Las chicas van al baño en parejas -cómo mínimo- y tardan más que los chicos en
volver. ¿Leyenda urbana? Al margen de que el tiempo se nos haga eterno cuando
nuestras compañeras desaparecen y se parapetan tras la excusa de «vamos al
lavabo», lo cierto es que un estudio hecho por una de esas universidades
que hacen estudios sobre todo ha demostrado que, científicamente, si hombres y
mujeres vamos vestidos con la misma ropa (el mismo número de prendas)
invertimos aproximadamente el mismo tiempo en ir al baño. ¡Homérico! (Tampoco
hay que ser un lumbreras para descubrir que lo humanos tardamos aproximadamente lo mismo en realizar acciones -mecánicas- similares).
Excentricidades -científicas- aparte, lo que es un hecho irrefutable es que
periódicamente tenemos la necesidad de acudir al excusado… ¡Un momento! Que
no aguanto más, ahora vuelvo. Perdón (ya más relajado), lo que seguro que han
notado es que cuando salimos a tomar unas copas aumentan también
proporcionalmente las visitas al W.C. La primera respuesta lógica que nos
asalta es que se ingiere un volumen mayor de líquido, y ¡claro!, si se bebe
más. Absolutamente cierto. Pero si lo que se toman son chupitos, es decir, de
volúmenes mínimos de bebida, también se visitará el baño con más frecuencia que
si se bebiera ese mismo volumen de agua. ¿Entonces? La clave está en el
cerebro, en el efecto que provoca una hormona llamada vasopresina.
La vasopresina es una hormona que fabrica el hipotálamo cerebral y que se
almacena en la glándula pituitaria, también ubicada en el cerebro. Actúa en
diversos lugares, pero uno de los más relevantes es en el riñón. Su papel
consiste en devolver gran parte de la sangre que depura este órgano al torrente
sanguíneo en lugar de mandarla a la vejiga. El alcohol limita los efectos de
esta hormona, y por lo tanto, la distribución de la sangre se altera y manda
más de la necesaria a la vejiga; lo que hace que se llene antes y, por
consiguiente, tengamos que visitar el servicio más a menudo de lo normal. Otro
agente que produce el mismo efecto en esta hormona es el frío. (Pueden observar
que tras el poco refinado dicho «me meo de frío» también se oculta
una realidad científica).
Pero volviendo al alcohol y salir de copas: si el alcohol inhibe la vasopresina, y
desde hace algún tiempo se han puesto de moda las bebidas inteligentes, ¿no
sería inteligente poner en los refrescos un poco de vasopresina y aliviar, de
este modo, las colas que se forman en los pasillos de los baños (sobre todo de
las chicas) y mantener limpios durante más tiempo el de los chicos. Y sobre
todo, ¿no se dan cuenta que tendrían que inventarse otra excusa para
desaparecer durante unos minutos…?
Jesús Pintor. Bioquímico.