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AcordeónTiraspol. Memory of a photo

Tiraspol. Memory of a photo

A Antonio Martínez Úbeda. A Manuel Rodríguez Ramos

No hacer nunca humor a costa del gran líder o del querido dirigente.
Pyongyang, de Guy Delisle

Sur les images dorées
sur les armes des guerriers sur la couronne des rois j’écris ton nom.
‘Liberté’, de Paul Éluard

 

Prólogo

Vivimos en un mundo en el que un Estado puede desviar un avión para secuestrar a un periodista. Esto pasó en Bielorrusia. Vivimos en un mundo en el que un periodista puede ser descuartizado en el interior de un consulado. Esto pasó en suelo saudí. Vivimos en un mundo en el que dos reporteras pueden ser condenadas a muerte por documentar un feminicidio. Esto pasa en Irán. Vivimos en un mundo en el que un país puede bombardear redacciones. Esto pasó en Gaza. Vivimos en un mundo en el que el crimen organizado puede ejecutar a varios periodistas por mes. Esto pasa en México. Vivimos en un mundo en el que solo tres de cada diez países gozan de libertad de prensa. Por eso, quienes van allí donde nadie acredita la verdad, como Ivan Llop y Jesús Martínez, hacen que esta exista y se alinean con la misión de Reporteros Sin Fronteras: satisfacer el derecho fundamental del ciudadano a ser informado, le pese a quien le pese.

 

Los países pueden ser inventados; la verdad, nunca.
Reporteros Sin Fronteras-España

 

Introducción

Lenin cortó al socialista Fernando de los Ríos y le dejó a cuadros: “¿Libertad para qué?”.

Las ciudades de Rusia y de sus satélites –aquello que se salvó de la extinción de la URSS– cuentan con vías dedicadas al revolucionario bolchevique Vladímir Ilich Uliánov: las Strada Lenin.

En Transnistria, anclado en el este del país del este que es Moldavia, también hay calles dedicadas a Lenin. Su capital, Tiraspol, se enorgullece del pasado glorioso de la Revolución de Octubre (1917), con monumentos también a la Guerra Patria (1939-1945).

Los nombres de las avenidas de Tiraspol: Lenin, Rosa Luxemburg, Karl Marx, Karl Liebknecht, Constructoria, Sovetskoy Armigi, Zhukov, Komsomolskaya, Cosmonautii…

Transnistria, invento de la posguerra fría, es el único país del mundo que mantiene en su bandera la hoz y el martillo comunistas.

En el fondo no es un país, porque Transnistria no existe. Nadie lo reconoce, como tampoco nadie reconoce Tabarnia, en España.

Por eso allí no existe la libertad de prensa. Según el informe de la asociación prodemocracia Freedom House (“Expanding freedom and democracy”): “La imparcialidad y el pluralismo de opinión en los medios de comunicación son muy limitados y las autoridades controlan de cerca la actividad de la sociedad civil”. Territorio “sin libertad”.

Así que Tiraspol, la capital, tampoco existe: no existe ni su aparato funcionarial ni su pensamiento adoctrinado ni los guardias regios, ariscos, ni el control de movimientos ni los riders de Glovo. Si desapareces en Tiraspol, por culpa de la Stasi de Tiraspol, nadie te podrá encontrar.

Se puede decir que este agujero negro es como la Corea del Norte del Sur, un país de reglamentos, ordenamientos y desfiles.

Syldavia y Borduria sí que existen porque Tintín las visitó y dejó constancia de ello (El cetro de Ottokar; Objetivo: la Luna; Aterrizaje en la Luna; El asunto Tornasol y Tintín y el lago de los tiburones, y El cetro de Ottokar; El asunto Tornasol y Tintín y los pícaros, respectivamente).

Tintín nunca puso los pies en Transnistria ni en Tiraspol.

Los periodistas Ivan Llop y Reportero Jesús viajaron a Moldavia, en el 2022, para documentar la situación de los refugiados sirios allí varados, aquellos que salieron corriendo de una guerra y que casi se metieron en otra.

En la capital moldava, en Chisináu, sí existe la asociación Charity Centre for Refugees: “Nuestra misión: ayudar a refugiados, solicitantes de asilo y beneficiarios de protección humanitaria”.

Los documentalistas visitaron a los refugiados, vieron las bolsas con comida precocinada y se cercioraron de la maravillosa atención de los voluntarios que recogen las fichas de identificación y los pañuelos.

Uno de los alojamientos más baratos en Moldavia lo encontraron en Tiraspol, mediante la página web de viajes Booking (“Reserva ahora y ahorra”). Ivan Llop y Reportero Jesús, ya instalados en Tiraspol, el centro de Transnistria, retrocedieron cuarenta años sin necesidad de condensador de fluzo. Retrocedieron a la época de los juegos de espías (Spy Game) y de los puentes de espías (Bridge of Spies) sin actorazos como Brad Pitt y Tom Hanks.
En el país que no existe, el tuerto es el rey. Cada cara es la cara de un agente encubierto y cada mirada, una posible delación.
Cada gesto, una amenaza.
Sumidos en la Gran Locura del Gran Hermano, y ante la presión de las autoridades transnistrias, los periodistas comenzaron a hablar en clave, con códigos cifrados. Al igual que los sabuesos del caso Watergate, Woodward y Bernstein, buscaron los espacios abiertos en calles sin tráfico, para evitar la intervención de los satélites que pudieran captar las conversaciones.

Miraron de soslayo a la gente y, en el piso, apartaron imperceptiblemente los visillos, sin correrlos, para vigilar el exterior. “Quizá haya una furgoneta blanca estacionada con algún tipo de antena, signo de que están tras nuestros pasos”.

Apagaron las luces cercanas a la ventana.

Recordaron que la dependienta que envolvió las alitas de pollo llevaba guantes. Pudiera ser que les echara polonio 210…

El 29 de junio del 2022, Rusia aprobó la ley de control de las actividades de las personas bajo influencia extranjera.

La hoz y el martillo comunistas ondean en la bandera de Transnistria, que tremola en el centro de un parque paniaguado como si fuera un arrendajo batiendo las redondeadas alas.

Su capital, Tiraspol, se expande por avenidas anchas y grises. Las personas caminan como abducidas, como accionadas a distancia, autómatas. Rectas de espaldas, con la firmeza o la san- gre de horchata o la indiferencia del boxeador Ivan Drago. Avenidas sin luz, fotofóbicas. Monolitos de una piedra y de una guerra antiguas.

No hay adolescentes. Los serios no sonríen y evitan pararse para fer petar la xerrada.

Entrada en Wikipedia: “Tiráspol (en moldavo: Тираспол; en ruso: Тирасполь; en ucraniano: Тираспіль) es la segunda ciudad más poblada de Moldavia, tras Chisináu, y la capital del Estado con reconocimiento limitado de Transnistria. La ciudad está ubicada en la orilla oriental del río Dniéster. La ciudad tenía en 1989 una población de alrededor de 190 000 personas. El 41 % eran rusos; el 32%, ucranianos, y el 18 %, rumanos (en 1919, el 42 % eran rumanos). La ciudad tiene varias industrias ligeras, entre ellas la elaboración de muebles y aparatos eléctricos. […] Un referéndum declaró la independencia de la ciudad (la vecina ciudad de Bender hace lo mismo) el 27 de enero de 1990. Mientras el movimiento independentista de habla rusa aumentó de fuerza, los gobiernos locales se unieron para resistir las presiones del gobierno moldavo. El 2 de septiembre de 1990, Tiráspol es la capital de la nueva República de Transnistria; después de la independencia moldava, el territorio al este del Dniéster oficialmente se declara así. Sin embargo, nadie lo reconoce. […] Se ha estimado que después del crecimiento a principios de los noventa, la población de la ciudad cayó por debajo del nivel de 1989. Después del conflicto transnistriano, la población moldava de la ciudad ha caído hasta alrededor del 13 %”.

Wikipedia no menciona que uno puede desaparecer en Tiraspol.

De uno de los artículos: “Un agente extranjero es una persona que ha recibido apoyo y/o está bajo influencia extranjera”.

Very near, in Ukraine…

  El fotógrafo Ivan Llop (cámara y coleta), Reportero Jesús (gafas) y la taxista María (seudónimo) conducen hasta el alojamiento en Tiraspol (les sigue la Estrella de Belén). Carta de migración. De fondo, check points militares, rifles de asalto AKM.

“This air-conditioned apartment comes with 1 bedroom, a flat-screen TV, and a kitchen”. 

El fotógrafo Ivan Llop y Reportero Jesús cambian dinero: euros por opalescentes rublos transnistrios; desayunan en un supermercado, junto con trabajadores de los alrededores, y hacen las compras oportunas (Nescafé, tallarines, agua…).

¡Misimisimisi! 

Secret police! 

Viene un policía de paisano; viene otro policía de paisano; viene otro policía de paisano… Y otro, y otro…

Se enlaza con el problema matemático de los granos de trigo o de arroz y el tablero de ajedrez. Todos los hombres rodean a los dos periodistas. Ellos hablan en un idioma extrañísimo, el chichinabo: chichichichichichi… 

Se cruzan los móviles para traducir los mensajes mediante Google Translate.
Uno de ellos enseña lo que ha escrito, en inglés de estar por casa: “In five minutes a man will come and remove you”. El mensaje en la pantalla del móvil, en grande. Destaca el verbo remove (quitar). Caras de susto, mustias. Una página entera con el hombre del saco, aquel horrendo monstruo de la infancia que se comía los corazones.

La policía política negocia a través de los teléfonos móviles. Meditabundos, en ese idioma, el chichinabo. De tanto en tanto se oye: “Spansky” (español). Entonces, deciden separarles: Ivan se va con la mitad y la otra mitad se queda con Jesús… Tanto a Ivan como a Reportero Jesús les caen ladrillos en forma de preguntas: “Who are you? What are you doing here? What do you do for a living? Where do you live? Why do you take pho- tographs? What do you want?”. Jesús se hace el sueco y charla sobre fútbol: “Oh Barça, no Real Madrid! Messi, Messi!”.

Por su parte, Ivan conversa con uno de los gorilas, que le inquieta: “What do you think of the war in Ukraine? Do you think the Americans and the Russians have to sit down and talk? Do you want to go fight the war?”. Más de una hora después… Jesús sigue parloteando de fútbol, haciéndose el tonto, y la cosa decae: los Messi pulgar arriba y los Cristiano Ronaldo pulgar abajo ya no generan tanto entusiasmo…

En cuanto a Ivan, le continúan interrogando con más ahínco: “Are you a terrorist? Why have you decided to come here now? Where are you from?”. 

Jesús inquiere: But what is the problem?.
Ellos contestan, chapurreando inglés: “Terrorist, crazy world!”. Nerviosos, a la caza del “agente extranjero provocador”.

Where do you live?; Why do you take photographs?; What do you do for a living? Are you a terrorist? 

They thought about El Lute: “Entraba en un mundo cuyas reglas de juego desconocía; un mundo traidor, lleno de tahúres”.

They thought about Guantánamo: “For many years, it’s been clear that the detention facility at Guantanamo Bay does not advance our national security it undermines it» (Barack Obama). 

They thought about the film 

The Shawshank Redemption:

“They send you here for life,
and that’s exactly what they take”. 

They thought about the film 

Monty Python and the Holy Grail:

“Come and see the violence inherent in the system. Help! Help! I’m being repressed!”. 

They thought time passed by. 

They thought that the juice had been left out of the fridge. 

La sensación de que han pasado cuatro estaciones. Las hojas del calendario caen y se suceden los meses.

Y uno piensa en lo práctico, que el zumo de naranja fuera de la nevera se pondrá malo.

A Ivan le insisten, no le dejan en paz: “Why did you take the photo? What are your intentions?”.

El botón rojo de la cámara de fotos=el botón nuclear. Reportero Jesús cree que Stanley Kubrick podría haber rodado una película. Los gorilas de bronce, hutentotes, discuten entre ellos y uno se imagina que al otro lado del teléfono se encuentra el siguiente Disney Channel: un ayatolá (turbante), un talibán (kaláshnikov), el líder de Corea del Norte (corte de pelo), el presidente de Rusia (mala leche)… Vladímir Putin amenaza con pulsar el botón nuclear como respuesta al botón de la cámara de fotos de Ivan. Tensión, fin del mundo: el hongo atómico exageradamente estratosférico.

El maldito botón desequilibra el planeta y hace que salten las alarmas. Destrucción. Martillos. Ellos aborrecen la prensa, en ella ven un ente diabólico.

Los dos periodistas caminan en medio de la tropa.
Les conducen, andando y escoltados, al Ministerio del Interior. Una verja con rejilla; delante, elementos antitanque y concertinas.

Se abre y aparece un uniformado gigantón con fusil largo y pasamontañas.
Edificio soviético, triste y decaído, de cemento aluminoso.

A partir de aquí, el recorrido por el laberinto que supone el interior de este no lugar: suben escaleras, bajan escaleras, pasillos inacabables de techos altos y estrechos, tenebrismo…

De tanto en tanto, unos ojos tras una puerta entreabierta, y una persona que observa como los vecinos de Auschwitz observaban a los judíos de los trenes de carga: echándose el filo de la mano a la yugular, como advirtiendo: “Vais a morir”. Sombras esquivas. Luces de pasillos fríos, orlas de generalotes. Puertas metálicas, entrechocar de talones de botas. Bocadillo con un pensamiento: “Nos fusilan” (Goya). Otro bocadillo: el Conde de Montecristo en la prisión de la isla de If, luenga barba.

Un Nuevo Mundo en manos de Héroes.

Los fusilamientos del 3 de mayo, de Francisco de Goya (1814).

What do you do for a living?; Where do you live?; Why do you take photographs?; We have come here for the food and drink. 

This time is ok, but if it happens again… 

Llegan a una puerta que se abre. Una salita chiquita, con una ventana de marcos deslucidos. Pintada de serrín o verdín o mirto o un color sucio de pared gastada por la soledad. Una mesa de madera deslavazada y dos sillas antiquísimas. Nadie se sienta. Uno de los capos le quita la cámara de fotos a Ivan y va pasando fotos. Secuencias chorras, tonterías, selfis, etcétera. Parece que la imagen del gatito rollizo y naranja en el parque les da cierto pavor.

Con el móvil se repite lo mismo: revisan las carpetas y no hacen caso de los memes ni de los stickers… Enseñan las carteras y revisan la documentación (no llevan encima el carné de prensa). Los periodistas se hacen los longuis: “We are stupid tourists, sorry”. Vuelta al interrogatorio. Ellos anotan en un papel los códigos de los pasaportes.

Jesús dice: “We have came here for the food and drink…”.
El jefe se ríe. Acto seguido la risa se troca en rictus grave. Afirma: “This time ok, but if one more again…”. 

El ceño sombrío.
A la vez: “No photo, no photo!”. 

Como viene siendo habitual en este mundo moderno, es más fácil moverse como turista que como periodista.

Después de cinco horas de retención y de careos, los gorilas dejan en libertad al fotógrafo Ivan Llop (“yo soy camarero”; no miente: hasta hace cuatro días servía tapas en el restaurante Cañota) y dejan libre a Reportero Jesús (“yo trabajo con libros en una editorial”).

A Reportero Jesús le viene a la cabeza el poema ‘Un hombre de mar canta a su mujer’, del académico Félix Antonio González: “Que ni el viento la toque, ni mirarla…”.

Le viene a la cabeza el libro Setenta días en Rusia, del sindicalista Ángel Pestaña: “La opinión solo puede vivir en un ambiente de libertad”.

Le viene a la cabeza la novela gráfica Fin de siglo. Partida de caza, de los ilustradores Enki Bilal y Pierre Christin: “El socialismo real, ¿acaso no se ha vuelto semejante a un mar irreal?”.

Y La insoportable levedad del ser, del ya fallecido Milan Kundera: “El horror es un impacto, un momento de absoluta ceguera”.

Atraviesan la puerta blindada y caminan hasta el apartamento, en el 146 de Strada Karl Marx. Resoplan, agradecidos por su suerte.

Da comienzo la Gran Paranoia. El sol se va apagando como una almohadilla eléctrica.
Uno piensa en micros ocultos. Establecen un código de “palabras prohibidas”: Ucrania, guerra, bomba, Rusia, Putin… Ucrania será “los vecinos”; guerra, “eso que ocurre”; bomba, “lo que cae”; Rusia, “el lugar que tú ya sabes”, y Putin, “el hombre de allá arriba”.
Uno piensa en la película La vida de los otros, con la intimidad invadida, violada.
Uno piensa en francotiradores de élite apostados en los terrados, apuntándoles, puestos de LSD.
Uno piensa en el Muro de Berlín. Los dos freelance deciden largarse de Tiraspol a primera hora de la mañana siguiente.
Queman las fotos que les comprometan y hacen añicos los carnés de prensa que dejaron en la casa… Los tiran por el retrete. Llega la noche. En la oscuridad, cavilan. Ni Hitler daba tanto miedo; la cámara fotográfica sí que es puro veneno. Ivan alerta por móvil a sus colegas mossos d’esquadra: “I am in Tiraspol and a few hours ago they detained me”. Se le oye decir: “Special forces could come at dawn”.

Uno se imagina en el suelo, con un pie en la cabeza y el cañón en la sien.
Para conciliar el sueño, Ivan se pone un documental sobre el cometa Halley. Tiene una pesadilla: que le roban el sofá (símbolo del hogar, la paz y la estabilidad). Y entonces se queda mudo y no puede avisar a nadie. Jesús se tapa con la manta. Decide ir a mear porque luego, cuando entren esas fuerzas especiales, ya no le dejarán ir al lavabo. Rayas abstractas y manchas de Kandinsky.

Amanece por lo bajini. Bandadas de cuervos de El Mago de Oz: “Straightway a great flock of wild crows came flying toward her, enough to darken the sky. Hacen las maletas de aquella manera. Llaman al taxi de María. Se hace eterno el camino hacia la frontera transnistria.
Se sienten como Clint Eastwood en La fuga de Alcatraz. 

Un guardia de tráfico da el alto al taxi, reprende a la conductora porque uno de los intermitentes no funciona. Ivan y Jesús respiran, aliviados; sospechaban que habían sido descubiertos, que habían descubierto que ellos eran unos simples plumillas. Iván, Jesús y María, seguidos por la Estrella de Belén, ponen rumbo a la capital moldava, Chisináu. Recientemente, se publicó el caso del estadounidense Paul Whelan, acusado de espionaje. Desde el 2018 cumple condena en un campo de trabajos forzados, aislado, con sarro en los dientes y retortijones, asqueado. Él se califica como un “rehén político”.

Y la jugadora estadounidense de baloncesto Brittney Griner, detenida y condenada en Rusia, fue intercambiada por el traficante de armas Viktor Bout, El mercader de la muerte. 

Piensan en el disidente Aleksandr Solzhenitsyn y en su irreverente y demoledor Archipiélago Gulag, cuando se metía en la cárcel a los “elementos socialmente peligrosos”.

Piensan en los villanos de la novela El faro del fin del mundo: “Hacía años que en la bahía de Elgor estaba instalada una banda de piratas a las órdenes de un jefe llamado Kongre, la cual atraía los buques hacia los escollos del cabo de San Juan, recogía los restos y asesinaba a los supervivientes”.

Piensan en el clásico Los tres mosqueteros, de Alexandre Dumas: “Vayamos, pues, a hacernos matar donde nos ordenen ir”. Piensan en la película El último rey de Escocia, con el dictador Idi Amin bebiendo sangre en copas de cóctel.

Piensan en el británico Rudyard Kipling y en su Capitanes intrépidos, en esa frase en boca de pescadores bregados: “Un Jonás es cualquier cosa que trae mala suerte”.

Los gatos Garfield, Jonás.
Los mercenarios de la Securitate transnistria, Jonás.
Las bombas que matan a los refugiados atrapados en tierra de nadie, Jonás.
Ivan y Jesús contienen la respiración. Jirones de niebla.
En el check point, los pasaportes se sellan sin contratiempos. Cruzan. Como el soldado que se decide y salta a Berlín Occidental…

Soldier over the wall, del fotógrafo alemán Peter Leibing. Se trata del soldado Hans Conrad Schumann, centinela en el Ejército Popular Nacional y que entonces tenía 19 años. El 15 de agosto de 1961 saltó el alambre de espino de Berlín.

Selfi con el muñeco de la cadena de comidas y cafés Andy’s, en la capital moldava, Chisináu.

Algunos periodistas son objeto de insultos o intimidaciones frecuentes por parte de representantes del Estado y de responsables políticos, cuyos seguidores recurren, en ocasiones, al ciberacoso contra profesionales que consideran hostiles a su ideología. El acceso de los reporteros a Transnistria, la provincia oriental separatista apoyada por Rusia, requiere de una acreditación especial. (Reporters Without Borders). 

El Ministerio de Seguridad Estatal de la región ha anunciado que el “intento de asesinato” ha sido evitado y ha puntualizado que las instrucciones para llevar a cabo el complot procederían de Kiev.

Además, ha señalado que los presuntos sospechosos han sido detenidos y habrían confesado sus planes, tal y como ha informado el diario Ziarul National. “Se han abierto causas penales contra todos ellos”, han indicado fuentes del citado Ministerio. (Teletipo de la agencia informativa Europa Press, del 9 de marzo del 2023).

En Transnistria, cualquier extranjero occidental puede ser acusado de espionaje, de querer cometer un magnicidio atentando contra su presidente, y por ello puede dar con sus huesos en una mazmorra sin ningún tipo de garantía procesal ni presentación de pruebas. Se convertirá en una baza en manos del presidente ruso Vladimir Putin, un as con el que negociar y presionar en el mapa geopolítico mundial. ¿Quiénes son realmente esos “presuntos sospechosos” de los que habla el teletipo? Sin ir más lejos, la revista Nóvaya Gazeta Europe ha sido declarada por el Kremlin como “organización indeseable”. Una de las pestañas de la página web de este medio independiente se llama ‘Rusia sin censura’. Por eso, entre otras cosas, Moldavia ha solicitado formar parte de la Unión Europea.

Este texto ha sido publicado por la editorial Carena.

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