Una amiga me trajo desde Lisboa este libro: lo he leído en portugués con asombro, es breve y es inmenso, un mundo.
Anoto aquí varios fragmentos fascinantes:
1 – Esta aventura de mi padre con los pájaros fue la última y brillante contraofensiva que el incorregible improvisador, el estratega de la imaginación, lanzó contra las murallas de un invierno estéril y vacío.
2 – No nos interesan las obras de gran aliento, los seres concebidos para una larga duración. Nuestras criaturas nada tendrán. Van a desempeñar papeles cortos, lapidares, personajes sin profundidad. Con un solo gesto, una sola palabra, una imagen. Tenemos la valentía de reconocerlo; no nos importa la solidez del trabajo, y nuestras creaciones serán provisionales, hechas para servir solo una vez. Este es nuestro gusto y nuestro placer, y de nuestro completo agrado el mundo que de ahí surge y surja.
3 – Mucho después de liquidada aquella creación, todavía nuestra casa mantenía su fama entre las criaturas aladas.
4 – Es bien sabido que a veces le gusta crear, dentro de una serie de años normales, otros esquisitos y desnaturados, a los que añade aquí o allí un decimotercer mes falso.
5 – Y los sucesos que vamos a relatar tuvieron lugar y realidad en ese decimotercer, que es, al fin y al cabo…
6 – Una mujer todavía caliente por el sueño de la noche e com cabelo crespo molía el café en un molinillo apertado contra o seio branco, transmitiendo su brillo y su calor a los granos triturados.
7 – Alguns de nós dormiam na neve aquecida, outros encontravam às apalpadelas a porta da casa e entravam às cegas nos quartos oscuros.
No sé qué hubiera pensado Bruno Schulz de leer su libro en portugués (desde una de sus lenguas hermanas) y entender lo desconocido o intuido de otras formas.
Miento.
Sí sé qué hubiera pensado.