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Frontera DigitalA vueltas con la bandera arcoíris

A vueltas con la bandera arcoíris

 

Teodorín sale del armario “homofobia de Estado”

 

Trifonia Melibea Obono

 

“Nuestra bandera nacional es un símbolo de unión de todos los ecuatoguineanos. Utilizarlo como declaración de una tendencia particular, en este caso LGTB, es una discriminación al resto de personas y una falta de consideración y respeto a toda una nación” (Teodoro Nguema Obiang Mangue, texto extraído de su cuenta de Twitter @teonguema).

 

Guinea Ecuatorial. España. No importa el nombre. Los dos países, unidos por un matrimonio mal avenido que comenzó con el proceso colonial, siguen enamorados, esta vez en materia de intolerancia manifestada en la bandera arcoíris. En España la salud de la democracia está amenazada por dos razones: la presencia creciente de la extrema derecha en las instituciones públicas, y su identificación de determinados colectivos como enemigos de España.   

El WorldPride de este año preocupa en España y Guinea Ecuatorial. A un lado, el partido político VOX —rostro del franquismo rancio en el espectro político—, suspendió el tradicional apoyo al movimiento LGTBIQA+ en las instituciones públicas que gobierna. Al otro lado se posiciona la Guinea Ecuatorial profunda, identificada con el franquismo rancio, más un agravante: las tradiciones étnicas precoloniales amarradas a las dictaduras. Ambas estructuras están pidiendo la cabeza de la influencer Anguesomo, quien ha caricaturizado la bandera de Guinea Ecuatorial con los colores del arcoíris en el marco de la conmemoración de la Fiesta del Orgullo 2023. 

Bandera de Guinea Ecuatorial Bandera de Guinea Ecuatorial caricaturizada 

 

VOX ganaría con mayoría absoluta los próximos comicios de Guinea Ecuatorial. Pero no hace falta. Los regímenes políticos que han gobernado Guinea Ecuatorial desde la independencia de España (1968) y el 99,9% de la oposición lo sustituyen. Son en parte franquistas y arrastran las cloacas de las formas políticas represivas de la Guinea Ecuatorial precolonial, un cóctel molotov que ha incendiado las redes sociales del país africano a grito de “matemos a maricones y lesbianas”. En este sentido, España y Guinea comparten dos problemas, la polarización política y la capción del espacio público por un número reducido de individuos: los “verdaderos patriotas” y los “otros”. 

El perfil de guineoecuatoriano ejemplar construido por utilidad política es un mediocre de origen rural con pintas de aristócrata, que presume de corrupto, siempre propenso a ostentar cargos políticos con o sin estudios, y papagayo del gobernante de turno. Es varón heteronormativo y amante del África precolonial romantizada. Le corresponde odiar y amar a España, a la que llama “madre patria” por conveniencia y manda fregar en nombre de la deuda colonial impagable. Su único sueño es ser funcionario y critica con virulencia a personas con ideas propias y progresistas. Vive en dos mundos, el primero, inventado, que solo existe en su cabeza, manifestado en un Estado paradisiaco lleno de enemigos inexistentes, y el miserable, que de vez  en cuando le enfrenta a su realidad. Enamorado tóxicamente de una patria que ignora, circula por la vida propagando la idea de un país narcisista que, sin trabajo previo, se ha convertido en Suiza.   

La versión contraria a este modelo de ciudadano no se llama Anguésomo. Está integrado en el grupo de “los otros”. Todas las personas que se desmarcan del modelo de guineoecuatoriano ejemplar tiene tres destinos: la cárcel, el exilio, o la muerte, en un país que ha ratificado tratados internacionales que le obligan a promover el respeto de los derechos humanos, y que se comprometió en el último Examen Periódico Universal a proteger a las personas defensoras de los derechos humanos. Y, es más, el rapero Jaimin Dogg fue encarcelado por apoyar con la canción Taxistas Yéyeba la huelga de taxistas. El dibujante Nzé Ramón pasó al menos seis meses en prisión por caricaturizar al jefe de Estado. El activista Paisa pasó un buen tiempo en prisión por su activismo ciudadano. Las mujeres vendedoras del mercado Semu fueron brutalmente golpeadas por la Policía en plena pandemia covid-19 por exigir ayudas económicas a cambio del cierre del mercado. Al activista Alfredo Okenve casi lo matan las fuerzas del orden público. El castigo público a “los otros” constituye una estrategia. 

El porcentaje de activistas violentados por el Estado —siempre con discreción— es tan amplio que los raperos críticos con el régimen tienen tres destinos: la cárcel, la exclusión y la locura, como consecuencia de las torturas. Todo indica que el Estado es cómplice de la impunidad contra las personas activistas.

Las reacciones a la bandera de Anguesomo refrendan el interés de los poderes públicos por invisibilizar a la comunidad LGTBIQA+ incluida en el grupo “los otros”. Las personas críticas con la influencer exponen en las redes sociales que se ha pasado tres pueblos relacionando la simbología del país con la “vergüenza”. Al respecto, las redes sociales y los programas televisivos han visibilizado frases que marcan la historia en materia de homofobia de Estado, social y cultural. “Nuestra bandera está adulterada: la han tocado maricones y lesbianas”. “Con la patria no se juega”. “Ya tenéis vuestra bandera y nosotros la nuestra”. “Que se calle Anguesomo, esta puta y cantante fracasada”. “No usen nuestro escudo para tonterías, ya tenéis vuestra bandera”. “En Guinea Ecuatorial no tratamos mal a los homosexuales siempre que se queden en su lugar”. “No me interesa lo que hagan en privado pero que no usen nuestra bandera para ganar seguidores en las redes sociales dejando a todo el país en ridículo”. “Los símbolos del Estado no se pueden modificar y nada menos por maricones y lesbianas”. “Nuestro país se está echando a perder porque se ha gastado nuestra bandera”. “Será mejor que Anguesomo no pise Guinea Ecuatorial, habla mucho porque vive bien en los EEUU”. “El vicepresidente tiene que actuar para que se frene a estos…”. “Los militares necesitamos una orden de fuego, los maricones y las lesbianas le han perdido el respeto al país”. 

Y el vicepresidente ha actuado, presuntamente a través de su cuente de Twitter @teonguema, con una declaración que respalda la homofobia de Estado que tantas veces han manifestado su padre (el jefe de Estado), su madre (la primera dama), varios miembros del ejecutivo y ahora él, encargado de Seguridad y Defensa. Nguema Obiang Mangue, en manifestación de la homofobia de Estado, y apoyando la homofobia social y cultural, señala que “Nuestra bandera nacional es un símbolo de unión de todos los ecuatoguineanos. Utilizarlo como declaración de una tendencia particular, en este caso LGTB, es una discriminación al resto de personas y una falta de consideración y respeto a toda una nación”. Sería recomendable que la vicepresidencia revisara el marco normativo que respalda el ejercicio de los derechos de ciudadanía que ejerce la artista Anguesomo al margen  del populismo. Sería recomendable que la vicepresidencia revisara los compromisos asumidos por Guinea Ecuatorial a nivel internacional y que prohíben la apología de la intolerancia ejercida por representantes del Estado. 

La bandera de Guinea Ecuatorial fue adoptada en el proceso independentista. No todos los independentistas fueron heterosexuales ni homófobos. En correlación con la bandera Atanasio Ndong Miyono redactó el himno nacional inspirado en las declaraciones de los derechos del hombre y del ciudadano de Francia y los EEUU, y fundamentado en varios principios: la fraternidad, la no discriminación, la igualdad, la libertad, la felicidad, y, sobre todo, la defensa de la libertad. Ninguna parte del himno nacional incluye el término “heterosexual” como una orientación sexoafectiva privilegiada. Los padres y las madres de la independencia no discriminaron a las personas LGTBIQA+.  No hicieron apología a la homofobia. 

La bandera de Guinea se compone de cuatro colores —el verde representa a la flora del país, el azul el mar, el blanco la paz y el rojo la independencia—, y disfruta en el centro de un escudo protector: un árbol de algodón de seda, presente en todo el territorio nacional. Por su lado, la bandera arcoíris fue diseñada por el activista Gilbert Baker en 1978 y se compone de 6 colores con diferentes significados. El rojo simboliza la vida, el naranja la sanación, el amarillo la luz, el verde la naturaleza, el azul la armonía y el morado el espíritu. Los colores de ambas banderas se inspiran en la paz humana. La bandera de Anguesomo está enmarcada en el mes del Orgullo, centrado en una fecha, el 28 de junio, y reconocido por Naciones Unidas a través del Consejo Económico y Social (ECOSOC). 

La historia arranca en Stonewall (1969), un barrio de Nueva York que acogió la primera revuelta de las personas LGTBIQA+ contra la represión del Estado americano, una revuelta a la que se sumaron personas heterosexuales por defender derechos humanos. Desde entonces el mundo recuerda el largo camino recorrido por la comunidad en la conquista de sus derechos; reivindica un mundo tolerante y de respeto con la diversidad sexoafectiva; y recuerda con apoyo de la psicología y la psiquiatría que existen muchas maneras de expresar el género, vivir la sexualidad, amar y ser amado/a.  

Caricaturizar la bandera de Guinea Ecuatorial con los colores del arco iris constituye una expresión artística (Anguesomo es artista) y legítima. Y realizada en una fecha conmemorativa, se convierte en un acto de reivindicación de los principios de igualdad, libertad y no discriminación estipulados en la Ley Fundamental. La población guineoecuatoriana no es exclusivamente heterosexual. Los grupos sociales excluidos están en el derecho de proponer formalmente su modificación si no se sienten representados. Los símbolos del país  no representan en exclusiva a la población heterosexual. Y no son intocables. La ciudadanía puede modificarlos en base a la libertad de expresión que estipulan las leyes para protestar en el marco de la democracia y el valor por desmarcarse del grupo de “los otros”. 

Twitter @teonguema sale del armario de la homofobia, ¡por fin!

 

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