MAX.- Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas
DON LATINO.- Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato
MAX.- Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemáticas de espejo cóncavo las normas clásicas
DON LATINO.- ¿Y dónde está el espejo?
MAX.- En el fondo del vaso
DON LATINO.- ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!
Hágase el siguiente experimento. Levántese y coja una cuchara de la cocina. Allí comprobará que la imagen que le devuelve la cara cóncava (donde va la comida) es invertida. Sin embargo, si mira su cara sobre la parte convexa de la cuchara la imagen estará derecha. Ya ha terminado el experimento. Luego la deformación de la que habla Maximo Estrella es en realidad una inversión. Y el fondo del vaso es un dioptrio o una lente, nunca un espejo. Pero esto tampoco tiene mucha importancia. Esto ha pasado a la historia de la literatura como definición del esperpento. Don Latino de Híspalis, que vaya nombre bonito para un personaje, se quita el cráneo, privilegiado naturalmente
Don Ramón sueña con la ‘matemática perfecta’. ¡Qué obsesión! Yo no sé lo que cree esta tropa de artistas que es la matemática, sobre todo la perfecta, como dice el texto, porque si es imperfecta parece que ya les gusta menos.
Sobre la imagen invertida de la realidad hizo Marx uno de sus comentarios más conocidos sobre Hegel, a saber, que éste había visto la realidad invertida, como en cámara oscura de fotógrafo y había que darle la vuelta para contemplar la imagen correcta.