No tienes nada de dinero y hambre, entras en el restaurante, una mesa para ti, al lado, pides, también postre, sabes que no podrás pagar y sientes el tiempo como cuando eras un niño de 8 años y rompías el reloj para no volver a casa a las 9 y continuar después de medianoche
Aquí no vas a morir
¡Oye, profesor! ¡Hay mil puertas delante de ti! Y no sabes cuál es la que debes abrir. No sabes lo que hay detrás. Abres una puerta, no es para ti, abres otra
quizás ahí encuentres a tu clase…
Ayla Safar