Japón es una realidad, un tópico, un enigma, un imán tan poderoso porque parece abismarnos a un mundo que no es de este, que no forma parte de nuestros parámetros. Mundo flutuante. Estampas japonesas “se centra en el concepto de ukiyo, que significa precisamente “mundo flotante”, y que hace referencia a los placeres efímeros de la vida cotidiana. Aquí se traza el perfil de Edo, el actual Tokio, a través de dos temas ilustrativos de la cultura popular de la ciudad de la época: la belleza femenina, personificada en la figura de la cortesana, y la contemplación del mundo natural”, señala el propio museo cuyas instalaciones ya justifican un viaje a Lisboa. Y añade: “Esa cultura también se define a través de la representación del diseño urbano de la ciudad, sus lugares icónicos, incluido el distrito histórico de Yoshiwara, las calles y el paisaje circundante. Los doce grabados uki-e (grabados en perspectiva) de Utagawa Toyoharu (1735-1814) presentan vistas reales de Edo y dan testimonio del bullicio incesante de la ciudad. La adopción de la perspectiva lineal fue relevante para el establecimiento del género paisajístico ukiyo-e, inaugurado por Katsushika Hokusai (1760-1849) con la famosa serie de las Treinta y seis vistas del monte Fuji (Fugaku sanjūrokkei). La primera versión del proyecto editorial de Utagawa Hiroshige (1797-1858), As Cinquenta e Três Estações Postais do Tōkaidō (Tōkaidō gojûsantsugi), forma parte de este fenómeno, y tuvo tanto éxito que se imprimió en dos ediciones. La colección Gulbenkian conserva una segunda versión creada en colaboración con Utagawa Kuniyoshi (1797-1861) y Utagawa Kunisada (1786-1865) y que, aunque representa el Tōkaidō –el camino que conectaba Edo con Kioto–, asocia a cada una las diferentes estaciones de esta senda, con sus leyendas, cuentos y poemas más relevantes”.

Dónde: Fundación Gulbenkian, Lisboa

Cuándo: Hasta el 16 de octubre