“El papel es frágil, pero también lo son las ideas, incluso aquellas retumbantes ideas, propugnadas por los demás en sincronía con los movimientos totalitarios”, escribió Enrique Andrés Ruiz el pasado 21 de septiembre en Babelia, el suplemento cultural del diario El País, a cuenta de una de las exposiciones más estimulantes e íntimas que se pueden ver en Madrid, y que este cronista recorrió durante dos horas en casi completa soledad. Se trata de Vanguardias literarias transatlánticas del siglo XX. De Azul a Noigandres y más allá que hasta las deseables lluvias de noviembre acoger la madrileña Casa de América. “La colección barcelonesa López-Triquell que alimenta esta magnífica exposición –600 piezas, nombres infinitos– comenzó a dedicarse al modernismo catalán y al noucentisme, que pillaban cerca,” prosigue Andrés Ruiz. Antes de su expansión por España y de hacerse con los papeles del “ (los carteles de Giménez Caballero, el número de Litoral homenaje a Góngora, ilustrado por Juan Gris, o el catálogo de la única exposición, en Dalmau, de dibujos de Federico García Lorca), creció con las decisivas vanguardias catalanas: Salvat-Papasseit y sus Poemes en ondes hertzianes, con cubierta de Torres-García, o la revista Un enemic del poble, en la que colaboraron los uruguayos Torres y Barradas. Y abordó el auctóctono ultraísmo, cuyo Manifiesto, firmado por Guillermo de Torre con diseño de Barradas, apareció como suplemento de la revista Grecia”. Pero eso no es más que un suculento aperitivo. Como comenta la propia Casa de América, “esta muestra pretende realizar un viaje en el tiempo (1900/1970) a través de los diferentes movimientos de vanguardia acaecidos en Latinoamérica y España y su interacción con los cambios políticos y sociales.
Aunque la gran amplitud del territorio geográfico abarcado ha provocado que la muestra se haya dividido por países para una mejor comprensión del público, la exposición pretende reflejar las similitudes entre países, ayudando a crear una memoria colectiva de Latinoamérica más allá de la unidad lingüística. En Argentina destacan la corriente del criollismo y dos agrupaciones rivales: el Grupo de Florida y el Grupo de Boedo. Se puede ver también la primera edición de dos poemarios muy poco conocidos de Julio Cortázar. En la serie de Uruguay destaca la importancia que la mujer adquiere como creadora de una nueva estética renovadora (Ida Vitale, Idea Vilariño y Cristina Peri Rosi). En Chile destaca Vicente Huidobro, del que se expondrán más de una quincena de publicaciones, pues él es sin duda el paradigma de escritor vanguardista y polemista del siglo XX, un explorador de nuevas sendas estéticas y un faro para otros autores. Perú está ampliamente representado por la obra de César Vallejo, además de por libros indigenistas con gran compromiso político. Colombia ofrece otra de las grandes rarezas bibliográficas de la exposición: Suenan Timbres, de Luis Vidales. En la región de Centroamérica destaca la figura fundamental de Rubén Darío y su poemario Azul, obra maestra del simbolismo en lengua hispana. Otro de los países más prolíficos e interesantes es México, cuya representación se inicia con el rarísimo libro de Tablada, Li-Po, de suma importancia por ser el primer libro de caligramas de toda Latinoamérica”. La obra ha sido comisariada por Juan Manuel Bonet y José Ignacio Abeijón.
Dónde: Casa de América, Madrid
Cuándo: Hasta el 14 de noviembre