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Mientras tantoConfesiones de un burgués (Sándor Márai) y el inexorable pero a veces...

Confesiones de un burgués (Sándor Márai) y el inexorable pero a veces torpe avance de la ciencia


Todos esos maravillosos inventos de principios de siglo hacían la vida un poco más difícil, pues los inventores aprendían a nuestra costa. Unas décadas más tarde, el mundo rebosaba de luz eléctrica, de agua caliente, de vapor y de motores de explosión; pero en mi infancia los inventores todavía experimentaban con sus artefactos, y todo lo que aquellos ingenieros vanguardistas vendían a sus ingenuos adeptos resultaba imperfecto e inservible. La electricidad parpadeaba y daba una luz amarillenta que casi no alumbraba. La calefacción dejaba de funcionar precisamente en los días más fríos o inundaba la casa de un vapor demasiado cálido, por lo que siempre estábamos resfriados. Pero había que ‘respetar la época moderna’. La hermana mayor de mi madre, sin embargo, se resistía a ‘respetar la época moderna’ y atiborraba de leña sus estufas de porcelana blanca; nosotros, en consecuencia, nos refugiábamos en su casa para calentarnos, algo que resultaba imposible con la calefacción central, y nos deleitábamos con el calor constante y uniforme, además de perfumado, de los troncos de haya.

Así es señores, todas las incomodidades que ha originado la técnica han permanecido a veces ocultas para poder presumir ante el vecino de estar a la última o, por decirlo en palabras de la familia Márai, respetar la época moderna. ¿Quién no recuerda esas primeras conexiones telefónicas a internet, huevonas y carísimas? Si no fuera por ese deseo tan humano de estar a la última y hacérselo saber a los amigos, muchos avances técnicos no hubieran sido posibles, no hubieran contado con la paciencia suficiente del sufrido usuario.

Por otro lado, la condena de todo ingenio no hace justicia a la mejora de las condiciones de vida de mucha gente gracias a tales ingenios: la lavadora eléctrica ha supuesto la superación y el olvido de aquel durísimo trabajo de lavado a mano sobre una pila de agua. La veneración y la piedad por el mundo y por los hombres no es incompatible con el uso recto y adecuado de los aparatos que facilitan la vida.

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