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Mientras tantoTiago y Marcelo en la IV Feria Ibérica de Teatro (IV)

Tiago y Marcelo en la IV Feria Ibérica de Teatro (IV)


(Puedes leer todos los episodios aquí.)

Ya… Estáis esperando que os cuente cómo fue la fiesta. Que os cuente lo que me obligaron a hacer… Pero es que yo he venido aquí a hablar de teatro, no de fiestas… Solo diré que Finea me acabó rescatando de las garras de Sabina y de otras murciélagas de Fundão… Y que los primos de Sabina intentaron hacerme beber no sé qué licor de no sé qué cosa…

¿Para qué leéis esto? ¿Para saber de fiestas o para que os hable de teatro? Pues se acabó la fiesta. El que quiera saber cómo siguió la Feria Ibérica de Teatro de Fundão, que siga leyendo.

TIAGO.- Qué borde eres.

MARCELO.- ¿Qué?

TIAGO.- No les cuentas casi nada de la fiesta.

MARCELO.- Déjame en paz.

TIAGO.- Bueno, pero levántate, que va a empezar la función. Ya ha  sido la charla sobre estrategias de relación con los públicos… No me he enterado mucho, pero he comido un montón de cerezas y varios cafés.


Encuentros mañaneros en el Casino Fundanense de Fundão

MARCELO.- ¿Café? No puedes tomar café, eres muy pequeño.

TIAGO.- Claro que puedo tomar café… ¿No te digo que me he tomado varios y he podido?

MARCELO.- ¿Y de qué han hablado?

TIAGO.- Pues primero ha hablado un portugués llamado Marco Ferreira, y no le he entendido, y luego ha hablado una española, María Sánchez, a ella sí la he entendido, y nos ha contado el Proyecto Ornitorrinco de La Red, que no te cuento lo que es, porque tenemos que irnos a ver Ma solitud.

MARCELO.- ¿Ma qué?

TIAGO.- No haces más que preguntar tontadas, para hacer tiempo y seguir ahí metido en la caja de cereales. Vamos de una vez, levanta…

Entonces Tiago tiró de mi oreja izquierda con fuerza. Se notaba que había tomado varios cafés, sí… Y llegamos al Octógono enseguida. Entramos. Nos colgamos de una viga… Empezaron a entrar los feriantes

MARCELO.- ¿Qué vamos a ver?

TIAGO.- A Guillem Albà.

MARCELO.- Ah, ya la he visto, es de Cataluña y…

TIAGO.- Sí, hombre, claro… Lo que quieres es irte a dormir.

MARCELO.- Pues sí, porque ya la he visto.

TIAGO.- ¿Dónde?

MARCELO.- En el Teatro del Barrio.

TIAGO.- ¡Pero esa era otra, listorro! Era una en que tocaba canciones…  Calma! Esa se llamaba Calma!, eso es. Que salíamos cantando…

MARCELO.- Ah… ¿Esta cómo se llama?

TIAGO.- Ma solitud. Y dura poquito, 25 minutos.


Guillem Albà en Ma solitud

Es una duración ideal, así podría irme a dormir antes.

TIAGO.- Solo piensas en dormir.

MARCELO.- ¿Tú también me lees el pensamiento?

TIAGO.- A ver, si todos en esta feria te están leyendo el pensamiento, yo no iba a ser menos.

Debía ser por el café, Tiago también…

TIAGO.- No, no es por el café…

La función comenzó, y me alegré mucho de haber ido, porque resultó ser una cosa muy linda, con títeres, con un tocadiscos, con mucho amor, y para estar muy cerca. Nos acercamos un poco, porque desde la viga en que estábamos se podía ver un espectáculo de danza, pero no a Guillem Albà y sus manos.

MARCELO.- ¿Me dejas ir a dormir?

TIAGO.- Claro… Yo no puedo dormir, porque con tanto café… Prefiero estar revoloteando por el pueblo sin parar… Y voy a ir a un bar donde comen los feriantes, a ver qué escucho…

MARCELO.- Yo es que quiero ir a dormir y soñar con esta obra tan bonita que acabamos de ver. Gracias por obligarme a verla, Tiago.

SABINA.- (Apareciendo de repente.) Ah, te estás poniendo sentimental… ¡Qué asco! Lo que nos faltaba. Un murciélago madrileño sentimental.

MARCELO.- Yo no soy madrileño, que nací en Almagro…

TIAGO.- Mamá, deja en paz a papá.

No sé en qué quedaría la cosa, porque me largué a dormir y les dejé en la puerta del Octógono refunfuñando.

La siguiente función empezaba a las cinco de la tarde, y de repente, cuando debían ser las cinco menos cuarto (los murciélagos tenemos un reloj interno que va fenomenal) noté una presencia a mi lado en la caja de cereales. No era ni Tiago, ni Sabina, ni Finea… Ni ninguno de los primos de Sabina… Ni…

MARCELO.- ¿Quién eres?

MURCIÉLAGO DESCONOCIDO.- ¿Yo?

MARCELO.- Sí, tú… ¿Acaso hay alguien más?

MURCIÉLAGO DESCONOCIDO.- Soy Gonçalo.

MARCELO.- Muy, bien, Gonzalo…

GONÇALO.- Gonzalo, no… Gonçalo, con ç.

MARCELO.- Muy bien, Gonçalo, con ç. ¿Qué narices haces aquí en mi caja de cereales?

GONÇALO.- ¿Tu caja de cereales?

MARCELO.- Sí, mi caja de cereales.

GONÇALO.- ¿La has comprado?

MARCELO.- No, pero me he metido aquí a dormir…

GONÇALO.- ¡Pero si ya estaba yo aquí dentro cuando entraste!

MARCELO.- No, eso no es verdad.

GONÇALO.- Vaya, lo que tú digas…

MARCELO.- Bueno, va a ser hora de que me vaya, porque no me gusta hablar con murciélagos, le estoy cogiendo asco ya a hablar con murciélagos…

GONÇALO.- Pero sí tú mismo eres un murciélago.

MARCELO.- Ya… ¿Y? Yo no hablo conmigo mismo…

GONÇALO.- Vaya… Yo que te iba a preguntar si querías ser mi amigo…

MARCELO.- ¿No te parece que hace falta algo más que dormir juntos en la misma caja para ser amigos?

GONÇALO.- Bueno, pues ahora vamos a ver juntos la obra de las cinco, y luego cuando termine te lo pregunto otra vez.

MARCELO.- ¿Juntos? ¿No tengo bastante ya con todos los murciélagos que…?

Me agarró de una oreja y me llevó al Moagem. No me preguntéis qué hacía ese tipo allí, ni quién era, ni por qué me agarraba de una oreja… En ese momento no tenía ni idea de quién era… Tiago se nos unió por el camino y se presentó.

TIAGO.- Yo soy Tiago, ¿y tú?

GONÇALO.- Yo soy Gonçalo.

TIAGO.- Ah, qué bien.

GONÇALO.- ¿Quieres ser mi amigo?

TIAGO.- Sí.

MARCELO.- Tiago, los amigos no se hacen así de fácilmente…

TIAGO.- Ah, papá, yo hago amigos como me da la gana…

MARCELO.- ¡A tu padre no le contestes así!

FINEA.- (Apareciendo de repente.) Estará en la edad del perro… Que es el equivalente a la edad del pavo en los humanos…

GONÇALO.- Callad todos, que va a empezar la función…

A ver. Voy a contar. Tiago, Gonçalo, yo, Sabina, Finea, un par de murciélagas salerosas que conocí anoche, tres primos de Sabina… Todos colgando de las vigas dispuestos a ver Femmes, de la compañía española de María Lama.

Continuará.

Marcelo, el murciélago

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