diny una cesta con una botella de jugo de mango, maracujá, melón y piña; una bolsa con fruto secos; un paquete de las riquísimas galletas dobles neerlandesas, pegadas con una capa de jarabe de arce, creo, o algo que sabe como ese jarabe; una cajita de chocolatinas belgas (posiblemente las mejores del mundo); y un gran racimo de uvas. Charlamos un poco del incendio, del seguro, del Maternus, que les pareció un lugar muy luminoso y agradable, y luego se fueron a tomar café y torta al pequeño restaurante de ReWe. Volvieron un par de horas más tarde, en el fondo sólo para despedirse de mí. A Bernadet le gustó mucho que entre los objetos salvados del viejo apartamento estuviera un cuadrito suyo que le compré hace años y muestra una granja típica de los Países Bajos: está colgado en la cocina y gritó de alegría al verlo, al parecer lo echaba de menos, no recordaba que me lo había vendido. Claro que eso fue no en el año de Maricastaña pero sí sus buenos veinte años, tal vez incluso en el pasado milenio, como suele decir Carlitos.
Dediqué la tarde a pergeñar un nuevo artículo para Árbol Invertido, donde no he publicado nada desde febrero. Digo pergeñar y no escribir porque he ido enhebrando todas las reflexiones sobre las dos Sabrinas que aparecieron hasta ahora en este Diario. Encontré unas 15 o 16 de las que pude canibalizar (le debo el verbo a Raymond Chandler) trece bastante jugosas, creo yo, que soy el padre de la criatura. Con este son ya cuatro mis acercamientos al tema, casi sin repetirme, junto con el largo artículo en modo abogado del Diablo, en Nexos, el último texto que envié a Vasos Comunicantes y una columna en El Espectador.
Esta tarde vino a asear a Diny y ponerle el pijama la cubana sentenciosa que conocí cuando la caída de Diny hace dos semanas. Al terminar pasó por mi cuarto para despedirse y se desarrolló este diálogo: «¡Tú cómo te llamas?» «Yerania, pero me dicen Yeri». «¡Ah, un nombre inglés!» «También español». «¿Español, Yerania?» «Sí, geranio». «Pues entonces buenas noches, doña Geranio». Se fue con una sonrisa y recurrí a los buenos oficios de doña Hortensia Google, quien me asegura que en el inglés europeo y en el gringo la palabra es la misma: “geranium”. ¡Yerania! Cosas oiredes, Myo Cid.
Rodenkirchen, 20.4.
Días atrás, al hacer el conteo de los puentes de París para una pifia que descubrí en la Sabrina 2, Wikipedia me dijo que el Sena atraviesa París a lo largo de 13 km, recordé que el Rhin cruza Colonia nada menos que durante 29, está documentado por las fotos de los 29 hitos que jalonan sus orillas desde el km 672 al sur al km 700 al norte, encuadradas en un collage llevado a cabo con motivo del 70.º aniversario de la fundación del KStAnz: una idea magnífica del cantautor Wolfgang Niedecken realizada por su esposa Tina, fotógrafa. Compré un ejemplar de la edición limitada del mismo, cuelga de la pared donde se encuentra mi cama. Adoro el Rhin. Seguí buscando en Wikipedia y me enteré de que París, sin contar su área metropolitana, sólo ocupa 105 km² mientras que Colonia tiene 405,2 km², casi la cuadriplica. Tal vez ahí se encuentre la explicación.
Mandé a la redacción de Árbol Inverfido el texto escrito ayer y les dije en el email: «En el anexo les estoy enviando una nueva entrega para mi columna, espero que sea de vuestra conformidad y agrado. Me está costando mucho escribir, estoy extenuado por la convivencia con mi esposa semidemente, sorda como una tapia y terca como una mula. Espero que nada de eso se trasluzca en los textos que sigo produciendo con puntualidad de reloj suizo, aunque con ustedes me haya retrasado algo al no tener compromiso de entregarlos con fecha fija. Procuraré que haya al menos uno cada mes».
Rodenkirchen, 21.4.
Anoche estuve viendo Safe Harbour [Puerto seguro, pero en español se tituló El encuentro], telefilm basado en un relato homónimo de Danielle Steel, escritora gringa de novelas románticas superventas, una especie de Corín Tellado al gusto americano. En la ficha del telefilm en www.imdb la califican con un benevolente 5,2, y en esa misma ficha encontré este comentario aniquilante de un crítico: «Esta historia está tan bien hecha como cualquier productor podría hacerlo con un libro de Danielle Steel, todos los cuales son exactamente iguales y sin profundidad. […] Sería difícil, sin embargo, ser convincente en cualquier película de Danielle Steel debido a la falta de desarrollo creíble de una buena historia». Bueno, ya tuve mi ración de peli mala después de tantas buenas, esta noche creo que veré algo mejor que un Corín Tellado gringo.
Diny volvió a las andadas. Me di cuenta, tarde, de que llevaba demasiado tiempo en el servicio, llamé a la puerta, la abrí y me la encontré desnuda de cintura para abajo, sentada en el inodoro y queriendo limpiar con papel higiénico lo que habìa empercochado (gráfico verbo que tan sólo se lo he oído a mi abuela Remedios). Pulsé enseguida la alarma que lleva colgada del cuello y vino una asistenta que ya conocemos y fue expedita, como suele serlo sin excepción el personal del Maternus que conocemos. Mi tejido nervioso está mutando en los flecos de un mantón de Manila.
Rodenkirchen, 22.4.
Anoche estuve viendo L’amour flou [Un acuerdo original en español], una peli francesa filmada por la pareja protagonista, Romane Bohringer y Philippe Rebbot, ambos actores y directores, y también participan en el reparto sus dos hijos, Rose y Raoul. Pocas veces he visto diverger tanto las opiniones acerca de una peli. Un crítico arguye: «Una película francesa sobre el maltrato infantil. Una pareja la hizo con sus hijos para mostrar lo abusivos que son como padres. Se fuma constantemente, especialmente cerca de los niños. Es raro que la toma utilizada en uno de los carteles sea la del protagonista fumando, pero el cigarrillo fue eliminado para el cartel. En realidad es terrible como toda esta basura de pelí». Se nota claramente que el hombre debe ser de una correción política² (sí, al cuadrado). Otro le replica: «Los dos protagonistas son víctimas del paso del tiempo, la rutina se ha instalado y su «amour fou» se ha convertido en «amour flou» (=amor vago), un juego de palabras bastante inteligente. Los dos son excelentes y todas las escenas que comparten son apasionantes, en particular aquella en la que discuten sobre el paso entre los dos pisos (¿esclusa o pasillo?)» Estoy por suscribir esta opinión pero creo que ni tanto ni tan calvo. Los actores son en efecto muy brillantes pero la peli es un pelín pesada, hasta me atrevo a decir que llega a aburrir. Eso sí, los créditos al final del metraje redimen del posible aburrimiento.
Una siesta bien movida hoy. A eso de las 2 pm, desde mi cama, veo que Diny se dirige en derecho a la puerta del apartamento y cuando le pregunto qué piensa hacer, me contesta que pasear por los corredores del Maternus. La dejo ir pero no sin entregarle su bastón, y apenas se va llamo a la Recepción y le pregunto a la empleada de guardia si conoce a mi mujer, me contesta que desde luego (el personal del Maternus está reclutado entre una gente con memorias onomásticas y fisonómicas de Primera División) y le ruego que preste atención a ella, no sea que quiera salir a la calle: debe impedírselo diciéndole que hace muchísimo frío y no va vestida como para salir a pasear fuera del Maternus. Pero al rato, como tengo muy buen oído, oigo el clic del piloto verde del teléfono al pasar al rojo, y como ello no ha sucedido en el apartamento, la única explicación posible es que Diny haya pulsado, espero que por descuido, la alarma que lleva colgada del cuello. De inmediato llamo a la Asistencia y les informo de lo sucedido. Se ponen en acción sin perder un minuto, Pero a los pocos minutos reaparece Diny, abre la puerta con la llave que también lleva colgada del cuello.
A las 3, sin haber dormido ni un solo minuto, me levanté, me hice un café bien cargado y me puse a trabajar en la contabilidad doméstica separando en tres montones las facturas médica y de farmacia. 15 para el seguro de asistencia, 33 para el de enfermedad y 44 para la subvención estatal (que separo en dos montones distintos, 28 de facturas médicas y 16 de farmacia, porque los formularios ad hoc no admiten más de 30 por cada solicitud). Lo malo es que no podré enviarlas hasta el lunes o el martes ya que debo hacer fotocopias de siete documentos que me mandaron sin copia, y los envíos a la subvención estatal deben ser duplicados exactos de los que recibe el seguro de enfermedad. Con razón bautizó Mafalda a su tortuga llamándola Burocracia.
*******************THE END*******************