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Mientras tantoExperiencia introspectiva dentro de una ballena

Experiencia introspectiva dentro de una ballena


Leviatán: la experiencia de habitar dentro de una ballena, escrita y diseñada por Luis Sorolla. Dirección: Carlos Tuñón. Producción: [los números imaginarios] y Esto Podría Ser. Días 16 y 22 de julio de 2023 en Sala Cuarta Pared.

La compañía [los números imaginarios], bajo la dirección de Carlos Tuñón, nace en 2013 y desde entonces se ha dedicado principalmente a la creación de experiencias de teatro inmersivo. En sus piezas anteriores ha trabajado con intérpretes, aunque siempre ha exigido del espectador algo más que sentarse en una butaca; por ejemplo, en Hamlet entre todos representaba un extenso Hamlet con la participación de todos los espectadores. En Quijotes y Sanchos, proponía un recorrido personal por las calles, con un walkman, con las voces de los intérpretes guiando la experiencia. En Lear (desaparecer), tras su particular y participativa versión de la obra de Shakespeare, al espectador se le entregaba un sobre arrugado de tamaño folio; ese sobre era un epílogo a lo que se acababa de ver, y era opcional abrirlo y vivir la experiencia, ya fuera allí mismo o en casa. Me llevé el sobre a casa y nunca llegué a abrirlo, pero lo he buscado y lo sigo conservando; tiene el número 10 pegado por fuera. Aquel epílogo se llamaba Leviatán, y ahora la compañía lo muestra como pieza independiente.

Tras llegar a la Cuarta Pared a ver Leviatán: la experiencia de habitar dentro de una ballena, y tras esperar un poco en el hall, vamos entrando de uno en uno al espacio escénico, con un papel que nos da la jefa de sala, con un número, en mi caso el 10 (el mismo del sobre que nunca abrí). La grada está plegada, dejando un amplio espacio. Algunos ya están sentados en el suelo, apoyados en la pared, abriendo un sobre… Algunos están en una silla, otros tumbados descalzos sobre una esterilla de yoga. Carlos Tuñón explica la dinámica de la pieza a cada participante que entra: se puede vivir la experiencia donde uno quiera (en la sala, en el camerino, en el hall…) y en la posición que quiera, con o sin calzado, con o sin una taza de café… Además, da a cada participante el programa de mano y un sobre tamaño folio (arrugado, pero no he conseguido saber por qué, quizá sea porque el de Lear ya lo estaba) que contiene el material necesario para vivir la experiencia.

En el programa de mano se explica un poco más en qué consiste esta auto-obra (así define la compañía esta experiencia). Cada participante que entra en la sala será el protagonista de la auto-obra que vea y será quien dé vida con su imaginación a personajes, escenografía, sonido, iluminación… Todo sucederá en su cabeza. Será un viaje introspectivo que uno hará en solitario, guiado por las instrucciones del sobre, con textos escritos por Luis Sorolla, uno de los habituales de la compañía. Cada participante entrará dentro de una ballena, solo, y esa ballena será distinta para cada uno, depende de la imaginación… Y también del número que te hayan dado al entrar (y eso es lo único que me permito contar de lo que pasa dentro del sobre).

Esta auto-obra arranca en el momento en que cada participante abre su sobre y empieza a seguir las instrucciones, y no tiene sentido que haga un juicio de valor sobre la auto-obra que yo he visto, porque cada uno vive la experiencia a su manera. Como se puede suponer, a algunos les dura más que a otros, no solo porque hayan empezado un poco antes, sino porque cada uno lleva su ritmo de lectura y de pensamiento. Algunos deciden pasar más rápidamente por los recovecos del estómago de su ballena, o la ruta que toman a partir del contenido del sobre no coincide exactamente con la que toman otros. Por tanto, en esta propuesta los aplausos finales colectivos no existen.

El hecho de que para cada espectador la experiencia tome un rumbo y un ritmo distintos, se ve muy bien cuando se vive en comunidad, es decir, cuando uno se queda en una sala común con los demás participantes, como he hecho yo, y puede ver por el rabillo del ojo lo que los demás hacen, por dónde van, aunque en ocasiones anticipen algo que uno vaya a hacer un poco más tarde. Pero, a la salida, hablando con una persona que había vivido la experiencia aislado en la ducha del camerino, me he dado cuenta que de que hubiera sido muy interesante también ver esta auto-obra completamente ajeno al mundo…

Leviatán es una propuesta ideada con gran inteligencia por una compañía experta en experiencias poco comunes. Aunque debo decir que la forma me ha parecido bastante más interesante que el contenido. Creo que este sigue demasiado supeditado a la propuesta de la que parte, Lear, y que una revisión permitiría que se desvinculara de aquello y que tomara un carácter mucho más independiente. Cuesta mucho entender el sentido de algunos de los textos que contiene el sobre, sin pensar en el antecedente de Lear. Además, este tipo de propuestas que proponen al participante cuestionarse una serie de asuntos personales, corren el peligro de convertirse en sesiones de autoayuda; yo, por momentos, me he sentido así.

Lo que sí he de reconocer es que por fin he hecho algo que nunca hice: el epílogo de Lear. Y no fue porque en su momento no quisiera, sino porque, al traerme el sobre a casa, lugar donde uno se deja llevar por la rutina, y más cuando la casa es el lugar de trabajo, al final uno lo va dejando para otro día… Y unos años después, uno va a la Cuarta Pared y abre el sobre que nunca abrió. Además, como una ironía del destino, le toca el mismo número de ballena que ya le había tocado antes, el 10, el rorcual común. Y de todo ello, se da cuenta varias horas más tarde…

@nico_guau

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