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Mientras tantoSuaves caen las palabras (Lalla Romano) y las características de la ciencia

Suaves caen las palabras (Lalla Romano) y las características de la ciencia


Ayer el maestro nos explicó el electroimán. La interesante explicación me inspiró muchas ideas. Una de ellas fue la de construir uno. Fui a comprarme un gran imán y lo envolví en un largo trozo de cable eléctrico y dejé sólo dos cables pelados en la punta. Cuando hube construido ese extraño y simple aparato, lo puse en acción enseguida, es decir, que acerqué los dos cabos del cable a las plaquitas de hierro de la pila de Papá. Ese experimento me dio mucha rabia, porque el imán sólo atrajo todas las veces una plumilla, pero no atrajo nada el gran cincel de hierro que había yo colocado sobre la mesa. Las cosas de la ciencia son divertidas, pero también son difíciles de preparar.

Me gusta esta definición de la ciencia: es divertida pero difícil de preparar. Pero esta dificultad no ha estado siempre ahí, es algo que se ha ido complicando con el tiempo. Hasta la segunda mitad del siglo XIX alguien apañado era capaz de montar en un cuarto grande de su casa un laboratorio a la última en ciencia. El asunto se hizo cada vez más difícil de preparar, como dice el texto, pero sobre todo  más caro y ya ni siquiera las universidades podían permitirse las instalaciones punteras sin el patrocinio exterior.

Sirva este libro para compensar tanta literatura de hijos ajustando cuentas con los padres, aquí sucede a la inversa.

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