Hay tantas razones para ir a Málaga como para no ir, es decir, para tomar la decisión que acaso sea más ecológica, barata y reconfortante: leer guías turísticas, libros de viajes, o simplemente libros que nos rompan en mil pedazos los prejuicios o nos enreden en debates tan necesarios como los que plantea una Biblia del capitalismo como el Financial Times: ¿Es ético tener una segunda residencia? ¿Es inmoral tener una piscina particular? Prostituta, Ngoya, 1958, de Shomei Tomatsu, es una de las fotografías de la colección José Luis Soler que se exponen en el Museo Carmen Thyssen de Málaga bajo el título Un material provocativo para pensar. Fotografía japonesa contemporánea. Esa prostituta que posó para Tomatsu echa humo por los dos orificios de la nariz como un volcán fieramente humano. Quince fotógrafos marcados por la crisis de identidad que supuso para Japón la derrota en la Segunda Guerra Mundial vienen ahora a vernos, como Daido Moriyama, “que retrata los bajos fondos de Tokio mediante imágenes muy contrastadas y con el grano reventados”. Alicia Vallina escribía el pasado 12 de julio en La Lectura: “La muestra recoge un universo fotográfico muy rico en el que la mujer juega un papel esencial representada como un oscuro objeto de deseo que invade la ciudad, mostrada esta a modo de escenario vertiginoso”, en interpretación de la comisaria, Lourdes Moreno, “muy en la línea de la tradición japonesa de los grabados del Ukiyo-e, ya que se aprecia una conexión con el pasado, a pesar de que este tipo de fotografía suele ser interpretada como una expresión artística muy contemporánea”. Pero los fantasmas más perseverantes son contemporáneos de todas las épocas.
Dónde: Museo Carmen Thyssen de Málaga, España
Cuándo: Hasta el 13 de octubre