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Frontera DigitalLos Baños de Argel

Los Baños de Argel

Cervantes pasó, como es bien sabido, varios años en Los Baños de Argel. Los Baños de esta ciudad no eran un lugar placentero, como el nombre parece denotar. No estuvo tomando las aguas o tratándose los cálculos: estuvo cautivo durante casi cinco años. Los Baños de Argel tomaron su nombre de una casa de baños de la capital del Imperio Otomano, Constantinopla, que en algún momento los turcos tuvieron que emplear como prisión, tal vez debido a la afluencia sobrevenida de prisioneros cristianos, tal vez después de alguna batalla.
La palabra en turco para baño es hammām y procede de una raíz árabe, *h-m-m, que significa “calor”. El nombre del establecimiento pasó a los reinos berberiscos del norte de África tributarios del sultán otomano. Los Baños de Argel, lejos de ser un lugar de placer y asueto, eran unos corrales o patios rodeados por celdas en las que penaban los cautivos cristianos, unos corrales o cobertizos a los que Cervantes llamó también ranchos. A menudo me he preguntado cómo habría afectado a la biografía de Cervantes, y por ende a Don Quijote de la Mancha, si al héroe de Lepanto su derrotero de cautivo lo hubiese llevado a Constantinopla en vez de a Argel. Una idea que Cervantes debió de barruntar más de una vez en Argel a juzgar por las referencias que hace a la ciudad del Bósforo en el episodio del cautivo en la primera parte de la obra (Quijote I.39).
No deja de ser llamativa la acepción de uso más común que tiene entre nosotros hoy en día el verbo cautivar: “ejercer irresistible influencia en el ánimo por medio de atractivo físico o moral”, según reza en la tercera acepción en la voz del DRAE. Sin embargo, al cautivo cervantino, tiene escrito Ciriaco Morón en su último libro sobre el Quijote, se le ha arrebatado el más preciado de los dones humanos: la capacidad de proyectar. Al cautivo no le pertenecen ni siquiera sus próximos cinco minutos: en cualquier momento sus captores pueden terminar arbitrariamente con sus días.
Desde el punto de vista lexicográfico el episodio del cautivo es uno de los pasajes más ricos de toda la obra. Cervantes utiliza antropónimos como Muley (‘señor’, ‘amo’), Agi Morato (de Hayi, “el que ha hecho el Hajj (peregrinación a La Meca)”, y Morato, «de Murad», uno de los cuatro linajes otomanos). Se da la curiosa circunstancia de que Lev Tolstoi, admirador de la obra de Miguel de Cervantes, tituló una de sus novelas basadas en sus experiencias militares en el Cáucaso con el nombre de ese personaje del Quijote. Hadji Murat se titula su novela.
En aquel magma humano (“Argel, Babel”), cautivos y carceleros provenientes de todos los rincones del Mediterráneo lograban entenderse con una lingua franca propia del Mar Mediterráneo de un interés enorme lingüístico y lexicográfico: el sabir de Argel.
Como testigo de la variedad de orígenes de los cautivos y sus cautivadores encontramos gentilicios como alárabes, “musulmanes que no eran ni moros ni turcos”, o arnaute, “albanés” (gentilicio utilizado también por griegos y serbios como apellido: Arvanitaki, Arnautovic).
Cervantes da patente de clásico a un par de palabras en las que nos vamos a detener. Chusma era “un grupo de gente que realiza un trabajo forzado”, en particular remero de galera o galeote. Corominas le da a esta voz un origen genóves: ciüsma, que a su vez procedería del latín vulgar *clusma, una contracción del griego kéleusma, voz de mando, del verbo keléuein (“ordenar”): “canto rítmico del remero jefe (cómitre) para dirigir el movimiento de los remos”. Los estudiosos del lenguaje de germanías tendrían mucho que decir sobre la impronta que el sociolecto de las galeras dejó en las lenguas de los bajos fondos, toda vez que muchos delincuentes estaban familiarizados con la pena de galeras. Arturo Pérez-Reverte sabe mucho de esto. Sus novelas de la serie del Capitán Alatriste dejan patente (de corso) de ellos.
En futuros artículos volveremos a la interesantísima lexicografía cervantina del episodio del cautivo, la pesadilla de aquel que ha perdido su libertad: “porque no hay en la tierra, conforme mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida”.

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