“Pla ha escrito más por páginas que por libros”.
Es una de las frases con las que Dionisio Ridruejo (Burgo de Osma, 1912 – Madrid, 1975) se refiere a Josep Pla (Palafrugell, 1897 – Llofríu, 1981) en el prólogo de El cuaderno gris. Y aunque el ensayista y escritor alude con esa cita a toda la obra del catalán, es aplicable a la presente. “Su obra es un gigantesco y variadísimo diario”, recalca. El cuaderno gris, también.
Como al género del dietario corresponde, El cuaderno gris está estructurado por fechas: comienza el 8 de marzo de 1918 y termina el 15 de noviembre de 1919. Abarca desde la interrupción de Pla de sus estudios de Derecho por la Primera Guerra Mundial y el retorno a su pueblo natal, hasta su partida a París como corresponsal de La Publicidad. Entre medias, todo tipo de contenidos: descripciones de paisajes, reflexiones políticas y sociales propias de su época, críticas literarias, apuntes anímicos o reproducciones de diálogos en un café, entre otros. Un contenido que, aparte de tener en común el estilo y el punto de vista característico del autor, es de tal variedad que dista de poder ser clasificado en un solo apartado.
Lo mismo ocurre en su estructura. En una relación que se retroalimenta, apenas está marcada por la macroestructura que brinda el dietario: se trata de una escritura atendiendo a las entradas por fecha y por nada más. Así, se suceden incluso dentro del mismo día y sin transición o conexión aparente, el relato del autor entre los diferentes temas enunciados. Cada uno en un orden diferente por día.
Raro es el caso en el que la escritura de Pla es lineal, con la notable salvedad del apunte del 14 de septiembre de 1918, en el que a raíz de su último viaje a Gerona el autor catalán relata toda una serie de sucesos protagonizados por su amigo Corominas en los que se extiende durante cerca de cuarenta páginas. En la mayoría de las entradas del dietario la longitud es muy corta y la escritura no sigue un mismo hilo conductor, ya que la unidad de lectura es el día o la página.
La Fundación Josep Pla utilizó precisamente en 2008 la ventaja de la estructura del dietario para reproducir las entradas, día a día, del escritor catalán en forma de blog bajo el título BlogGC. Además de los contenidos de la edición impresa, la fundación utilizó algunas de las herramientas que ofrece la web como hipervínculos en las menciones a personajes de la época, o fotografías acompañando el texto. Técnicamente, por tanto, la creación y alimentación de este blog cumplía las características para poder denominarse como tal: hipermedia, ordenación cronológica o incluso comentarios habilitados.
Los blogs son una herramienta plenamente integrada en internet. Ordenados en una cronología inversa (aparece primero lo último escrito), se clasifican por temáticas. Cada vez más prima la especialización por tema, si bien los blogs personales siguen ganando la batalla. Es quien lo escribe, su punto de vista, su experiencia, lo que le inquieta e interesa, lo que hace de cada blog un blog único. El éxito y popularización de las bitácoras es lo que ha hecho que, en ocasiones, se creen debates en torno a las diferencias –o no– entre blogueros y periodistas; o de lo que cabe o no en un blog cuando es un periodista quien lo escribe, más aún porque los propios medios de comunicación han empujado a sus periodistas a escribir sus entradas bajo un sitio web habilitado por el medio para ello. En este sentido, el periodista Juan Varela, apuntaba un cambio de la actitud de los periodistas en los blogs: “Los periodistas pioneros en utilizar los blogs emplearon esa desintermediación, hicieron caer las barreras de los principios del periodismo clásico. Rompieron con la objetividad y apostaron por una implicación fuerte, con la información y con las conversaciones que se formaban [en los comentarios]. Pero cada vez hay más columnas disfrazas de blogs”.
Aunque con algunas diferencias, podría trasladarse el debate al caso de El cuaderno gris, con el añadido de la distancia en el tiempo como forma de encontrar una perspectiva. Si Pla es un bloguero póstumo, ¿con qué reto o debate se ha encontrado que sea común o diferente a los que se enfrentan ahora los periodistas? ¿Su etapa como periodista (ya que el libro se publicó en 1966) es un obstáculo para expresar sus reflexiones políticas y sociales, o para extraerlas a raíz de una conversación en un café?
Existen diferencias que no pueden obviarse entre las características del blog de El cuaderno gris con los blogs actuales. El bloGC se clasificaría dentro de las bitácoras personales. Es el nombre de su autor, su firma e identidad, lo que marca la temática y desarrollo del mismo. Además, está escrito en primera persona, lo que no deja lugar a dudas. Es el desarrollo de sí mismo y de su voz una de las cualidades innegables del libro. La subjetividad no se oculta, es su esencia. En este punto converge con las bitácoras personales publicadas en la actualidad. “Los blogs y los medios sociales son la explosión de la identidad de dominio público, de la vida mediatizada de sus autores y la proyección del yo digital”, dice Varela, autor de uno de los blogs más influyentes de España.
Técnicamente, como se ha apuntado más arriba, también reúne las mismas cualidades. No obstante, hay un punto clave diferencial. Aunque los comentarios están habilitados y, de hecho, prácticamente todos los días contienen varios de ellos de los lectores, el feedback no es real por motivos evidentes. Y esta es una de las claves de los blogs: la cercanía con los lectores, tener un canal abierto de dos direcciones. Así, aunque el blog creara la falsa sensación de actualización y de apertura al público, no lo estaba. El autor no podía nutrirse de las aportaciones de los lectores, ni responder a ellas. No obstante, con la creación de los blogs por parte de los grandes medios generalistas, cada vez se atiende menos a los comentarios: alimentar la web, alimentar el papel y alimentar el blog no siempre dejan tiempo para ello. La prueba está en hacer un rápido repaso por los comentarios de los blogs de los principales medios de prensa generalista en España. Muy raro es el caso en el que se encuentran contestaciones de los autores.
De hecho, un periodista de uno de estos medios y autor de un blog abierto por su medio confiesa que solo contesta “cuando procede”. Es decir, con “un tocapelotas, para un comentario aclarativo o con alguien que detecta una errata y se lo agradezco”. Pero en el último año, calcula que habrá contestado unas diez veces a sus lectores bajo estas premisas. “Mientras menos contacto mejor”, dice. El hecho de que los blogs no nazcan como iniciativa del autor, sino del medio, se convierte en un aliciente más para su “degradación”.
Así, lo que surgió como característica principal de la blogosfera, el feedback, se pierde de tal manera que no se duda en denominar blog a la publicación de un dietario, 90 años después de que se escribiera.
En lo que al desarrollo de los contenidos se refiere, el dietario de Pla tiene también diferencias, aunque no se puede olvidar que las primeras bitácoras que surgieron en la red fueron aquellas que estaban escritas como si de un diario personal tratara. Pero en el caso de Pla, aunque el contenido es marcadamente personal y habla sus propias experiencias, tiene una tendencia literaria en su elaboración que no suele darse en este tipo de blogs en la actualidad: la elaboración literaria está la mayoría de las veces en un segundo plano tras el contenido, ya que se prima una lectura ágil sobre la elaborada. No obstante, tampoco puede generalizarse en este punto. Dependerá del autor o de su estilo.
Además, la unidad de sentido de los blogs actuales es la entrada. Bajo la fecha correspondiente, se agrupa un objetivo comunicativo al que puede llegarse por un camino u otro. En el dietario de Pla, tal y como se plantea, no parece que exista esa meta por día: se transmiten reflexiones, se describen paisajes, se trasladan diálogos… y aunque no tengan nada en común, pueden encontrarse bajo una misma fecha. Las transiciones entre uno y otro sólo vienen marcadas por un doble espacio entre párrafos. La profesora Marina Gustà define este rasgo planiano como una “narración nostálgica armada menos por la notación de hechos concretos que, sobre todo, por una sucesión de sensaciones precisas, aisladas cada una de las otras, ligando a veces experiencias de orden muy diverso”.
No hay más que mirar la publicación del 2 de abril: Un primer párrafo dedicado a una reflexión sobre cómo la falta de luz eléctrica ha afectado a la ciudad de Barcelona. Doble espacio. El segundo párrafo, dedicado a un retazo de una conversación de Eugeni d’Ors en la peña del Ateneo. Doble espacio. Un apunte sobre Las tres Gracias, de Rafael. Doble espacio. Y el último párrafo empieza así: “Para algunos amigos míos, las mujeres más picantes son las virtuosas que hacen todo lo posible para no parecerlo. A mí me gustan al revés”. Como puede observarse, los temas tratados no tienen nada en común y el escritor catalán tampoco hace nada para unirlos o para darles un sentido común o compartido.
Lo que plantea Pla no se ve en los blogs actuales. Y aunque pueda interpretarse como la forma natural de escribir un diario, ya que el hilo de pensamientos no tiene por qué darse de forma conexa o acabada, más aún cuando se escribe para uno mismo, lo cierto es que Pla reelaboró su dietario de cara a la publicación de 1966 como se deduce de las cartas encontradas en la librería de su editor. Se puede llegar a la conclusión de que, por el camino, los blogs actuales han evolucionado hacia la inteligibilidad, hacia el público y el deseo a ser leídos y comprendidos sobre lo que inevitablemente es un dietario. Se ha maquillado esta condición y las bitácoras han acabado formando una entidad por sí mismas. La cuestión es que Pla, con El cuaderno gris, presenta un relato fragmentado, no sólo por días sino dentro de ellos. Es curioso ver el contraste, especialmente cuando la evolución de la lectura en internet ha llevado a la conclusión de que los internautas realizan una lectura fragmentada, pese a lo cual la especialización se ha establecido como fórmula de éxito en la web. En formato libro, la publicación funcionó en catalán, donde la proximidad e influencia de Pla era mayor. “Diez años después apareció en castellano en una gran traducción de Dionisio Ridruejo y su mujer Gloria de Ros. La indiferencia con la que se recibió en esa ocasión fue sin embargo perfectamente descriptible: se vieron ejemplares de esa edición en todas las librerías hasta mediados de los ochenta”, cuenta Andrés Trapiello.
El libro tampoco fue comprendido por el público, según expresó el propio Pla a su editor: “Casi todo lo que la gente me ha dicho del libro es para morirse de risa. No he encontrado a nadie que se haya hecho cargo de que el libro es inusual”. En opinión del autor, los lectores lo defendían “por razones puramente banales, porque distrae, es irónico o ameno. Pero todo eso, en un escritor corriente de cualquier lugar, debe presuponerse, debe darse por supuesto”. Aunque sin duda hace referencia al sentido que trasciende, la libertad con que Pla escribió el dietario, tanto en fondo como en forma, no generó la controversia o la agitación esperada. La controversia llegó cuando se descubrió, años después, que no se trataba de un dietario en directo, sino reelaborado, un debate que no tendría lugar en las bitácoras: el tiempo en ellas es inmediato.
Sin embargo, tampoco hubo agitación con su publicación en formato blog. Precisamente porque se trataba de un falso blog. Aún con todo, en su publicación de 1966, la condición previa del catalán como periodista no afectó. A los lectores no les extrañó que Pla sacara conclusiones, muchas veces poco ortodoxas, de conversaciones de café. Algo que por ejemplo sí ocurrió cuando la periodista de ABC, Paloma Cervilla, publicó un post llamado Becas para ponerse tetas en su blog del medio. Cervilla se refería a una anécdota contada por una amiga que decía que conocía casos de chicas que no utilizaban la beca del Ministerio de Educación para financiar sus estudios ni ninguna otra actividad relacionada con ello. Ese post fue criticado y la periodista recibió múltiples quejas por haber utilizado en su pieza una charla informal con una profesora de instituto.
En el caso de Pla se entendió su dietario como un paso a una nueva fase, diferente de la de su figura como periodista, a la hora de manifestar sus opiniones, de plantear sus reflexiones y sus percepciones sobre la sociedad que le rodeaba. La propia forma de escritura, sumamente inconexa a la hora de abordar los temas, habla de esa diferenciación.
En la actualidad, con el cambio de los tiempos y su aceleración debido a internet, nos encontramos con una superposición de los roles en un mismo momento. El periodista que escribe para su medio de comunicación una información también escribe sus vivencias personales para su blog. Algunas veces se entiende que se trata de dos esferas diferentes, pero otras se exige que el autor sea periodista en su blog. Una confusión que se ha fomentado debido a que son los propios medios de comunicación los que han amparado los nuevos blogs. Lo que Varela denominaba como “el fin de la blogosfera”. El ejemplo de El cuaderno gris y Josep Pla demuestra que se puede ser periodista, columnista, literato (aunque prefiriese definirse como “un payés que escribe”) o incluso bloguero sin que afecten unas definiciones a las otras.
Isabel Miranda es periodista licenciada por la Universidad Complutense de Madrid. En Twitter: @IsabelMiranda