Manuel González, de la Feria de Ciudad Rodrigo, con el premio Abraço Ibérico y Alexandre Barata, de la Feria Ibérica
(Puedes leer todos los episodios aquí.)
MURCIÉLAGO DESCONOCIDO 1.- ¿Tú a qué has venido a esta feria, chicuelo? ¿A ver teatro o a comer jamón?
TIAGO.- Eso es lo mismito que me preguntó el avestruz hace un rato.
MURCIÉLAGO DESCONOCIDO 2.- ¿Quién te ha dado permiso para hablar con el avestruz?
MURCIÉLAGO DESCONOCIDO 3.- El avestruz es nuestro.
Cuando me quise dar cuenta Tiago estaba con los murciélagos más chungos de todo Fundão. Sé que no son de fiar, porque los recuerdo de hace dos años… ¡Seguro que alguno de esos murciélagos tan mal encarados que están riéndose de Tiago es hermano de Finea! Y como Tiago es hijo de Finea, ¡ese murciélago es su propio tío! ¡Uno de los que hicieron que esa noche de hace dos años yo…! ¿Es que acaso no hay murciélagos normales en este pueblo? No sé, por ejemplo, alguno que haga teatro… Esos serían más tratables…
MURCIÉLAGO DESCONOCIDO 4.- Si aquí hubiera jamón, yo ya me lo habría comido. Todo.
MARCELO.- Vámonos, Tiago.
MURCIÉLAGO DESCONOCIDO 5.- ¿Y este quién es? ¿Tu papaíto?
Toni Álvarez de la Junta de Extremadura recogiendo el Premio Abraço Ibérico, con Miguel Nascimento de la Feria Ibérica
Me lo llevé de la Quinta Pedagógica porque aquello no tenía pinta de llegar a buen puerto. Además, ya había sido la inauguración y habían hablado los políticos, y se habían entregado ya unos premios inesperados, llamados Abraço Ibérico, a muchas personas que representaban a instituciones con las que la Feria Ibérica de Teatro tenía cierta complicidad, como por ejemplo a Toni Álvarez de la Junta de Extremadura, a Emilio del Valle de Artemad, o a Manuel González de la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo. También se entregó el galardón al espectáculo ganador del Premio del Público y del Jurado de la edición anterior, Ninho, de la compañía Partículas Elementares, pero como no estaba nadie de la compañía para recogerlo, lo recogió su distribuidor en España, César Arias.
César Arias recogiendo los premios de la compañía Partículas Elementares de manos de Tiago Poiares de la Feria Ibérica
Nos fuimos al Pabellón Multiusos, que es donde se hacen las funciones de la noche en la Feria Ibérica de Teatro. Mientras tanto, dejamos a los feriantes cenando allí al aire libre, sentados alrededor de unas mesitas redondas, hablando de teatro todo el rato.
TIAGO.- Papá, ¿qué es el teatro?
MARCELO.- Oye, mira, Tiago, no nos hemos recorrido varios cientos de kilómetros y estamos aquí en medio de Portugal, perdiéndonos la cartelera madrileña, para que me preguntes esas cosas.
TIAGO.- ¿No es una buena pregunta?
MARCELO.- Buena, mala… ¿Quién decide lo que es bueno y lo que es malo?
Con esto último, Tiago se calló durante un rato y se quedó pensativo. ¿Cruel? No, no soy cruel. Es que no estaba yo para preguntas. Si me hubiera preguntado la hora, le hubiera respondido lo mismo. Los feriantes empezaban a llegar y no dio tiempo a que se le ocurriera otra pregunta. Entramos en el Pabellón Multiusos, y allí estábamos, esperando que empezara un espectáculo de improvisación.
TIAGO.- Papá, ¿qué es la improvisación?
MARCELO.- Es como cuando Finea se pone a regañarme.
FINEA.- ¿Finea improvisa?
MARCELO.- Todo el rato.
TIAGO.- Mañana viene. Le voy a decir que improvisa todo el rato.
MARCELO.- ¿Cómo que mañana viene? ¿Quién le ha dicho a dónde íbamos?
TIAGO.- Cállate, que esto ya empieza.
Y vimos un espectáculo de improvisación en que sacaban a unas personas del público, las entrevistaban y luego hacían una improvisación con lo que había salido en la entrevista. La obra se llamaba Jardines (Entrevistas breves en jardines improvisados) y eran nada más y nada menos que la compañía Impromadrid, y digo nada más y nada menos, porque en Madrid no los había visto nunca, y me había tenido que venir a Fundão para verles…
Uno de los actores de Impromadrid entrevistando a una persona del público cuyo nombre no recuerdo, pero que trabajaba más que nadie y le daba tiempo a todo
El espectáculo fue aplaudido pero no muy efusivamente, porque hacía tanto calor que se hizo un poco largo. Y cuando terminó, volví a preguntarle a Tiago.
MARCELO.- Oye, tú, sinvergüenza, ¿quién le ha dicho a Finea dónde íbamos?
TIAGO.- Pues yo.
MARCELO.- ¿Y por qué?
TIAGO.- Porque me lo preguntó, y como no sé mentir.
MARCELO.- Bueno, no hace falta que mientas, pero te puedes quedar callado.
TIAGO.- ¿Te molesta que venga?
MARCELO.- ¿A mí?
Nada, ni le respondí lo que de verdad pensaba. Era hora de ver en qué bar se quedaban los feriantes. Sí, un bar muy mono, con una terraza y mesitas, y las cañas a 1€, que estaban los españoles muy contentos con las cañas a 1€… Pero yo esa noche estaba cansado de tanto viaje y me fui al supermercado de siempre a dormir. Tiago, por supuesto, vino conmigo.
Al día siguiente poco antes de las 9 de la mañana, Tiago ya estaba tirándome de una oreja.
Encuentros comerciales en el Casino Fundanense
Es verdad, esa mañana eran los encuentros comerciales, esa actividad en que los programadores se quedan fijos en una mesa y van rotando los distribuidores y compañías, cada uno contando su película al programador… Y el programador toma nota de lo que oye, luego no se sabe lo que hará con las notas, pero anota muchas cosas. A veces los programadores ponen cara de perro, porque a lo mejor no les gusta lo que el que tienen delante les tiene que contar… En fin… Que eso era un gallinero. Y como esto se llama El Gallinero, no podía dejar de contároslo. La sala grande de arriba del Casino Fundanense era un gallinero, todos hablando a la vez… Cada cuál gritando más alto… ¿Se entera alguien de algo en estos encuentros? Uno dijo que sí. ¿Valen para algo estos encuentros? Otro dijo que por supuesto, que eran importantísimos. Yo no dije nada, bastante tuve con intentar coger cerezas sin que nadie me viera. Tiago estuvo escuchando a todas las compañías como si él tuviera un teatro y fuera a programar a alguna…
TIAGO.- Podemos programar espectáculos en nuestro supermercado de Madrid.
MARCELO.- Sí, claro, no nos faltaba más que eso…
Entonces apareció una que aún no había dado señales de vida: Sabina. Sí, Sabina, la madre de Tiago, a quien no iba a dejar que lo separara de mí… Y lo malo era que no venía sola…
Continuará.
Marcelo, el murciélago
Emilio del Valle, presidente de Artemad, con el premio Abraço Ibérico