“Una mañana me entregaron un sobre. Dentro había un montón de folios manuscritos. Me pidieron que hiciera una copia para llevarla a la imprenta. Tardé cuatro días con sus noches correspondientes. Después guardé el original a buen recaudo”. Sayyed Nezely muestra con orgullo un ejemplar de “Hitos del camino” (Ma’alim fi al-Tariq), la obra emblemática de su tocayo Sayyed Qutb (1906-1966), que pudo ver la luz en noviembre de 1964 gracias a la copia que él entregó a la imprenta clandestina de El Cairo que cooperaba con unos Hermanos Musulmanes perseguidos hasta la muerte aquellos días por el régimen militar de Gamal Abdel Naser. Un libro polémico y perseguido porque se considera uno de los pilares ideológicos de los grupos radicales que abrazaron la violencia como medio para defender los valores islámicos, grupos como Yidad Islámica o Al Qaeda. “El problema ha sido la mala interpretación del texto, Qutb era un hermano sincero, humilde y muy respetuoso. Un profesor que nos marcó el camino a seguir”, recuerda Nezely en el salón de su casa en el barrio de Tauawek, una zona humilde y populosa próxima a las pirámides. Uno de esos barrios de Giza donde los edificios de más de diez plantas se levantan a golpe de ladrillo rojo que queda a la vista y los constructores apuran tanto el suelo que los vecinos de los bloques casi se pueden dar la mano si salen a la ventana.
Miembro de la shura (consejo) de 120 hermanos que marcan las líneas a seguir por el grupo, la historia de Nezely es la de prácticamente todos los miembros históricos de una hermandad que después de décadas de persecución acaricia la presidencia de Egipto tras la victoria en la primera vuelta de su candidato, Mohamed Morsi. La organización de los Hermanos Musulmanes fue fundada en 1928 por Hasan Al Banna con el propósito de convertir Egipto en un Estado islámico y desde sus orígenes ha sido una especie sociedad paralela y secreta que llega allí donde el Gobierno no lo hace a través de su red de hospitales, escuelas, fábricas y asociaciones benéficas. Clandestinidad, prisión, tortura, asesinato de seres queridos… son palabras que se repiten en la vida de Nezely, un licenciado en Ciencias Sociales que entró en la hermandad en 1952, cuando apenas había cumplido trece años, y dos años después se libró de ir a la cárcel por ser menor de edad durante la primera mayor redada de las autoridades militares contra una asociación con la que habían trabajado codo con codo para derrocar al rey Farouk.
Nezely entró en el grupo un año después del ingreso de Qutb, recién llegado de Estados Unidos, donde había pasado dos años. “Era nuestro profesor y nos daba clase de cultura islámica. Estábamos cientos de jóvenes y nos juntábamos en el barrio cairota de Helwan. Fueron dos años muy intensos de instrucción antes de que le llevaran a prisión”, recuerda Nezely, que mira el lado positivo de un encarcelamiento en el que “Qutb tuvo tiempo de escribir dos las dos obras maestras que han marcado las líneas de pensamiento de los Hermanos Musulmanes: Hitos en el camino y A la sombra del Corán. Sufrió mucho y pasó la mayor parte de la condena en el hospital militar (sufrió dos infartos y hemorragias en los pulmones) y esto le dio la oportunidad de reflexionar y escribir”, pero también radicalizó su discurso.
Qutb era “un débil escritor y profesor de mediana edad (…) soltero empedernido, un hombre delgado y moreno, con una frente ancha e inclinada, y un bigote estilo cepillo algo más estrecho que su nariz”. Así lo describe Lawrence Wright en La torre elevada. Al Qaeda y los orígenes del 11-S, donde le dedica el primer capítulo en el que analiza la transformación de este funcionario de la administración pública egipcia tras un viaje de dos años a Estados Unidos, de donde vuelve consagrado como “un importante pensador islámico”, que recoge el testigo del recién asesinado líder y fundador de la hermandad, Hassan Al Banna, y se convierte en el “heredero del resurgimiento islámico”. “Ha sido el ideólogo más influyente de los Hermanos Musulmanes después de su fundador. Su estancia en Estados Unidos le hizo reaccionar. Veía a Occidente como una entidad hipócrita que aspiraba a gobernar el mundo y se propuso combatirla, incluso mediante la lucha armada, con el fin de establecer un régimen islámico. Estaba convencido de que al final, el islam prevalecerá en todo el planeta”, afirma el periodista Eugenio García Gascón, autor de una profunda investigación sobre la figura del escritor que pronto verá la luz.
Tras la macro redada de 1954, jóvenes como Nezely o el actual Guía del grupo, Mohamed Badia, cogieron el testigo en las calles y durante diez años llevaron el peso de las actividades jugándose la vida. Qutb salió en el 1964, pero solo tardó unos meses en volver a ser encerrado. “Cuando fue liberado volvimos a contactar y nos pidió que creáramos células de sensibilización muy activas por todo el país, quería que expandiéramos el mensaje de la hermandad calle por calle, pero estábamos muy fichados. Yo me casé el 12 de agosto de 1965 y me detuvieron el 21, parecía que estaban esperando mi boda para llevarme a prisión. También pusieron a mi mujer entre rejas, todos acusados de ser ‘criminales políticos’. Nos llevaron a la prisión que estaba cerca del estadio de El Cairo (ahora el solar lo ocupa una mezquita) y allí estaba Qutb”. Aquí empieza la cuenta atrás para uno de los procesos más célebres de la Justicia egipcia contra la hermandad. Nezely recuerda 1966 “como si fuera ayer. Éramos tantos presos que nos dividieron en grupos. Nosotros éramos 42 hermanos y yo ocupaba el puesto 28 en una lista encabezada por Qutb y cerrada por su hermana, Hamida. Durante tres meses comparecimos ante el tribunal. Salíamos cada mañana de la cárcel en un furgón y pasábamos por el hospital militar para recoger a Qutb, muy delicado de salud. Los guardias no nos permitían hablar, pero él no dejaba de pedir paciencia y resistencia. Le condenaron a muerte junto a los números dos y tres, al resto nos cayeron condenas de 25 años, pero salimos antes de cumplirla gracias a la amnistía del presidente Anwar el-Sadat. Nunca olvidaré su firmeza ante el juez”. A Qutb le ahorcaron a primera hora de la mañana del 29 de agosto de 1966 tras acusarle de haber intentado asesinar a Naser y de preparar un golpe de Estado. Su muerte sirvió para elevarle a la categoría de mártir y expandir sus teorías aun con más fuerza, unas teorías sobre las que se asientan los pilares de un grupo que ahora trabaja en libertad y tiene la oportunidad de coger las riendas del país donde nació para lograr el objetivo marcado por su fundador a finales de los años veinte: “crear un Estado islámico”. Meta más tarde modelada por un Qutb que tenía ideas muy claras: “necesitamos poner en marcha el movimiento de resurgimiento islámico en un país musulmán (…) Ha de haber una vanguardia que emprenda el camino con determinación y siga adelante. He escrito Hitos en el camino para esta vanguardia, a la que considero una realidad en ciernes que está a punto de materializarse”, según recoge Wright en su libro. 46 años después de su ejecución alumnos suyos como Nezely o Mohamed Badia son quienes dirigen las riendas del grupo y en su pensamiento Qutb ocupa una posición tan esencial como controvertida.
“La radicalización de Qutb en las cárceles no sólo dividió a los Hermanos Musulmanes sino al islamismo, sirviendo de base teórica a todos los grupos armados y terroristas que surgieron en su tiempo por sus acusaciones contra todos los musulmanes de ser yahilíes (ignorantes de la palabra de Dios), su consideración de que la soberanía del pueblo iba en contra de los preceptos divinos, sus llamadas a la creación de élites… en fin los preceptos que desarrolla en su manual para la acción Hitos en el camino. Esta polémica quedó zanjada con la publicación del libro Predicadores, no jueces, escrito en la década de los 70 por el entonces Guía general Maamun al-Hudaibi, que arremetió contra todas las ideas radicales de Qutb, por supuesto sin citarlo en ningún momento. Pero entre los hermanos todavía hay profundas diferencias a la hora de enfrentarse a la obra de Qutb. Esta cuestión volvió a surgir durante la crisis interna de la agrupación a finales de 2009 y principios de 2010 en la que la rama más conservadora se impuso ante la minoritaria, aperturista y más crítica con Qutb”, afirma Jorge Fuentelsaz, doctor en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid con la tesis doctoral La imposible adaptación de los Hermanos Musulmanes al sistema egipcio: su relación con el régimen durante el mandato de Muhammad Mahdi Akif (enero de 2004-enero de 2010) y coautor del blog Los Hermanos Musulmanes, donde sigue la actualidad del grupo en la era post Mubarak.
La nueva cara de la hermandad
La revolución en Egipto ha sacado a la hermandad a la luz tras toda una historia de clandestinidad. En las elecciones parlamentarias su partido, Justicia y Libertad, obtuvo el 47% de los escaños y en la primera vuelta de las presidenciales su candidato, Mohamed Morsi, fue primero con más de cinco millones de votos. “Es el fruto de décadas trabajando en la sombra. Pueblo a pueblo, calle a calle, ayudando a la gente y dando unos servicios que nunca dio el gobierno central”, señala Ahmed El Feki, responsable de la hermandad en Abu El Nomros, aldea al sur de El Cairo. La única manera de intentar comprender el poder real de este grupo es saliendo de la capital y caminando por las aldeas agrícolas donde millones de personas viven en condiciones miserables. Uno de cada cinco egipcios vive por debajo del umbral de la pobreza, según Amnistía Internacional, con menos de un euro y medio al día. Es el Egipto que no sale en los catálogos de las agencias de viaje, el Egipto tapado por el esplendor de las pirámides, los cruceros en el Nilo y el bullicio en Khan el Khalili o los bares de Talaat Harb, pero el Egipto real donde tiene sus pilares las hermandad. Aquí poco les importa el miedo al islamismo que impulsan los medios gubernamentales y occidentales que ocupan horas y horas con temas como la posible prohibición de la cerveza y los bikinis en las playas de Sharm El Sheik en caso de victoria islamista. Aquí necesitan ambulatorios, plantas de purificación, redes de saneamiento, transporte público… y eso se lo proporciona la hermandad.
El grupo nació en 1928 con el islam como meta y la educación, las ayudas sociales, sanitarias… como medio para llegar a la población. Para Hasan Al Banna, su creador, era fundamental establecer unas bases mínimas de bienestar antes de implantar la ideología islámica. Al Banna rechazó el uso de la violencia para conseguir este objetivo, aunque abrió las puertas a la yihad (guerra santa) en caso de que una fuerza extranjera ocupara un país musulmán. Solo entonces se pueden usar las armas. Durante los primeros años se extendieron por todo el país con rapidez y en 1952 colaboraron estrechamente con los militares en el golpe de estado que acabó con el rey Farouk, a partir de entonces empezó una persecución –ellos dicen que Naser les mató, Sadat les amnistió y Mubarak les silenció- que acabó tras el triunfo de una revolución donde tomaron parte muy activa y aportaron la disciplina imprescindible para mantener la protesta viva en Tahrir durante dieciocho días y noches. “Entonces el Ejército nos prometió que tras dos años de transición se retiraría del poder, pero nos mintió y en el 54 detuvo a toda la cúpula”, recuerda Nezely, que advierte a la Junta Militar: “ahora seguimos sin fiarnos, pero las circunstancias han cambiado. Somos más fuertes que nunca y hemos sido todos los egipcios los que nos hemos levantado contra la dictadura”. Conoce a cada uno de los miembros de la Junta Militar que dirige el país desde la caída de Hosni Mubarak: “son los mismos que nos han encarcelado y torturado durante estos años, gente veterana. Lo bueno es que no tienen ningún Naser en la recámara con la energía y carisma suficientes para dar un nuevo golpe”.
Nezely es uno de los 120 miembros de la shura (consejo) que marca las líneas de un grupo que trabaja contra reloj para intentar darse a conocer entre la mayoría de egipcios que solo tienen las referencias que hasta ahora mismo dan los medios de información y que son muy negativas. Su esfuerzo por salir de la sombra les ha empujado a publicar en su periódico, que se llama como el partido, Libertad y Justicia, el organigrama de la institución con los nombres de los cargos más importantes. La hermandad funciona como un sistema piramidal de siete escalones que parte de las calles y se eleva peldaño a peldaño al barrio, ciudad, provincia y país hasta llegar al Guía supremo o Al Morshed. El grupo mínimo de trabajo es la osra o familia, cuatro o cinco personas que se juntan en una misma calle o bloque de vecinos para hablar y reflexionar. El primer órgano con capacidades administrativa y consultiva (shura, o consejo), es la shoaba, una especie de oficina de barrio que se forma cuando se junta un número superior a setenta hermanos. Tras la revolución muchos egipcios han perdido el miedo y se han acercado a la hermandad por lo que se ha aumentado la cifra hasta 150 personas. Hombres y mujeres se reúnen en shoaba diferentes. Debido a la fuerte presión de las autoridades la mujer ha estado al margen de los puestos clave de la hermandad, pero con la nueva situación los responsables consultados aseguran que irán ascendiendo en los escalones del organigrama. Los hermanos empiezan a aportar dinero en este nivel y dedican una media del 5% de sus ingresos al grupo, el 60% de lo recaudado se queda en el barrio y el resto se entrega a la oficina de la ciudad, siguiente escalón de la pirámide. También se aceptan donaciones personales. En esta oficina se repite el esquema de dos departamentos, uno administrativo y otro de shura o consejo. El siguiente paso lo forman las delegaciones provinciales, treinta entre las 27 gobernaciones de Egipto, de las que saldrán elegidos los representantes en la gran shura.
La cúpula de la hermandad la forman los 120 hermanos elegidos por las gobernaciones de todo el país desde la base, escalón a escalón, a través de elecciones que se celebran cada cuatro años. El único que pasa más tiempo es el Guía, seis años, y puede repetir mandato una sola vez. El máximo responsable es también el único que recibe un sueldo porque se le exige dedicación plena y, según la hermandad, se le paga lo mismo que cobraba en el puesto de trabajo que tuvo que abandonar para asumir su nueva responsabilidad. De la shura se asciende al Consejo del Guía, organismo de 19 personas y auténtico gobierno de la hermandad con la presencia de cuatro vicepresidentes, que son los penúltimos de la pirámide antes de llegar al Guía o Al Morshed.
Su ideología se ha extendido por todo el mundo y cuentan con organizaciones afines en 75 países. No hay coordinación administrativa entre ellas, pero las directrices espirituales parten del Consejo del Guía de Egipto. Luego en cada país la hermandad forma sus propios partidos, con nombres distintos, y adapta su política a las circunstancias correspondientes. Es el caso de Túnez, donde el partido de la hermandad, En Nahda, ganó las primeras elecciones libres tras la caída de Zine El Abidine Ben Ali, y desarrolla una política específica para las necesidades de su país.
Captación de miembros
El esquema de la hermandad en Egipto es público. Todos conocen los nombres y apellidos de los dirigentes. Su página web detalla además que entre 1992 hasta 2011 ha sufrido 30.000 detenciones y sumado condenas por 15.000 años. Una de sus nuevas sedes se encuentra frente al Ministerio del Interior. Nada más conocerse los primeros resultados tras la primera ronda de las presidenciales uno de los responsables confesaba desde el balcón, con la mirada fija en la mole de cemento que forma el ministerio, y escondido tras un retrato enorme de Mohamed Morsi que colgaba desde el tejado: “pronto estaremos allí. O con un ministro, o en las mazmorras encadenados. Depende de Alá”.
Uno de los mayores secretos que sigue conservando la hermandad es el del número total de miembros que posee. Esta pregunta se la han formulado a sus dirigentes con insistencia en los últimos meses, pero responden con evasivas y anunciando que “pronto se sabrá”. Para ser miembro del grupo hay que pasar por tres etapas, pero con la nueva situación de libertad las cosas están cambiando con mucha rapidez. El primer paso consiste en acercarse a la hermandad, conocer a alguno de sus miembros y empezar a familiarizarse con sus puntos de vista. Los hermanos consultados hablan de una media de dos años como el tiempo necesario para saber si alguien está preparado o no para dar el siguiente paso y asumir un rol en las actividades diarias (enseñanza, medicina…). Aquí ya uno empieza a pagar parte de sus ingresos al movimiento y es considerado hermano. Tras ocho años de trabajo se puede optar a cargos de mayor responsabilidad tomando parte en las elecciones internas. La jerarquía y el fuerte peso del aparato de la hermandad ha despertado en parte de la población egipcia el miedo al renacimiento de un megapartido como el Partido Nacional Demócrata (PND) de Hosni Mubarak, que ocupó el poder de forma ininterrumpida durante 33 años. Los hermanos tratan de marcar diferencias y explican que “uno no entra en la hermandad por hacerse rico o tener poder, como pasaba en el antiguo PND cuyos caciques siguen presentes en todo el país con total impunidad. Nosotros pagamos por defender nuestras ideas, no cobramos, y además hasta el triunfo de la revolución éramos conscientes de que nos podían encarcelar y matar por este trabajo”, asegura Sayyed Bawa, responsable del grupo islamista en Kirdasa, ciudad del campo del sur de El Cairo donde tienen un apoyo masivo. “La gente que nos conoce no nos tiene miedo, solo los que tienen referencias de nuestras actividades a través de los medios nos atacan con dureza, pero en cuanto alguien se interesa de verdad y ve lo que hacemos, cambia de opinión”, piensa Bawa, que lleva en la organización desde 1986 y ha perdido la cuenta de las ocasiones en las que ha pasado por la cárcel. Otro de los secretos es la financiación del grupo a quien sus opositores acusan de recibir enormes sumas de dinero de los países del Golfo, deseosos de establecer gobiernos títere en la región.
Sayyed Nezeli viene precisamente de Kirdasa y es la gente de esta ciudad y de las diez aldeas que la rodean las que escalón a escalón le llevaron hasta la shura de 120 hermanos que dirigen el movimiento. En la pequeña sede que tienen en el centro urbano han preparado una biblioteca en la que no se pueden encontrar los libros de Qutb. El debate sobre el escritor e ideólogo del grupo en los sesenta sigue abierto en el seno de una hermandad que “desde hace años retiraron sus libros tras observar las interpretaciones erróneas que habían hecho algunos grupos. Su lectura es recomendable, pero está fuera de los programas educacional”, afirma Ragab El Basil, analista político y experto en temas relacionados con la hermandad, que explica que hay dos visiones sobre el trabajo de Qutb: “Por un lado está el punto de vista del Sheikh Yusuf Al-Qaradawi, que salió de Egipto muy joven y nunca conoció en persona a Qutb. Defiende que los textos fueron escritos en situaciones extremas. La tortura y la muerte de compañeros llevaron a Qutb a expresar unos sentimientos que para algunos han abierto las puertas al uso de la violencia. En el otro extremo están dirigentes que le conocieron en persona, como el Guía Supremo, Mohamed Badia, o Sayyez Nezeli, para ellos era una persona moderada y, aunque lamentan la malinterpretación de los textos, siguen defendiéndolos. Los primeros han tenido más éxito y por eso Qutb ya no es materia de estudio obligada en la hermandad”, explica El Basel, para quien la hermandad se encuentra en un momento crucial. “Ahora deben separar la política de la asociación. Si los militares y los extranjeros no ven la separación de poderes nunca van a confiar en ellos. Una cosa es la hermandad y otra el brazo político, que debería estar más abierto a todos los egipcios, no solo a los hermanos. El debate interno está abierto, pero a diferencia de lo que ocurre con Qutb, de momento se impone el sector conservador”, advierte este experto en la hermandad desde su casa en Tauawek, separada apenas unos minutos a pie de la de Sayyed Nezely. Cae el sol y desde la mezquita del barrio comienza a sonar la llamada a la oración. El templo está a rebosar. Después hay una reunión de la shoaba para analizar los resultados de las elecciones y diseñar la estrategia para la segunda ronda. La presidencia de Egipto está en juego y el futuro hermandad, también. Tienen la oportunidad de aplicar el modelo que han ido modelando en la clandestinidad durante 84 años.
Mikel Ayestaran es periodista. En FronteraD ha publicado el vídeo Tawakul Kerman y el reportaje Víctimas civiles afganas, víctimas olvidadas. Su web, aquí