Esta va a ser una entrega intempestiva y algo así como una colcha de retazos, pero donde hay patrón no manda marinero, decía mi abuela Remedios. Y en este caso el patrón es mi desgraciado destino, que no deja de golpearme desde la tarde aciaga del 28 de noviembre.
Ocurre que el viernes 5, alrededor de las 5 pm, después de levantarme de la siesta, prepararme un café cargado y querer reemprender el trabajo en la compu, de repente ella declaró à lo unilateral una huelga de algoritmos caídos, la pantalla se puso de luto riguroso y las dos únicas señales de vida las daba el monitor, pese al luto, y eran la lucecita piloto verde, abajo, en el marco de la pantalla, a la derecha, y el blanco del ratón, que se movía por el negro de la pantalla como Perico por su casa, tal vez buscando a Tom, para gastarle alguna broma.
Ahora, vía la unidad USB pude recuperar mis archivos completos hasta el 29 del mes pasado, gracias a que todos los domingos, después del desayuno, traspaso todos y cada uno de los archivos de la compu a la unidad USB, poniéndola al día. Es decir, todo lo que fui anotando desde ese domingo 30.4. hasta el mediodía del viernes 5, pues eso, se lo llevó la chingada.
Recuerdo un poco de lo sucedido y anotado durante esos seis días. Lo intento reconstruir.
El mismo domingo 30 debí anotar que la noche anterior, la asistenta que vino a cambiarle el pañal y a vestirle el pijama a Diny fue Yeri, Doña Geranio, la cubana, con quien estuve charlando un rato y me enteré de que llegó acá en 1988 con 18 años, o sea, tiene 53 años que para nada los aparenta, lo mismo que Montse, quien también nació en 1970.
Esa noche del sábado vi por primera vez la peli Moulin Rouge (2001), que me pareció magnifica, algo así como una rara mezcla de French Can Can, una de las obras maestras de Jean Renoir, y La dama de las camelias, o tal vez, mejor, La Traviata, me gusta más la versión de Verdi que la de Dumas Filius. En cualquier caso, digna de codearse con su homónima, Moulin Rouge (1952), en la que admiramos la espléndida interpretación de Tululo III por José Ferrer.
Consigné también que la semana anterior olvidé consignar que mi visita al cardiólogo, recomendada por Sra. Luna–Wolff, mi médica de cabecera, la pospuse hasta el jueves 11 a una hora cristiana, las 4 pm.
Y que recibí un email de Alex, desde su Carmen de Viboral, con las fotografías de dos páginas de la última novela de Fanny, donde me nombra por mi nombre. No creía que se siguiera acordando de mí, nos dejamoa de ver pasados aquellos días de vinos y de rosas en el verano berlinés de 1982, o no, aún nos vimos una vez más, pero los dos en tránsito, en una cafetería de Barajas. O témpora, o Mariano Mores!
Recuerdo asimismo que anoté cómo me enteré por huelvared de que en Troglodia están tomando muy en serio lo del “legado británico” en la capital y la provincia, tanto que por estas calendas iban a dedicarle un homenaje al “hombre que nunca existiò”, William Martin, el descubrimiento de cuyo cadáver en Punta Umbría, en 1943, fue casi decisivo para hacer posible el desembarco en Normandía.
El 1.5. cumplió años nuestro sobrino neerlandés Silas, y luego de enviarle un email ad hoc estuve pensando en algo que finalmente trasladé a la pantalla en forma de email a Willy, donde le decía que a Diny la habían visitado ya todas sus hermanas (menos Miny, que ya está 100% demente) pero sólo él de sus cinco hermanos. Que sería hora de que Harry, Jos (padre de Silas y ahijado de Diny), Theo y Marcel se dieran prisa en visitarla, cuando todavía los podrá reconocer, sería muy triste que no se despideran de ella.
El martes 2 fui con Ulli & Carlitos a La Modicana, pero sólo recuerdo que yo comí ravioles con un relleno de calabaza dulce y guarnición de esos hongos bonsais de la China y el Japón, cuyo nombre japonés es shiitake. Fue un plato delicioso y memorable.
También recuerdo que transcribí un comentario dejado en Fronterad al pie de la última entrega de mi Diario, así como mi respuesta: «Muchas gracias por su columna de hoy, que leo religiosamente cada vez que Fronterad llega a mi correo. Me.ha gustado mucho descubrir a Multatuli y la página del Trujamán, que reseña en su columna de hoy. Con mucho cariño desde Valencia, Javier Swift». «Muchas gracias por leerme y no sabe cuánto me alegra el haberle descubierto a Multatuli. No deje de leer su Max Havelaar, una obra maestra de literatura comprometida, y de mucha calidad literaria, en el siglo XIX; hay una excelente traducción al español y en http://www.iberlibro.com puede encontrar buenos ejemplares a un buen precio (mire sólo la página 1.ª, las restantes sólo ofrecen ediciones en neerlandés, inglés, alemán, francés…) Y me hace mucha gracia lo que me dice de que me lee religiosamente: leer de esa manera a un agnóstico y laico es toda una proeza. Más que agradecerle. Que tenga usted un feliz fin de semana. Vale».
Recibí un email de Judith, que está de vacaciones con su marido en Biarritz. Me cuenta que alquilaron un auto y fueron a Bilbao para visitar el Guggenheim y me habla maravillada del Museo. Me hizo recordar que en los 35 años de mi vida profesional (enero 1965 a diciembre 1999), tan sólo ha habido dos luagres donde no me valió mostrar mi carnet internacional de Prensa para entrar sin pagar: el primero fue en Torcello, en la laguna de Venecia, adonde Diny y fuimos en junio 1981 para admirar la iglesia bizantina, cuyas fachadas estaban siendo restauradas por la UNESCO, pero el interior era visitable… pagando (ambos los dos, diría Cantinflas); el segundo fue en una escapada que hicimos a Bilbao para saludar a un buen amigo y visitar de paso el Guggenheim, donde, eso sí, me hicieron la merced de venderme una entrada con descuento y en la que podía leerse “Adulto Reducido”, lo que todavía me sigue haciendo muchísima gracia.
Consigné por último haber visto en tres noches consecutivas tres pelis; primero Eugenia de Montijo, de 1946, dirigida por José López Rubio y con una jovencísima Amparito Rivelles (19 años) en el pael protagonista, pero la copia era tan cochambrosa y el sonido tan malo, que para la siguiente noche me prometí una muy buena de la Rivelles, ya madura, de su etapa mexicana: El Esqueleto de la Señora Morales (son dos entradas que rescato porque se las copié y mandé por email a Achim): «Rodenkirchen, 2.5.: Anoche vi Eugenia de Montijo, una peli española de 1944, dirigida por José López Rubio, con una hermosa y joven (19 años) Amparo Rivelles en el papel protagonista. No veía ninguna peli suya desde allá por 1980, cuando Achim me prestó el video de una que lo tenía entusiasmado, era humor negrísimo en estado puro, de lo más mexicano que cualquiera se pueda imaginar: El esqueleto de la señora Morales. Ya la tengo localizada para verla esta noche. Me las prometo felices. Rodenkirchen, 4.5.: Volví a ver anoche El Esqueleto de la Señora Morales (1959), dirigida por Rogelio A. González, de quien acabo de mirar su ficha en www.imdb.com y creo que no he visto ninguna otra peli suya, pero con esta voy bien servido porque es humor negro puro. Desde la escenografía barroca de Eduardo Fitzgerald, ajustada como un guante a la trama, lo mismo que puedo decir de la música de Raúl Lavista, uno de los compositores favoritos de mis dos Álvaros (Mutis y el Dr. Castaño Castillo), las fotos fijas de Manuel Álvarez Bravo. la cámara de Víctor Herrera, y sobre todo el guion de Luis Alcoriza, inspirado por un relato del autor galés Arthur Machen, amén de la colosal interpretación de Amparo Rivelles (35 años), sólo superada por la de Arturo de Córdova en el papel principal, que lo borda. Mientras la veía pensé que si Galdós hubiera sido guionista no le habría importado firmar el de esta indudable obra maestra».
Y a la nche siguiente volví a ver otra obra maestra, Notorious [Encadenados], que era la peli de Hitchcock que más le gustaba a su gran admirador y exégeta François Truffaut. Esa mecla de novela de amor y relato de espionaje la bordaron al alimón Ingrid Bergman y Cary Grant con un Claude Rains, que no desmerece a su lado.
Lo que sigue es la transcripción de la entrada manuscrita datada al día siguiente de la debacle con la reputísima computisimadora:
Rodenkirchen, 6.5.
Desde las 9 am liado con la compu. Un técnico del Maternus descubre que había un contacto flojo y lo arregla, pero el problema principal no puede resolverlo.
11:45: Llega Rebeca y acompaña a Diny durante el almuerzo en el comedor del Maternus.
11:50: Llega Paul y vamos de compras a ReWe luego de que también él intenta arreglar la avería dela compu. Con la de ayer van cuatro llamadas a B., a su teléfono fijo y a su celular, pero cero repuesta, debe ver mi número en el monitor respectivo y andar de nuevo con su depre, como hace un mes.
Después invito a Paul a almorzar conmigo en el Bistro Verde. Él encarga dos salchichas asadas (de ternera y cordero) con una copiosa ensalada, y yo espárragos cocidos con papa cocida y emperejilada, y salsa holandesa. Paul se interesa mucho por las dos columnas que debo entregar la próxima semana. El desarrollo de nuestra relación me hace muy feliz. Regresa a casa con su bici, yo al Maternus con el bus.
6 pm: Viene Oskar a visitarnos, con el mismo resultado de un rotundo fracaso al intentar repararme la compu.
Decido empezar a leer Yoga, el libro de Emmanuel Carrère que Jorge me regaló desde Anagrama, y apenas lo abro sale Diny de su cuarto y me pregunta: «¿Dormiremos aquí esta noche?» «Diny, esta noche y todas las que sigan, este es ahora nuestro apartamento, es aquí donde vivimos». «Lo mismo me dijo Rebeca, pero no le creí».
*****************THE END*****************
Posdata : Aprovecho la ocasión para agradecer muy cordialmente a todas mis amistades que por teléfono y por email se han preocupado al no recibir mi Doble envío en la madrugada del sábado al domingo pasados. ¿Tendré que decir lo que García Lorca: «Madre, cuano yo me muera / que se enteren los señores»? Pero no: eso sería hoy genéricamente incorrecto.