

El concierto Viaje en el tiempo que el Quinteto SenArts ha ofrecido en el Ateneo de Madrid dentro del Ciclo Salón del Ateneo es de los que hace que se mire la programación de dicho ciclo con atención. Porque que un quinteto de viento tan joven, y desconocido en Madrid, consiga la opinión unánime de los asistentes no es algo frecuente.
Primero está la excepcionalidad de la formación. Las formaciones de viento no son tan frecuentes. Lo que ya ofrece un interés por sí mismo porque permitirá escuchar un repertorio que no es habitual.
Un formación que se puede intuir de calidad por currículo. Fundamentalmente desarrollado en centros de prestigio en Cataluña, donde está basada esta formación. Pero al que no le faltan premios internacionales y alguna que otra salida al exterior, también de prestigio.
Un currículo que puede decir mucho y a penas nada a la persona aficionada. Da igual. Porque el quinteto se pone en valor por sí mismo. Y eso que la primera pieza de este concierto, Andante en Fa mayor (KV 616) de Mozart, descoloca un poco por su brevedad. Pero hay que tener en cuenta que es una obra escrita para ser interpretada por un órgano mecánico. Una pieza de carillón, para entendernos, que ellos tocan con instrumentos de viento.
Un comienzo que ya dice algo. El algo de que a estos músicos hoy en día no les importa jugársela. Por eso no es de extrañar que hayan aceptado la propuesta de Tala Producciones y Paola Montero para dar su primer concierto de este ciclo de conciertos que apenas está comenzando a asentarse en Madrid.
Y si esa obra descoloca por su calidad y brevedad no digamos ya la segunda pieza. Compuesta por el muy venerado y, a pesar de todo, poco escuchado György Ligeti. Sin duda alguna lo mejor de la tarde. Una pieza estratégicamente situada entre el clarinete de Rhapsody in blue de Gershwin de los años veinte y el minimalismo norteamericano de finales del siglo XX.
De esas piezas que si se ejecutan bien acaban con las toses mejor que unas juanolas o caramelitos de menta. Y así lo hicieron. Bien y pasándoselo bien jugando con el maestro.
Y eso, desde la butaca se nota y percibe, ganándose la atención del público. Despertando los oídos a una musicalidad que suena mucho más clásica de lo que le han dicho que es un Ligeti. Y haciendo que se le pierda el miedo a un compositor al que le acompaña la sospechosa etiqueta de contemporáneo como un san Benito. Porque sin duda fue la mejor pieza de la noche.
Un entusiasmo que supieron mantener en el público con la última pieza: el Quinteto para vientos en sol menor de Claude-Paul Taffanel. Está sí, mucho más asequible, posiblemente por decimonónica. Y, que, sin embargo, se escucha y se entiende en el conjunto de este concierto lleno de alegría, juego, vitalidad, de personas que se dedican a la tarea de dotar a la música de vida, de presencia.
Por eso, no extraña cuando al final, tocan una pieza llamada Humoresque de Alexander von Zemlinsky. Una alegre propina para un público que no se ha dejado amilanar por la desagradable tarde lluviosa madrileña y se ha lanzado a la calle para escucharlos y que ha aplaudido a rabiar.
Por ahora una pequeña parroquia de connaisseurs. A los que se podría llamar los early adopters musicales. Punta de lanza de entendidos y entendidas que no se conforman con escuchar siempre lo mismo y a los mismos. Y que, sabiendo disfrutar de lo bueno, siguen dando oportunidad a lo nuevo. Porque saben que ahí está el futuro de la música.
Un futuro que ya está aquí. En presente. Al que pertenece el Quinteto SenArts. Y que hace pensar que si Tala Producciones y Paola Montero han tenido el buen ojo de programar a esta formación y con este programa, no tienen porque fallar en los tres siguientes. Y que es mejor no esperar a que te lo cuenten, sino escucharlo por uno mismo.