La belleza habita en la luz y la quietud de los laboratorios: como un buzo experto que se desliza a través del agua con los ojos abiertos, el biólogo observa con párpados tranquilos las profundidades del microscopio, su cuello y su frente comienzan a sonrojarse y, apartándose bruscamente del ocular, el científico dice: «Esto lo demuestra todo».
Conocida es la afición de Nabokov a la entomología. En el texto se describe la belleza de un momento eureka, que son muy poco frecuentes en el día a día científico. El avance de la ciencia necesita cruzar mesetas aburridas para poder seguir avanzando, los momentos como los del fragmento de Nabokov presentan belleza, claro que sí, pero también extrañeza, son muy pocos afortunados los que logran vivirlos en primera persona. Sí está muy bien explicado el deslumbramiento que produce un acercamiento a la verdad, compartida con otras disciplinas no científicas