Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
BrújulaComentario a partir de ‘Historia mínima de Colombia’, de Jorge Orlando Melo

Comentario a partir de ‘Historia mínima de Colombia’, de Jorge Orlando Melo

Siempre que me interesa un país busco algún libro de su historia.

Leí, previamente, las de Italia, Portugal, Rumanía y Marruecos.

El viaje se amplía al conocerla y el viaje nunca acaba: la realidad tiene peso, pasado, manos, voces.

La lectura también amplía la mirada, descubre líneas que poco tienen que ver con la historia propia o la historia de España.

Aparecen otros nombres, lugares, fechas, héroes, villanos, otros don nadies, reyes y revoluciones.

Descubres al Adolfo Suárez, el 1975, la Constitución Republicana, los Austrias y los Borbones, el asesinato de Prim, la Guerra Civil, la expulsión de los judíos, el 11M, el Mundial de Fútbol, la CNT, los referéndums, Cervantes vs Lope de Vega, Galdós y Pardo Bazán, la conquista del Imperio Romano o de las Islas Canarias…

Descubres a los que vivieron cuando tus padres, abuelos, bisabuelos, al otro lado.

*

—Rota la colaboración, Laureano Gómez regresó del exterior y planteó que el liberalismo colombiano era en realidad un monstruo, un basilisco de cabeza comunista y cuerpo liberal, y había que destruirlo. A los pocos días el conservatismo lo eligió candidato a la presidencia.

—De todos modos, el proceso de paz y la búsqueda de reformas se unieron otra vez en 1900: en las elecciones, en las que triunfó el liberal César Gaviria, una papeleta voluntaria, introducida por millones de votantes, pidió la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Una serie de interpretaciones forzadas de la ley permitió escrutar la papeleta y convocar a la asamblea, que fue elegida en diciembre de ese año, respaldada por la voluntad directa del pueblo.

—La violencia ha sido ante todo de origen político, producida por el enfrentamiento de liberales y conservadores entre 1947 y 1957, y después por las guerrillas comunistas formadas a partir de 1964 y por la respuesta del gobierno, con frecuencia brutal e ilegal, y de los grupos paramilitares, creados desde 1978 por organizaciones de la droga, propietarios rurales y miembros de la fuerza pública para combatir la guerrilla. Esta violencia creó olas expansivas que desorganizaron la sociedad, cambiaron sus valores, debilitaron la justicia y la policía y dieron campo y estímulo a otras formas de delincuencia, como el narcotráfico.

—Hubo figuras como Miguel Antonio Caro, presidente y letrado, que nunca salió de la sabana de Bogotá, y por supuesto eran muchos los que nunca conocieron el mar: en el siglo XX León de Greiff escribió la Balada del mar no visto, rimada en versos diversos, que expresaba la frustración de muchos habitantes del interior.

Entras en otra historia.

Bienvenidos.

 

Más del autor