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Frontera DigitalTrump: narrrativa y "momentum"

Trump: narrrativa y «momentum»

BUTLER, PENNSYLVANIA – JULY 13: Republican presidential candidate former President Donald Trump is rushed offstage by U.S. Secret Service agents after being grazed by a bullet during a rally on July 13, 2024 in Butler, Pennsylvania. (Photo by Anna Moneymaker/Getty Images)

“¿Para qué sirve un debate vicepresidencial?”. “Pues, sobre todo, para reforzar la narrativa. Si después de la derrota de Obama en el debate contra Romney, Biden hubiese perdido contra Ryan, se podría haber generado una narrativa de que íbamos a perder”. 

Esta fue la respuesta que dio hace cuatro años en un podcast de política uno de los asesores de la campaña de Obama en 2012. La pregunta del entrevistador no era nada descabellada. Al fin y al cabo, ¿a quién le interesa un debate entre los candidatos a número dos cuando lo importante es quién encabeza el tícket? Sin embargo, la respuesta nos explica dos de los fenómenos más importantes en las campañas electorales estadounidenses: la narrativa y, el derivado de esta, el “momentum”.

El resultado de las elecciones en EEUU, al ser estas prácticamente binarias, dependen de la caracterización que se haga de las dos opciones. Así el candidato ganador es aquel que es capaz de imponer su narrativa sobre lo que deben considerar los ciudadanos a la hora de votar. El mejor ejemplo de esto fue Bill Clinton, que se enfrentaba a un veterano Bush padre, líder victorioso de la Guerra del Golfo y que como resultado de ello había alcanzado una cuota de popularidad del 89%. La campaña de Clinton ganó con tres temas esenciales: “Cambio vs más de lo mismo”, “Sanidad Pública” y “Es la economía, estúpido”. (Este último fue especialmente relevante ya que Estados Unidos pasaba por una recesión). De la misma manera, Bush hijo hablaba de “devolver la dignidad a la Casa Blanca” tras el escándalo Lewinsky; Obama se erigió como defensor de la clase obrera ante la posibilidad de perder contra un Romney elitista; Trump fue el revulsivo anti-establishment frente a la veteranía caduca que representaba Hillary; y Biden ganó en 2020 prometiendo únicamente “recuperar el alma de la nación” ante la amenaza de Trump.

Pero aún más importante que la narrativa es el “momentum”. Este es, ante todo, un sentimiento. Es la sensación de que se va a ganar, de que el viento sopla a tu favor. Es la inercia de la victoria. La impresión de que el triunfo es inevitable. El “momentum” permea a la población y hace que el votante indeciso quiera unirse al carro ganador. El máximo exponente de este fue la campaña de Barack Obama en 2008 con sus lemas de “Hope” (Esperanza) y “Yes We Can” (Sí se puede).

Con el atentado del pasado fin de semana cabe preguntarse si Trump ha pasado de ganar la batalla de la narrativa a alcanzar el “momentum”. El fallido magnicidio le refuerza frente a sus partidarios. En primer lugar, porque transmite la imagen de un hombre imparable. Supone tal amenaza para sus detractores que deben recurrir a la violencia para derrotarlo. En segundo lugar, porque favorece la interpretación mesiánica de su supervivencia. En las declaraciones de sus partidarios no han faltado referencias a la providencia divina como causa de su salvación. El propio Trump ha atribuido su supervivencia a la intercesión de Dios. Esto se utilizará para movilizar y consolidar su base electoral de cristianos evangélicos y nacionalistas. Con toda probabilidad el atentado será uno de los temas de la Convención Nacional Republicana, que comienza esta semana. En ella se le proclamará candidato y se buscará reforzar una imagen de cuasi mártir mesiánico destinado a salvar el país. 

La conclusión es que, con la convención y su proclamación como candidato, Trump tendrá una semana más de cobertura mediática favorable. La unidad y consolidación de su partido ante él –se ha confirmado la presencia de Nikki Haley, su rival en la primarias- servirá para dar un contraste con el caos demócrata, que todavía no tiene claro si quiere mantener a su cabeza de cartel. Tras la derrota de Biden en el debate y el respaldo unánime de la clase política tras el intento de asesinato, se va consolidando su imagen como favorito. El votante medio empieza a creer que su victoria es inevitable. No sólo ha impuesto la narrativa de su mensaje. Trump está ganando “momentum”.

En la prensa favorable a Biden se destaca que un mal debate no implica una derrota electoral, ni que la simpatía que el votante medio puede tener hacia Trump por sufrir un atentado determina su victoria. Todo ello es cierto. Como hechos aislados, estos acontecimientos no tienen por qué ser decisivos. Pero, como decía el asesor de Obama en la cita al comienzo de este artículo, seguidos unos detrás de otro generan un sentimiento de fortaleza en el candidato difícil de romper.

El “momentum” es, al fin y al cabo, un sentimiento. Y como todo sentimiento, puede cambiar. Del amor al odio hay un paso, y en política más. Pero los sentimientos también pueden consolidarse a medida que pasa el tiempo. El resultado de estas elecciones está todavía por decidirse. Pero, a juzgar por los últimos acontecimientos, el sentimiento consolidado es que Trump volverá a dormir en la Casa Blanca. 

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