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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 43 / 2023

De mi Diario : Semana 43 / 2023


Rodenkirchen, 22.10.

Ya desde ayer sabía que hoy Rebeca vendría sola, porque Montse está sintiéndose mal, y una llamada a Frank esta mañana me confirma mi peor sospecha: como me temía, mi Montse sufre otra vez una de sus temibles migrañas. Le transmito con Frank mis más sinceros deseos de mejora, y al rato, cuando ya terminé con mi afeitado y mi ducha, llega Rebeca. Diciéndole  que tiene que hablar conmigo de la enrevesada situación de nuestra contabilidad doméstica, Rebeca le pide a Diny que se recueste un poco, ya que se siente tan cansada y con tanto dolor en los omoplatos  Después viene a sentarse al lado de mi cama, y le digo que olvide la contabilidad doméstica, que se la resumo de manera que la tenga muy presente cuando debamos volver a hablar del tema. Ahora, después de haber pensado mucho al respecto, de lo que se trata es de que no quiero seguir viviendo y quiero su apoyo cuando deba recabarlo en la reunión decisoria con sus dos hermanos y los tres nietos mayores. Rebeca no se inmuta y me responde que teniendo ella 13 años una vez le dije que me quería morir, y ella entonces me respondió que si volvía a decírselo alguna vez me echaría en cara el que asustase de tal manera a una niña de 13 años. Luego prosiguió diciendo que una decisión así sería casi como hacer sonar la campana funeraria de Diny, y ella debe saber de lo que habla. A continuación me tranquilizó en lo que respecta a nuestras finanzas. Si quemamos todas nuestras reservas en mantener esta situación, y nos quedamos con el día y la noche, ese es el momento en que interviene el Estado y se hace cargo de todos los gastos que no podamos pagar (ella conoce la plataforma jurídica, estudiada como parte de su formación profesional). Miro a mi hija, de hito en hito, no se ha permitido ni una sola lágrima, solo su frase sobre la muerte de Diny la dijo medio llorando, pero se sobrepuso enseguida. Y una vez más la admiro. Sí, ella es “la mujer fuerte” de la Biblia, y a alguien así no se le hace daño de ningún modo, y sobre todo no con un suicidio, por más fundamentado que esté. Gracias, Rebecota, me has dado una lección que no olvidaré. Ni tampoco que te heredé en vida mi memoria de elefante: ¡hay que ver, acordarte palabra por palabra de algo que te dije en 1980, y de tu respuesta, palabra por palabra, 43 años después! Chapeau!, ahí me ganaste la partida.

Fuimos a almorzar al Steep’s. Como amenazaba lluvia fuimos con paraguas e hicimos bien: no llovió. Diny y Rebeca tomaron un gulash especial (“con corteza” le llaman) y yo una salchicha al curry con una porción humana de pommes frites, asi es que  dejé el plato vacío. Nos atendió por cierto la camarera enamorada de Andalucía y que todas las primaveras pasa sus vacaciones en Estepona. Le he pedido su dirección electrónica (para enviarle los fragmentos de este Diario donde la nombro) y me la ha dado, se llama: Anna Santoro. A lo mejor resulta que es española, pero esa doble “n” de “Anna”

Óscar de manda desde Paisápolis lo siguiente: «Me escribe una amiga contemporánea cuyo oficio es leer para viejos, niños y ciegos. La dama está preocupada y furiosa por la escasez de sueño, como tú o como yo». Y me copia el texto de la vieja dama: «Mirá cómo estoy de vieja, que se me olvidó dormir. Aquí estoy, a las 2:30 a.m., pensando como el gallinazo, en lo mucho que valgo y lo poco que me estiman, y en que el insomnio es una gran  hijueputez. Aquí el silencio es tan espeso que los pobres zancudos tuvieron que aprender a cantar pasito y no hago sino pellizcarme para definir si estoy metida en una pesadilla o, sencillamente, me morí. Pero si estoy muerta, morí en mi ley, jodiendo, por pura envidia, a los que a esta hora abraza Morfeo. No sé qué le hice tan malo a ese hp para que a mí ni me alce a ver. 2:44 a.m y no me sale ni un miserable bostezo. Creo que cerraré los ojos y contaré ovejas, aunque pensándolo mejor, eso es una mariconada muy cansona. Más bien voy a calentar leche para tomar con ron. Tal vez se me prenda el bombillo y encuentre una idea creativa para no chiflarme del todo».

Rodenkirchen, 23.10.

Esta noche pasada me he caído al suelo, y ha sido como consecuencia de una maniobra rara con una de las sillas: no puede haber sido sino esta donde ahora me siento, aunque anoche me sentaba en una sin rodillos y casi sin patas, una de esas de diseño estilo danés, montada en una armazón metálica. Lo cierto es que de pronto me vi en el suelo y en una postura disparatada, tratando de ponerme en pie, para lo que me agarraba a lo que fuese. Por fin me puse en pie y, agotado, me fui a dormir. Esta mañana Diny quiso saber qué había pasado durante la noche porque toda la habitación estaba manga por hombro. Se lo expliqué y, de repente, me sorprendió con un trozo de madera limpiamente arrancado de su lugar habitual. No logré explicármelo hasta sacar de su sitio la zamarra, colgada del respaldo de la mecedora. El trozo de madera consiste en la inserción de la travesera final del respaldo de la mecedora con el resto de la misma. Supongo que será uno de los objetos a los que me agarré para ponerme en pie. Chico o Rebeca arreglarán el desperfecto con goma de carpintería.

Contacté con mi asesora fiscal, Frau Vogelbacher, para que le haga a Hacienda una solicitud de aplazamiento de pago del finiquito de mi declaración de ingresos y gastos del año 2021. Se trata de 3.244 € y serían tres plazos a pagar el 25.10., 25.11. y 25.12. o bien 30, 60 y 90 [días], como se decía en la España de mis años de contabilidad de la firma Bada. Oremus.

Fuimos a almorzar al Bistro Verde, Diny y yo. Diny a pesar de lo mucho que le sigue doliendo la espalda, sobre todo la parte correspondiente al omoplato derecho. La convencí para acompañarme con el argumento de que el aire fresco le haría bien, y en realidad estaba deseando salir a la calle. Y el aire libre le hizo bien. Comió con apetito su sopa de calabaza y yo traté de sacarle sabor a mis mejillones à la renana (esto es, cocidos con vino blanco) pero en mi estado actual no sería capaz de sacarle sabor ni a una milhojas, mi dulce predilecto. De regreso al Maternus me metí en la cama y me levanté sólo para cenar un vaso grande de gazpacho y otro de leche. El pensamiento agarrado como una lapa al miércoles próximo, el 25, donde ineluctablemente deberé pagar 3.244 € al Fisco, me tiene agarrotado, casi metido en una camisa de fuerza, y me deja inerme. Ojalá nuestra petición de aplazamiento de la deuda sea aceptada, aunque Frau Vogelmacher no me dio muchas esperanzas.

Rodenkirchen, 24.10.

La petición de aplazamiento al pago de mi deuda con Hacienda ha sido rechazada, sin embargo Frau Vogelmacher lo piensa recurrir porque la fundamentación del rechazo no le parece corresponderse con los hechos e ignora que yo no estaba preparado para el volumen de ls asistencia social que debía pagar, ni tampoco toma en cuenta todas las cargas y pérdidas que hemos sufrido a consecuencia del incendio en la vieja vivienda del Pflasterhofweg. Así es que ha presentado una nueva petición de aplazamiento, y ya sólo toca esperar a mañana, que es el D Day.

Voy a almorzar con Ulli y Carlitos a La Modicana, no sin el habitual rifirrafe con Diny. Con ellos no tengo secretos, les expongo la situación sin rebozo, aunque a decir verdad sólo se la expongo a Ulli, Carlitos vive ya en otro mundo. El almuerzo es triste, trasegamos nuestras tribulaciones y eso es todo. Al final, Ulli me pide por favor que termine su bebida, una copa entera, me dice que no puede más y además tiene que conducir.  De desesperado que me siento, me hago cargo de su copa, pero luego, al llegar al Maternus, caigo en la cama como su fardo y no me despierto hasta pasadas las 6 pm. Ni siquiera he ido ni pienso ir al ReWe para reponer existencias en nuestra despensa, lo haré mañana.

Rodenkirchen, 25.10.

Acudo al Banco después de conversar con mi asesora fiscal: aún no llegó la respuesta de Hacienda acerca de nuestra petición de aplazamiento de pago, pero Frau Vogelbacher opina que debo enviar el primer tercio de la deuda, y luego ya veremos cómo reaccionan. Frau Schneider, mi aessora en el Banco, me asegura además que tengo saldo suficiente. Entrego la transferencia en mano y me aseguran que mañana estará ya en la c/c. de Hacienda. Y de allí me basta cruzar la calle y subir cinco pisos en el ascensor para llegar al consultorio de la Dra. Decking. Mi cita con ella es a las 11:45 am y son apenas las 11:30, pero sería tonto regresar al Maternus para volver acá con el siguiente bus, y en la plaza no puedo sentarme: está lloviendo y hace mucho frío.

Entré en el “quirófano” a las 11:47 y salí a la 1:02 pm: 75 minutos que no voy a olvidar tan fácil, y es porque cuando la Dra. terminó con la fijación de la corona de los tres dientes superiores, sin recurrir a la anestesia, y me dijo que había concluido su trabajo, le recordé que quería cegar un agujero negro que había descubierto en los dientes inferiores. Lo recordó, estuvo mirando su plan de trabajo para hoy y me preguntó si tenía tiempo, porque entonces podíamos seguir hasta el final. Y le dije que sí. Y ella enarboló la jeringuilla. Anestesia al canto. Y media hora más de suplicio. Salí de allí medio alucinando, teniendo que medir y calcular mis pasos porque si no me caería al suelo, el sentido del equilibrio me tiene muy olvidado en los últimos días.

Tras dejar atrás la anestesia, vamos a almorzar al Steep’s a las 4 pm, no está Tom pero el camarero nos reconoce y nos trae nuestras bebidas. Diny encarga un filete de ternera empanado à la vienesa, y yo una salchicha al curry, ambos con raciones humanas de pommes frites. Comemos en silencio. A la mesa de al lado se sientan tres mujeres en esa edad difícil del paso de la juventud a la madurez, y una de ella es una máquina de fabricar palabras, no para en todo el tiempo, habla por nosotros y por todos los demás comensales. Qué pulmones, qué resistencia y qué voz de esas que se hacen odiosas si se las oye trabajando a toda máquina. Nos vamos bajo la lluvia, Diny al Maternus y yo a ReWe para hacer las compras que descuidé ayer. Después, cama hasta las 6:30 pm.

Rodenkirchen, 26.10.

Me desperté a las 4:16 am y el mismo guion de todas las noches, ya no me dormí sino si acaso un breve intermezzo, del que me sacó el timbre de la ATS que llegaba para duchar a Diny, como todos los jueves. Desayuné, me aseé y seguí en la cama, sumido en un amodorramiento invencible, que puede con mi voluntad. Hasta las 11 am.

Fuimos con Diny al Steeps’s, repetimos día y segundo día consecutivo sin Tom, pero ando tan incapaz que no llegaría andando al chino, hazaña que tengo que cumplir mañana. Diny pide un gulash de los que llaman “con corteza” y yo repito mi salchicha con curry y pommes frites en una porción humana, no germana (ni belga, neerlandesa o francesa, que sirven raciones propias de Gargantúa, Pantagruel, y el hispano Tragaldabas). Y de allí, a la siesta. Esperando la llamada de A., que quedó en venir hoy (aplazando su visita de ayer) para desfazer los entuertos de la compu, y que al final sí llama pero para aplazar su venida hasta el sábado. ¿Y el sábado? Chi lo sa!

A las 5:30 pm aparecen Chico y Vincent. Es lindo ver cómo Vincent ha superado el hecho de que su padre abandonase a su madre por otra. Larga conversación de los dos con Diny en torno a fotos familiares y los despìstes de Diny nombrando a quienes figuran en ellas. De las fotos que hicimos en el jardín de Montse en el 2009 con motivo de un aniversario bastante traído de los pelos: los 200 años que sumaban los años que cumplíamos ese 2009, a saber, Diny (70), Willy (60) y yo mismo (70), la gran foto de todos los asistentes (sólo falta Vincent, que se fue a dormir la siesta) la identifica Diny como la de nuestras bodas de oro, que celebramos el año 2016 y en el pueblo natal de los once Hansens: Beek de Montferland. En un momento que Diny y Chico se fueron al cuarto de ella,  aprovechó Vincent para preguntarme cómo me iba. Le conté y le expliqué todo. Con mis nietos no tengo secretos, igual que con mis hijos. Al final de mi treno, Vincent se inclinó hacia mí (yo me encontraba sentado frente a mi compu) y me dio un abrazo largo y solidario. Me hizo recordar la reacción de Paul en el Bistro Verde, el sábado pasado, llorando sobre el hombro de Antonia; y la de Oskar, el día que pasó a motilarme, o a tomarme el pelo, como yo le digo. Al relato de mis desgracias y los pesos que me abruman, Oskar reaccionó diciendo entre dientes «Tengo que ganar mucho dinero». Tres nietos como tres soles. No me los merezco.

Rodenkirchen, 27.10.

Ya se ha vuelto costumbre. Despertarme y quedar aterrado al ver la hora en el reloj, pero aún más al saber que ya no recuperaré el sueño a no ser accidentalmente, algunos trechos, poco antes de tener que levantarme. Pero hoy viene A. alrededor de las 4 pm y debo estar bien despìerto a esa hora para explicarle lo que debe corregir en el sistema de mi compu. Por más que él seguramente lo adivinará apenas abra la pantalla.

Fuimos Diny y yo a almorzar en el chino, Diny carne de cerdo empanada con brotes de soja y otras legumbres, yo mi menú 19 de pescaíto frito y salsa agridulce, y ambos con un cuenco de sopa pekinesa. Estuve pensando en ralentizar mi bebida de la copa de Chardonnay, pero el hábito me pudo, hubo una segunda copa.

Después de la siesta escribí mi nueva Carta desde Alemania, que debo de enviar mañana a México, a Luis, mi cuate chilango. Está dedicada a las esquelas fúnebres, o mejor dicho, a las citas literarias en las esquelas fúnebres alemanas. Me pregunto si un lector normal se dará cuenta de la cantidad de trabajo que hay detrás de cada línea de mi Carta, embutida en un corsé de 4.000 espacios. La lectura cuidadosa del periódico a lo largo de varios años, el recortar a tijera las esquelas que lo merecen, el archivarlas y conservarlas, el ponerlas en orden por motivos distintos, el comentar lo comentable y que no se desprende de la mera mención, el ofrecer al final un conjunto homogéneo y que tenga pies y cabeza, y sobre todo que quede rematado con una media verónica ceñida de aquellas que daba Juan Belmonte en sus mejores faenas: sin un buen remate abrochando el resto, toda columna camina renga.

Rodenkirchen, 28.10., esta noche volvemos al horario de invierno

Olvidé consignar ayer que A. me llamó por teléfono excusándose por no poder venir, y dejándolo para hoy. Y a mediodía de hoy, cuando regresamos del Bistro Verde me encuentro un mensaje suyo dejándolo para el lunes o el miércoles próximo, así es que le escribo: «A., acabo de leer tu mensaje, menos mal que ya sé manejar un celular. Tendrá que ser el lunes, impepinablemente, porque es el D Day para mis datos; si hasta el 30 no se ha enmendado el error, mis datos desaparecerán, imagínate lo feliz que me hace pensar en eso. Por favor, han sido cuatro aplazamientos en esta semana, trata de cuadrar tus actividades de manera que vengas el lunes, sí o sí».

Fuimos a almorzar al Bistro Verde, Petra nos trajo nuestras bebidas sin encargárselas y Diny me hizo caso en la elección de su almuerzo de hoy aquí: chile con carne y nachos, mientras que yo reafirmé mi confianza en las bondades del Rösti con salmón en salmuera. Y en el Chardonnay. Con el alcohol me ha pasado una cosa curiosa, y es que ayer estuve telefoneando con Sirio, quien se va hoy de vacaciones por una semana a Biarritz. Le pedi una repetición de la receta del ACC y algo que acabase de una puta vez con la tos cavernosa que me acompaña (me persigue) desde hace dos semanas. Y me recetó unas gotas de las que me dijo que tenían interacción con el Pregabalin y con el alcohol. Compré la medicina ayer mismo (Sirio pasó la receta por fax a nuestra farmacia) pero ni siquiera abrí el envoltorio. Y es que la tos ha desaparecido creo que como resultas de la amenaza de la interacción de esas gotas con el alcohol. Algo que me recuerda lo que contaba Jardiel Poncela acerca de sus dolores de muelas, y es que cuando se volvían inaguantables, acudía por fin al dentista, llegaba al consultorio, tocaba el timbre y se iba de vuelta a casa: ¡los dolores habían desaparecido en el momento de tocar el timbre!

Y esta noche volveremos al horario de invierno, dormiremos una hora más…, digo: quienes duerman. Los que no, como yo, ¡qué esperanza! «C’est inutile, la tristesse durera toute la vie».

*******************THE END******************

 

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