La señorita Whitey nos enseñó a repetir: «A al cuadrado menos B al cuadrado es igual a A al cuadrado más B al cuadrado menos dos veces A por B», pero no se quedó el tiempo suficiente para explicarnos por qué.
Hoy hablamos de los editores de ecuaciones en el más amplio sentido de la expresión. El texto hace referencia a la identidad notable: (a+b)2 = a2 + b2 + 2·a·b
Es un caso particular del binomio de Newton, del que Pessoa dijo, exagerando, que es tan hermoso como la Venus de Milo.
Pero también los editores de profesión tienen la guerra declarada a las ecuaciones y fórmulas. Cuando uno escribe un libro de divulgación científica el editor te prohíbe de manera implícita que utilices fórmulas matemáticas, llegando incluso a cuantificar cuántos lectores abandona el libro por cada ecuación que aparece.