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Frontera DigitalDe mi Diario : Semana 27 / 2023

De mi Diario : Semana 27 / 2023

Rodenkirchen, 2.7., 57.º aniversario de nuestra boda en la iglesia de Beek de Montferland

Volví a ver y volvió a divertirme Al servicio de las damas, y descubrí que hay una versión posterior, de 1957, titulada en español Un mayordomo aristócrata, pero decidí no verla después de leer lo que sigue en su ficha de www.imdb: «La versión de 1936 era una obra maestra o casi y esta es una pálida imitación. Me gustan June Allyson y David Niven pero son pésimos comparados con Carole Lombard  y William Powell. Niven interpreta a un hombre que se esconde porque no tiene pasaporte, a diferencia de la película original, en la que Powell era un vagabundo. Allyson está en una búsqueda del tesoro y lleva a Niven con ella y luego lo contrata como mayordomo. La original era mucho mejor y deberías ver esa en su lugar. Lombard y Powell eran mucho mejores. ¿Por qué se molestaron en hacer un remake?» Bueno, la respuesta podría ser que porque a lo mejor sale una Sabrina mejor que la primera. Pero no me aventuro a ver esa segunda versión, me quedo con la de 1936.

Almorzamos en Steep’s con Oskar, quien esta tarde vuela a Barcelona, y del aeropuerto seguirá en tren a Malgrat de Mar. Le pregunté que si era un pueblo al sur o al norte de Barcelona, me dijo que al sur y me he quemado las pestañas rastreando la costa entre Barcelona y Tarragona sin encontrar el dichoso Malgrat de Mar. Hasta que me dije que mejor buscaba hacia el norte, y ahí encontré el lugar. Habrá que decirle a Oskar que revise sus nociones acerca de los puntos cardinales.

Me escribe Jaime, desde Valencia, y me pregunta por Canicio, que de qué vivía, si era traductor o bien periodista. Le contesto: «Giacome caro, Canicio era profesor de español en una escuela de idiomas en Heidelberg, y yo le enviaba manuscritos a traducir para la Deutsche Welle, pero él tenía dinero, heredado de un padre rico, amén de que jugaba con inteligencia en la Bolsa. En 1982 me preguntó si tenía algún dinero disponible para invertir en acciones. Le dije que no, pero al poco me llegó una transferencia inesperada de 1.250 DM, de Radio Colonia, por la repetición de la emisión de un breve radioteatro mío. Llamé a Víctor y me dijo que al día siguiente fuese al Banco y comprase acciones del Banco Central, que estaban muy baratas porque se temía que el PSOE ganase las elecciones. Así lo hice y a partir de entonces me llegaron regularmente dividendos hasta que un día Víctor me llamó para preguntarme si había comprado acciones del Central, le dije que sí y me contestó que al día siguiente fuese al Banco, las vendiese y comprase acciones de Telefónica. Al llegar al Banco y decirle a mi asesor de inversiones lo que deseaba, me miró con mucho respeto porque se dio cuenta de que mi inversión de 1.250 DM se había convertido en un capital de casi el triple. Para hacerlo breve: hoy dispongo de un buen paquete de acciones de Telefónica que es, en €, casi nueve veces los 1.250 DM iniciales».

Rodenkirchen, 3.7.

Anoche volví a ver Al servicio de las damas, y como ya me la sé casi de memoria, busqué la versión original y me enamoré de Carole Lombard: ¡qué voz tan personal y qué dicción, mare mía de mi arma! Todos mis amigos saben que lo que más me atrae de las mujeres es su voz, así es que no necesito explicarles cómo y por qué me enamoré de Carole Lombard.

Me contesta Jaime desde Valencia mi email sobre Canicio y me cuenta una interesante historia familiar, le doy las gracias por contármela y, a mi vez le cuento: «En mi casa los problemas eran de otra índole y relacionados todos con  la producción y venta de calzado. Y con la tragedia del cierre de la fábrica grande, a consecuencia de la protesta de los Bancos privados contra el hecho de que después de la guerra el Banco de España tuviera la facultad de conceder créditos. El gobierno tuvo que ceder y a mi padre lo puso entre la espada y la pared la sucursal del BdE en Huelva, con cuyos créditos se había construido la fábrica grande. La más grande de calzado en toda Andalucía, de la que salieron (para que te hagas una idea de las proporciones) ocho viviendas con tres habitaciones, recibidor, cocina, cuarto de baño y patio. A una de ellas, salvada de la suspensión de pagos, se fueron a vivir recién casados mi tío Laureano y su mujer, Amelia, con mi abuela Remedios. Yo viví también allá algunos meses, a mis treece años, cuando las peleas con mi madre hicieron insostenible mi presencia en la casa paterna. Regresé a ella después de pasar un mes internado en una clínica privada a consecuencia de una peritonitis. El médico de la familia me examinó y me recetó un purgante («Lo que tiene Ricardito es el estómago sucio»), pero mi tía Amelia no se contentó con ese diagnóstico y llamó a un pediatra que había abierto su consulta un par de meses antes, y el pediatra, apenas me examinó, llamó por teléfono a mi padre para comunicarle que me estaba llevando en su coche a la clínica de don Félix Sanz de Frutos y que se personase allí porque tendría que firmar un papel librando de responsabilidad a don Félix (el cirujano de nuestro gran torero de entonces, Miguel Báez «Litri», quien es, por cierto, de Gandía, valenciano de nacimiento) si es que yo me quedaba en la mesa del quirófano, ya que iba a ser una operación a vida o muerte, el apéndice ya había reventado y mi vientre estaba lleno de pus». Cuando murió Amelia y yo volé ese mismo día a Sevilla para asistir a su entierro, Laureano, su hijo mayor, que nació mientras yo vivía con ellos, me fue a buscar al aeropuerto y me dijo que no había ninguna necesidad de que hubiese venido sólo por esa causa, y le contesté: «Es lo menos que le debía a la mujer que me salvó la vida. Imagínate que me hubiera dado el purgante que me recetó nuestro médico de cabecera».

Después de leer mi Diario, me escribe José María desde su beatus ille a la orilla del Cauca: «Como todo remate de un buen soneto, el último párrafo de tu diario se convierte hoy en la nota bien destacable. Esa precaución tuya me trae el recuerdo de los dos últimos suicidas (de más de 50) que se tiraron por una ventana del último piso del Palacio Nacional, en el centro de Medellín, sede de los juzgados de toda índole, y que cayeron, uno sobre un transeúnte, y otro sobre un carrito de Guanabanol. Sobrevivieron ambos quitándole «el encanto» a «la ventana siniestra». El carrito de Guanabanol es una bici de reparto de domicilios, acondicionada para llevar un gran recipiente con jugo de guanábana, fruta tropical muy refrescante y deliciosa, que supongo habrás degustado alguna vez». No alguna, muchas veces, compadre.

Rodenkirchen, 4.7.

Anoche vi Made for Each Other [Lazo sagrado], de 1939, el año en que nací. Los protagonistas son Carole Lombard y un jovencísimo James Steward. Es un melodrama y la comprobación de que la Lombard era una todoterreno. ¡Qué hermosura y qué genio de actriz!

Me escribe Brigitte: «Quiero decirte que tus CD los disfruta ahora otra familia «quemada». Habrás oído que aquí, en Weiß, una familia de seis miembros lo perdió todo en el incendio de su casa. Todos están ilesos, eso es por supuesto lo más importante, y bien alojados hasta que se restaure su casa. Pero todos son muy melómanos y lo que más echan de menos ahora es la música. Así que están recibiendo un equipo de música que Tom aún tenía en el sótano, y muchos de tus CD. Les gusta especialmente la música latinoamericana, y de esa tenías mucha. Así que tu generosa donación sigue surtiendo efecto y llevando alegría a más gente de Weiß». Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

Estuve en ReWe haciendo compras, y después de dejarlas en la nevera y los armarios de la cocina, fui a devolver a su emplazamiento el carro de la compra y quedé con Diny en que a mi regreso me iría a sentar en el jardín. Así lo hice, y Diny se asomó al balcón, vio que ya estaba en el jardín y me hizo señas de que bajaba ella también. Al cabo de ¼ de hora me dio en la nariz que Diny ya no estaba en el Maternus, llamé a la Recepción y me confirmaron que Diny había salido. La recepionista me dijo que saldría a buscarla. Y me la trajo unos minutos después. Me dijo que nadie le había comunicado que no podía dejar salir sin compañía a Frau Hansen. La Recepción es el talón  de Aquiles del Maternus, mañana hablaré con Jessica y le pediré que tome algunas medidas al respecto.

Esta semana no fuimos a La Modicana, Ulli continúa con las molestias en los pies y no se atreve a manejar el auto en esas condiciones. Por mi parte, andaba tan desganado y sin hambre que no acudí al comedor del Maternus. Y son las 8:30 pm y sigo sin hambre, pero tendré que comer algo. A la trágala.

Rodenkirchen, 5.7.

Un día en blanco que he pasado prácticamente en la cama. Sólo me he levantado tres veces. A las 8:30 am para desayunar. A las 11:11 am para asearme y cepillarme los dientes e ir con Diny a comer al Steep’s. Y después de una larga siesta, a las 5:30 pm para bajar a respirar aire libre y pasear por el jardín. Sopla, ¡y cómo!, el viento, ulula en los interminables corredores del Maternus y hoy sí empuja las nubes, sopla desde el NW y las arrastra hacia el SE, las más cercanas algodonosas y blancas como la nieve, las más lejanas oscuras y cargadas de lluvia. La única novedad digna de mención es que Marta llegó ayer desde Mèxico y pasado mañana recibirá la visita de sus nietos, desde Berlín y Barcelona, de manera que no nos podremos ver hasta el 18, porque sus nietos vuelven a Berlín y Barcelona el 17, y ella regresa a Mèxico el 19. Me dice que me ha traido recortes de mis últimas Cartas desde Alemania, la columna mensual que publico en La Jornada, de tal manera que eso significa que lleva meses sin venir acá. Quizás incluso un año. Busco en el archivo de este Diario, el del año pasado, y en efecto, la última vez que vino a Colonia y comió en La Modicana con nosotros y Claudia fue el 12 de julio. Ahora son las 7:52 pm, hace unos 10’ que me volví a levantar y después de terminar esta anotación veré una nueva peli de Carole Lombard, se titula Nothing Sacred [La reina de Nueva York].

Rodenkirchen, 6.7., Día Internacional del Beso

La reina de Nueva York resultó ser una de esas que los entendidos que saben inglés, y hasta quienes no sabemos mucho de ese idioma, llamamos screwball comedy, una comedia de enredo desternillante por lo disparatada que es. Me hizo recordar más de una de las comedias de Jardiel Poncela. Y por cierto: como “screw” significa “atornillar” ¿por qué no podríamos inventar el neologismo “desatornillarse de la risa”? Y Carole Lombard ¡ah, sensacional de nuevo!

Diny no quiso bajar hoy al comedor del Maternus. Después de mi larga siesta, como yo tenía que llevar una transferencia al Banco, le propuse ir allá con el bus (una parada hasta la Maternusplatz) y comer algo en el italiano al que ella ha ido ya varias veces con Rebeca y con Montse, y con ambas, mientras que yo ninguna, y así lo hicimos. Deposité la transferencia y cruzamos la plaza, que hervía de bullicio, hoy volvió el buen tiempo, el viento se mandó mudar a otras latitudes. La terraza de Galestro estaba llena a rebosar, heliófilos como son los alemanes, pero en el interior sólo había tres personas. Aparqué el andador de Diny, plegado, junto a nuestra mesa e inspeccioné el lugar. Me gustó. La carta es muy sencilla, nada de grandes platos, sólo pequeñas porciones, aquello que antes llamábamos piscolabis y ahora bocatas. Yo pedí una tortilla francesa bien hecha y una copa de un Lugana Pansere exquisito. La tortilla vino con tres clases de pan, varias tiras de bacon, dos tomates cherry, dos trocitos de queso fresco y una oliva verde y otra negra, deshuesadas. Creo que es un lugar al que acudir con alguna frecuencia, el servicio es atento y agradable.

Al regresar al Maternus le pregunté a Diny si tenía que ir al baño, me contestó que sí y le dije que la esperaría sentado donde los ascensores, para bajar luego al primer piso y salir a pasear al jardín. Al cabo de más de ¼ de hora de espera acudí al apartamento y Diny estaba leyendo un diario. Cuando le dije que cuánto tiempo pensaba hacerme esperar, me respondió que no sabía de qué le hablaba. Ha perdido la capacidad de gestionar sus ocupaciones, no se le pueden encargar hacer dos cosas porque fatalmente olvidará una de las dos (en el mejor de los casos) si es que no las dos.

Rodenkirchen, 7.7., ♫ siete de julio, San Fermín ♫

Anoche vi de nuevo Sabrina (1995) dedicando mi principal atención al montaje. Es de lujo, y a veces casi parece prestidigitación. Por ejemplo, vemos a Sabrina salir del taller de fotografía donde le han revelado el rollo filmado el día anterior en Martha’s Vineyard y dirigirse derecho viejo a la fila de taxis que hay a la derecha en la calzada, y en el plano siguiente la vemos descendida del taxi y caminando hacia la Torre Larrabee, a la izquierda. Mayor economía narrativa es imposible.

Oskar regresó anoche a medianoche de su excursión a Barcelona, cuando lo llamo a las 11:00 am para saber si nos acompaña a almorzar hoy me doy cuenta de que lo he despertado, así es que lo dejamos para mañana y nos fuimos a almorzar al chino. Diny encargó pollo frito à la manera malaya, con brotes de soja y un salsa espesa que creo que era saté. Yo, como siempre, mis gambas con gabardina y dos pinchos de camarones en tempura. La camarera, antes, me había pregunado al encargarle gaseosa de manzana para Diny: «¿Y Chardonnay para usted?» ¿Llegará el día en que me lo traerá sin que se lo pida, como me trae Minou el blanco de la casa en La Modicana, y me traen el Grauburgunder y el Chardonnay en Steep’s y en el Bistro Verde respectivamente? Creo que no, los chinos son en exceso corteses y eso de servirle a un parroquiano algo que aún no encargó pienso que no va con ellos. Lo que para nosotros cuenta como una prueba de confianza, es posible que para ellos constituya una descortesía.

Hice un descubrimiento fantástico, uno de los cortometrajes del legendario Mack Sennet titulado Run, Girl, Run [Corre, muchacha, corre] y protagonizado por Carole Lombard. Es del año 1928 y ese fue el año más productivo de la Lombard, se puso 18 veces ante las cámaras (13 cortos y 5 largometrajes). Sigo enamorándome más y más de ella.

Rodenkirchen, 8.7.

Recibo un email de Marcos sobre Carole Lombard. Es otro enamorado, pero con bastante más pedigrí que yo: «Hiciste mi día, mi semana y mi mes con la mención en tu diario de que habías visto ¡por fin! My Man Godfrey, con esa gran comediante, influencia fundamental de centenares de actrices que han intentado hacer cine de comedia posteriormente, Carole Lombard. He leído varias biografías, he visto casi todas sus películas –incluyendo algunas del cine mudo–, colecciono revistas de la época con entrevistas de ella –memorabilia, lo llaman los gringos–. fotos, etc. Famosa por su ironía, regresando de la luna de miel con Clark Gable, en un salón del aeropuerto atestado de representantes de todos los medios imaginables, un periodista le pregunta: “¿Puedes decirnos algo sobre Clark que nadie sepa?” Ella, sonriente, responde: «Puedo asegurarles que Clark no es judío».  Porque ella no solo era una gran comediante; también tenía un proverbial sentido del humor. Fue la única actriz –o actor–que convenció a Hitchcock que hiciera una comedia; trabajó con algunos  de los más grandes directores de la historia (ejemplo egregio: Ernst Lubitsch, en To Be or not To Be). A su temprana muerte –33 años– su marido (Gable) quedó devastado y se unió a las tropas estadounidenses desplegadas en Europa. Cuando él murió, en 1960, se le enterró en una tumba junto a la de ella Hermano, mejor me detengo, porque sobre mi adorada Carole podría hablar/escribir durante horas».

El email de Marcos me hizo reflexionar en que la primera vez que vi una peli suya fue precisamente To Be or not To Be, pero allá por 1980, en la tele, acá en Alemania. ¿Por qué en los cines de verano de mi infancia, adolescencia y juventud, que no programaban estrenos sino reposiciones, y en programas dobles, nunca pasaron pelis de Carole Lombard? Tengo la impresión de que debió embanderarse mucho con la causa de la República durante la guerra civil española, era una demócrata liberal convencida, recibida en audiencia especial por el presidente Roosevelt. Voy a investigar este asunto, ampliar lo que ya sé acerca de su persona y su carácter.

Al llegar al Bistro Verde el camarero me avisa de que no podré pagar con la tarjeta de crédito, se averió anoche el aparatico ad hoc. Miro mi billetero y por rara casualidad cargo 90 €, lo normal es que sean sólo 20 € porque hago uso de las tarjetas para prácticamante pagarlo todo. Así es que entramos, y nos trae la gasesosa de manzana para Diny y un Chardonnay para mí. Le digo que una residente en el Maternus, parroquiana asidua del BV, me contó que a veces tienen Lugana. Me dice que hoy sí tienen y le pido que la segunda copa sea de ese vino italiano. Diny encarga su fricasé de pollo y yo filetes de dorada con ratatouille y papas cocidas con romero. Un almuerzo opíparo y regado con un Lugana entrador, como el del Galestro hace un par de días.

En uno de los canteros del jardín más cercanos a la entrada han colocado un molinillo. El día está como bajo una campana, 31º a las 5:40 pm y poco aire. Pero el poco mueve las aspas del molinillo y si arrecia lo convierte en un círculo que gira a una velocidad endiablada. Se respira una tormenta. Pienso que si en Química existe el concepto del agua pesada y su objeto (el agua con deuterio en vez del hidrógeno normal, y que los nazis buscaron en vano en los fiordos noruegos, para fabricar su bomba atómica), ¿por qué no existe el concepto químico del aire pesado, con un oxígeno sobresaturado de calor y casi irrespirable? Y por fin, alrededor de las 7 pm estalló la tormenta, pero sin viento, sólo ráfagas de brisa, y con relámpagos y truenos lejanos. La típica tormenta de verano.

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