Rodenkirchen, 13.8.
Casi a las 11:00 am en punto me avisaron de la Recepción que teníamos visita, y Diny y Rebeca se pusieron en marcha camino de los ascensores para recibir a Judith y Henk, con su perro, que no sé por qué causa a toda costa quería morderme, y en dos casos hasta temí que me desgarrase el bluyín “más mijor” (© by Cantinflas) de mi ropero. Estuvimos casi una hora y ½ poniéndonos al día en lo que respecta a las dos familias y luego nos fuimos a comer al Steep’s. Antes, les dije que había dos alternativas: el chino y el Steep’s, y que me había decidido por este último porque ellos ya comieron bastante cocina china en los años que pasaron en Vietnam, Singapur (dos veces) y Camboya, donde Henk se desempeñó como el hombre de la cerveza neerlandesa Heineken. Estuvieron de acuerdo con mi elección y como hoy fue un día precioso, de una luminosidad casi meridional, en el Steep’s nos sentamos en el Biergarten, en una atmósfera distendida y divertida, a la que contribuyó desde luego la campechanía de Tom. Comimos de lo más bien y luego nos vinimos al jardín del Maternus, donde conversamos de nuevo largo y tendido, hasta que Montse dio el pistoletazo de salida para ir a comer helado en la Maternusplatz. Y allí nos encontramos con que delante de la heladería Marco había una larga cola, además de que su terraza estaba llena. Fuimos a la Palladio, enfrente, y también estaba la terraza a tope, de manera que Judith, Montse y Rebeca se quedaron allí comprando los helados mientras que Diny y yo, con Henk y su perro, ocupábamos un banco milagrosamente vacío, el único en toda la plaza. Siguió la charla con las milyuna anécdotas de una amistad de más de 60 años, que en el caso de Diny y Rikie, la madre de Judith y sus hermanos, se remonta a la infancia (Rikie fue la mejor amiga que Diny ha tenido en su vida), y en mi caso al día de nuestra boda, a la que acudieron Rikie y Geert, su infortunado marido, muerto al comienzo de su madurez, víctima de un cáncer de cerebro letal, inoperable. Cerca de las 5 pm, se nos despìdió Montse, que regresó con su bici a Sürth, y nosotros regresamos al Maternus, ante cuya puerta nos despedimos de Judith y Henk, no sin hacer la promesa de que nos volveremos a ver. Ojalá sea pronto y Diny aún esté en condiciones mentales de reconocerlos. Al llegar a este apartamento me desplomé en la cama, agotado sobre todo por el muchísimo sol tomado desde que llegamos al Biergarten del Speed’s.
Un par de personas que leen este Diario me han preguntado, a propósito de la última entrada en su penúltima edición, si la advocación mariana Virgen de la O existe o es un invento mío. No puedo sino remitirles a lo que dice Madre Wikipedia al respecto.
Óscar me manda desde Paisápolis una columna dedicada a las personas zurdas, que como todas las suyas está llena de greguerías y felices hallazgos verbales, y le comento: «Tuve un amorío con una diestra (en todos los sentidos del sustantivo, pero aquí interesan sólo sus manos) que en la cama me masturbaba con la zurda, o si me agarraba yasabesqué para una felación, me lo agarraba también con esa mano. Al cabo descubrí qué sucedía, y es que al masturbarme o felarme usando la zurda, con la otra mano se masturbaba ella. Creo que a eso, ahora, lo llamarían “multitasking”».
Rodenkirchen, 14.8.
Hoy la décima sesión de acupuntura, al menos eso creía yo, pero la otorrina me dice que hasta ahora celebramos nueve, con la de hoy. Le digo que las tengo registradas en mi Diario, de manera que le pasaré copia traducida de las entradas correspondientes para que las coteje con su memorándum. Se lo dije con todo convencimiento, pero al llegar al Maternus y repasar mis anotaciones me doy cuenta de que metí la pata y llamo al consultorio para pedir una nueva cita, a ser posible mañana. La consigo, a las 12:00 del mediodía. Y le escribo a la doctora Pega–Wolter: «Tenía usted toda la razón, hasta ahora sólo hemos llevado a cabo 9 sesiones de acupuntura. Mi diario muestra que, los dioses sabrán por qué, pasé de la «quinta» (5ª) sesión a la «séptima» (7ª) y me salté la «sexta» (6ª). Pregunte a su colega el Dr. Freud, tal vez él pueda decirle el porqué; por ejemplo, porque mis sinfonías favoritas de Beethoven, a excepción del primer movimiento y el coro de la Novena, son la Quinta y la Séptima. Chi lo sa!, como dicen los italianos».
Como solo en el Bistro Verde. Petra me envía a una chica nueva en el local –me pregunto si será su hija– con el Chardonnay de rigor, sin que se lo haya encargado: entretanto soy harto màs previsible que la meteorología. Hoy es una cazuela de gambas lo que me mando a bodega, con el apoyo logístico de mucho pan para mojar en la salsa y otro Chardonnay. Prosit!
Al regresar al Maternus me encuentro saliendo de nuestro apartamento a la ergoterapeuta, Frau Lindemann, tras de sus vacaciones, de las que vuelve más guapa de lo que se fue, y es mucho decir.
Me cuenta Carmen que «Zenobia y Juan Ramón tenían en Puerto Rico una vecinita que iba a un colegio cercano a su casa. Un día la niñita volvió del colegio llorando porque la profesora la había castigado por mentir. Parece que habían leído algo de Platero y yo y la maestra dijo que el autor era un poeta conocido, pero que ya había muerto. La niña reaccionó y dijo: «¡Cómo va a estar muerto si es vecino mío!» Y la profesora la castigó por mentir. Al conocer la historia J.R. le escribió una nota a la profesora que decía: «Soy J.R. Jiménez, poeta y autor de Platero y yo, mi vecinita me ha contado lo ocurrido y le diré que estoy vivo aunque no coleando». Lo curioso de esto es que hace como un año conseguimos contactar con la niña y aún conservaba la nota y un ejemplar de Platero dedicado». Historias como esta me devuelven la fe en la Humanidad por un ¼ de hora (el mismo que de gloria hizo famoso Andy Warhol) pero luego miro a mi alrededor y en la pantalla y, claro está, se me pasa.
Rodenkirchen, 15.8.
12:00 : Décima (hoy sí) sesión de acupuntura. Luego, cuando me siento en la sala de espera hasta que me llame la doctora para ver mi labio superior, su asistenta me dice que tengo cara de tristeza. Le digo que soy una persona triste, y le explico el porqué, me pesa en el alma la pérdida de tantas cosas que se fueron al garete tras el incendio en nuestro viejo apartamento del 11a del Pflasterhofweg, y no hablo tan sólo de las cosas materiales, que también. Ella me mira comprensiva, va a la salita privada y regresa trayéndome una galleta. Consigue que me ría, y ella me hace coro.
Como solo en el chino, mi menú favorito, el 19 (sopa pekinesa con cucharita de porcelana y pescaíto frito con salsa agridulce y mucho arroz para empaparlo en ella). Como reposadamente haciendo tiempo hasta las 2 pm, que reabre sus puertas el Banco. Regreso, pues, a la Maternusplatz y me encamino al Banco: al llegar me lo encuentro cerrado y un aviso en la puerta me informa de que ello se debe a causas médicas, está cerrado hoy «por enfermedad». ¿Será que han reducido el personal tanto que ya no lo atiende más que un solo empleado? Volveré el jueves, cuando vengamos con Ulli y Carlitos a almorzar en el Bistro Verde celebrando el cumpleaños de Diny.
Durante la siesta, no sé por qué, me vino a la pantalla del recuerdo la entrevista que le hice a Fujimori en Petersberg, cuando vino en visita oficial a Alemania. Fue en el otoño de 1996 y llegamos Ovidio y yo muy temprano al Petersberg, para entrevistarlo de inmediato después del desayuno. Cuando apareció ni siquiera me di cuenta, ¡era tan pequeño! Me tuvo que alertar Ovidio. Durante la entrevista me dijo Fujimori ad pedem literae que «El terrorismo ha sido totalmente erradicado en el Perú». Con esa frase, en su original, con su voz, inauguré todos los informativos que siguieron en diciembre del mismo año a la toma por el MRTA [Movimiento Revolucionario Tupac Amaru] de la residencia del embajador japonés en el Perú: lo hice nada menos que durante 127 días, hasta la liberación de los rehenes el 22 de abril del año siguiente. Aquella frase mi abuela Remedios la hubiese comentado diciendo que por la boca muere el pez.
Rodenkirchen, 16.8.
Le dejé recado a Sirio en el consultorio, para que me llamase, lo hace casi a punto de que salgamos para almorzar en el Steep’s. Le explico lo que pasa con mi piel alrededor del tobillo derecho y que le estoy aplicando Nivea, y combinamos que lo visite el viernes a las 11:30, para hacer una ecografía de las arterias de mi pierna (la anterior fue sólo de las venas), e irnos después a almorzar al chino. Ah, y me dice que deje la crema Nivea y compre en la farmacia Bipanthen, que no sólo refrescca y protege la piel sino que, además, es bactericida.
En el Steep’s con Diny y me llama Luciano cuando ya hemos encargado la comida. Me dice que le encantaría volver a comer ahí, que empecemos sin él y que llegará en una ½ hora. Diny encargó un Flammkuchen vegano, yo mi salchicha al curry con una ración humana de pommes frites. Habíamos terminado ya cuando llegó Luciano, que encargó un Flammkuchen picante y con quien tuvimos una larga, sabrosa sobremesa, regada con el Grauburgunder del Steep’s, que no tiene gota mala.
Anteayer olvidé reseñar que durante la siesta soñé que me enredaba los pies con la alfombra y me caía de bruces entre la cama y el taburete para apoyar los pies al sentarme en la mecedora. Fue tan vívida la impresión que me desperté aterrrado. ¿Qué está pasando en mi mente? A veces temo muy en serio por mi salud mental. No termino por salir del shock que me acompaña desde aquel luctuoso 28 de noviembre, duermo mal y poco, estoy en tensión permanente por causa de Diny… La pròxima novedad en mi ropero puede ser una camisa de fuerza.
Rodenkirchen, 17.8., 84.º cumpleaños de Diny
Poco antes del mediodía voy con Diny al Banco para entregar a Frau Schneider la copia del contrato por la cuenta de ahorro bloqueada con el importe de la fianza de nuestro apartamento, copia que la nueva asistenta de Herr Heusler, el gerente del Maternus, encontró en su mesa al hacerse cargo de su nuevo puesto y darse cuenta de que esa copia y la copia para mí dormían en esa mesa el sueño de los justos: me las trajo ayer. Además le entregué a Frau Schneider el formulario ya relleno por mí, con mis datos personales, para que lo legitimase con su firma y el sello del Banco y lo enviase el Banco mismo a la MorgenFond, donde tengo invertidos un par de miles de euros: la legitimación se hizo necesaria porque mi anterior pasaporte caducó en algún momento del año pasado y lo pude renovar recién en diciembre. Finalmente le pedí a Frau Schneider que me enseñara cómo se consigna ahora un ingreso en la cuenta, porque ya no hay cajero: la causa es que Rebeca comparte conmigo la llave de mi caja fuerte, donde guarda el dinero de Diny, que es ella quien lo administra, y se dio cuenta de que yo guardaba ahí bastante dinero, y me dijo muy decidida que ingresara la mayor parte en mi c/c. del Banco, que en la Residencia donde ella trabaja ya se han producido robos. Así es que dejé hoy en la caja fuerte unos 900 € e ingresé en mi c/c. 1.500 €, con la ayuda de Frau Schneider.
Del Banco pasamos al Bistro Verde, y al ratito aparecieron Ulli y Carlitos. Antes, le pregunté a Petra, corriendo el riesgo de que me echase del BV, un templo del buen vino, si tenían vino sin alcohol, para darle una alegría a Diny. Y sí, lo tenían timto, blanco y rosado Diny eligió el rosado seco y pudo regar su cumple y brindar con nosostros en (casi) igualdad de condiciones, como mandan los cánones.
A las 5:00 pm en punto, con una diferencia de sólo segundos, llegaron primero Chico, luego Rebeca y Montse, con sus regalos. Admiraron el cestillo de flores que Judith y Henk le hicieron llegar a Diny, encargándoselo online a una floristería de Rodenkirchen, Y al rato bajamos los cinco a comer helados en el Cortina, dentro, la terraza es demasiado bullicio para Diny. De la familia de acá todos menos Paul y Vincent han felicitado a Diny, de la neerlandesa cinco de los ocho hermanos, su prima María, y nuestra sobrina Suzan, la tercera persona del clan Hansen que habla el español.
Rodenkirchen, 18.8.
Mi columna de hoy en EE merece de un lector llamado Gonzalo el siguiente comentario: «¿?», al cual respondo de modo contundente: «¿?» Con su pan se lo coma, diría mi abuela Remedios.
Voy al consultorio de mi médico de cabecera para que me haga una ecografía del pie derecho, a ver si las arterias están en orden. Sirio, tan eficaz como siempre, sólo quiere que me quite la camisa y los zapatos, él me quita los calcetines, porque eso no puedo hacerlo yo. Me toma la presión arterial en ambos brazos y en ambas piernas, y luego con un ecógrafo me examina la zona del tobillo y concluye que las arterias están en orden, como lo estaban las venas cuando me hizo la anterior ecografía. De manera que tienen que ser los nervios los que me siguen molestando y hacen que mi piel parezca arder algunas veces, no más de dos por día. Me receta Benpathen para la piel y que duplique la dosis de Pregabalin que me recetó días atrás con la sospecha de que lo mío podía ser cosa de los nervios.
Una hora después me reencuentro con Sirio, ahora en el chino, donde le recomiendo “mi” menú del mediodía, el n.º 19 y lo pide, pero con la monumental lumpia casera de entrada (no me acostumbro a llamarlas “rollos de primavera”) y el pescaíto frito. Yo, como degusté ese menú el martes, me decido por los langostinos empanados. Y tenemos una plática de lo más sabrosa sobre literatura y cine, donde cometo el imperdonable fallo de la memoria de que cuando me dice que en Italia no ha habido grandes escritores (salvo Umberto Eco) ni músicos en los últimos 40 años, le recuerdo que Ennio Morricone y el de La strada, sí fueron grandes compositores. Pero ¿cómo es posible que mi memoria fallase no recordando su nombre? Lo primero que hice, al regresar al Maternus, fue buscar su nombre en imbd, en la ficha de La strada (peli que Sirio desconoce): ¡Nino Rota, claro!
A eso de las 6 pm pasó Angie para felicitar a Diny por su cumpleaños y a comer helado con ella. Me quise unir a las dos pero me retrasé en el baño y al llegar abajo me enconyré que el Cortina estaba cerrado pero ellas habían conseguido los últimos helados del día y venían a comerlos en el jardín del Maternus, soleado y hospitalario. Linda la tarde con esta ex nuera a quien queremos como hija propia.
Rodenkirchen, 19.8.
Hoy y mañana son la Fiesta del Verano en Rodenkirchen y desde nuestra esquina hasta la parada en la estación del tranvía, una larga L que incluye la Maternusplatz, está cerrada al tráfico rodado y llena a ambos lados de tenderetes que venden de todo, hasta joyas. Tenemos que ir a pie hasta el Bistro Verde, donde se nos une Paul, y descubro que en la carta tienen hoy una oferta de tapas que va desde baguette con alioli hasta tortilla española. Animo a Diny y Paul que pidan varias de ellas, y lo hacen, cada uno a su gusto: Diny albóndigas de carne de res y tortilla, y Paul las albóndigas, aceitunas, baguette con alioli y dos más que no recuerdo. Y de postre pidieron bayas del bosque con helado de vainilla. Yo comí langostinos grandes (King Prawns) a la plancha, y como postre me limité a una tercera copa de Chardonnay. Paul nos confesó que ahora ya tiene novia, que se llama Antonia [Toni], que está muy enamorado y que la vez siguiente que venga a almorzar con nosotros quiere traerla para presentárnosla. Nos alegramos de a deveras por él, que se vaya centrando en su vida.
Anoche vino a ponerle el pijama a Diny la chica Stefanie que ya conocimos en enero, y al parecer era Diny la última paciente que tenía que atender porque se quedó un buen rato a charlar conmigo, sobre todo de Paul, de quien es amiga. Esta vez pude constatar que es bella, con la belleza clásica, serena que vemos en algunos cuadros de Zurbarán. [Hoy lo he podido constatar de nuevo porque vino a ponerle el pijama a Diny mientras escribía las líneas anteriores. Ayer] se puso muy contenta cuando le mostré en pantalla la entrada de mi Diario, semana 3/2023, donde la menciono por primera vez, y la traducción de esa entrada al alemán hecha por DeepLde/translator. Me dio su dirección email para que le enviara ambos enlaces. Hoy le mandaré esta entrada y su traducción, que ya la leyó en pantalla y le arrancó una sonrisa al leer lo de su belleza. ¡Ah, qué pena penita pena la de ser viejo!
De Carole Lombard [explicando por qué no trabajaría con Orson Welles]: Si la película es un gran éxito, él se llevará el mérito, y si es un fracaso, me culparán a mí.
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